No es muy buena idea otorgarle tanto poder al Tribunal de Justicia Electoral del Estado de Zacatecas, justo porque conocemos sus antecedentes. Y es ahí en donde la nueva gobernanza quiere “tener la última palabra” de lo que la ciudadanía votó el pasado 2 de junio, en más de 50 medios de impugnación que estaría por recibir dicha autoridad.
La instrucción de David Monreal Ávila es pelear hasta el último sufragio los resultados electorales, aunque en algunos casos como en la capital del estado, la diferencia entre el primero y segundo lugar se extienda en un margen del 5% de sufragios, que de ninguna manera es una cifra menor.
En cambio, ni David, ni Saúl, ni Verónica Díaz Robles, quieren tomar responsabilidad alguna en el desastre electoral de Fresnillo. La idea, por el contrario, es “reventar” la administración de Javier Torres Rodríguez, y dejarla hundir para quitarse de encima a los rivales de la fórmula de Morena al Senado.
Esa es la (nada nueva) incongruencia que presenta hoy la “vieja” gobernanza. Utilizar a “su” autoridad electoral para corromper la voluntad popular que el propio David invitó a respetarse en las urnas, pese a que el mayor de los costos políticos los cargue él a sus espaldas desde hace tres años.
Al tiempo que el dirigente estatal de los guindas, Rubén Flores Márquez, intenta distraer a la opinión pública acusando de una presunta intromisión del Consejo General del IEEZ en el proceso electoral, cuando a ellos se les ha tratado con el mayor de los privilegios en la etapa de registros de candidaturas.
No debería quedarnos duda de que David y Verónica se encuentran en campaña, y han comenzado a trazar la ruta político electoral al 2027. Esta inicia con la impugnación de la mayoría de las votaciones en las que perdió la marca Monreal (no la de Morena) en municipios y distritos locales.
Recordemos que la ponencia de la magistrada Rocío Posadas Ramírez fue la encargada de imponer una sanción por violencia política de género en contra de Ulises Mejía Haro en las elecciones del 2021, que intentaron revivir durante la pugna al Senado, pero luego Saúl “olvidó” cuando Claudia Sheinbaum Pardo impuso a su alfil.
Nada dijeron en la gavilla de tiradores del “Cachorro” cuando una instrucción de la candidata presidencial se convirtió en el reacomodo de fuerzas para incluir a su candidato, a quien estará abriendo las puertas de Palacio Nacional con más facilidad que a los de Puebla del Palmar.
De un momento a otro quitaron la vista al expediente que despachó Roció Posadas (ese que ni siquiera el Comité Ejecutivo Nacional de Morena tomó como prueba irrefutable), y buscaron de inmediato la fotografía política con el próximo diputado federal del distrito 3 con cabecera en Zacatecas.
Pero, ese es el juego perverso que asumen hoy los partidos al judicializar una elección en un órgano jurisdiccional como el TRIJEZ, al que le sobran grietas por las cuales infiltrar fácilmente los intereses político-partidistas. Y donde ya existe un antecedente de “actos anticipados de campaña” en el caso de la elección en la capital.
Empujar cualquier resultado adverso al “gobierno” (así le dicen) de David Monreal, al punto de llevarlo a una eventual anulación de cualquier elección de su interés, es la ruta más rápida para galvanizar el ánimo social que saldrá a las calles el próximo mes de febrero del 2025 a votar por la revocación de mandato.
Los partidos opositores ya entendieron que el voto de castigo sí está ahí, y busca una forma de expresarse en las urnas. En febrero del próximo año no habrá un Movimiento Ciudadano que disperse sufragios y alivie los triunfos de Morena, ni “chiqui-partidos” que absorban cierto margen de competencia.
En 2025 sólo habrá una pregunta en la boleta: David se va o se queda. Y por lo que pudimos medir en esta elección, la marca de Morena ni siquiera carga con el apellido Monreal. Esa es la primera prueba de fuego al 2027, que ni Saúl Monreal ni Verónica Díaz han medido en su justa dimensión.
Aunque Ricardo Monreal Ávila haya afirmado, previo al 2 de junio, que David está listo para enfrentar positivamente la próxima revocación de mandato, las urnas les indicaron que el partido guinda ha perdido adeptos en Zacatecas y busca otras plataformas de expresión.
No será suficiente con levantar el dedo en la Cámara Alta para la dupla de Morena. Se juegan la credibilidad, de por sí abollada en esta elección a nivel local, para “defender” todas las decisiones que ha asumido David desde septiembre del 2021. Lo más probable – por increíble que sea-, es que Saúl y Verónica se laven las manos, otra vez.
#Casualidades: Así tal cual sucede en Fresnillo. La alcaldesa Rita Rocío Quiñones de Luna se juega el pellejo en el cambio de gobierno, pues ha perdido el “respaldo” de Saúl Monreal Ávila como jefe del municipio después de la derrota electoral.
Los incondicionales de Saúl a veces se asoman a la alcaldía, aunque en la nómina aún cobran como trabajadores de tiempo completo, mientras el exalcalde se desentiende de cualquier responsabilidad que asuma Rita, a quien ha reclamado su pasividad para defender el coto de poder.
Tal vez la edil fresnillense debería platicar largo y tendido con Salvador Estrada González para que le oriente al respecto del panorama que vivió en el cambio de gobierno capitalino entre Ulises Mejía Haro y Jorge Miranda Castro, en 2021.
Orquestador de acuerdos serios y neutralizador de turbulencias políticas, a Salvador Estrada se le recuerda por mantener equilibrios internos mientras el contexto político buscaba anular a Ulises Mejía y empoderar la planilla de David Monreal.
Quiñones de Luna debería de asumir en su totalidad el papel de autoridad municipal, pues no parece que encuentre un próximo colchón de respaldo. Responsabilidad incluso por las decisiones que hubiera tomado en contra de su voluntad.