Restan una docena de días para que la Universidad Autónoma de Zacatecas defina la renovación en urnas de sus órganos de gobierno, y parece que la y él candidato que encabezan las planillas a elegir, imaginan que los comicios son una simple extensión de las diferencias que vivieron en la más reciente huelga de esa institución.
Ni Jenny González Arenas ni Ángel Román Gutiérrez han salido del problema entre el cuerpo administrativo y el Sindicato del Personal Docente, y así han dejado de lado a la comunidad estudiantil. Es una lucha que se ha llevado al terreno de los votos, sin haber modificado sustancialmente el ejercicio de convencimiento.
No hay narrativas que se dirijan directamente a buena parte del alumnado. Por el contrario, parece que ambos candidatos le hablan a los sectores políticos y gubernamentales en Zacatecas. Al menos en eso se enfrascaron en el pasado debate entre aspirantes, en el Teatro Fernando Calderón.
En efecto, como lo señaló Ángel Román “no hay enemigos, sino corresponsabilidad” al interior de la universidad. Es algo que entendemos en el círculo rojo, en los medios, entre la planta docente y administrativa. Empero, son temas que permanecieron en la opinión pública desde hace meses, y concluyeron ya su funcionalidad.

Si bien Jenny González se ha quejado de que existe una presunta campaña de promoción oficial desde la nueva gobernanza para apoyar a Ángel Román, sus redes sociales, y las del sindicato, son de las menos activas y efectivas en Facebook y otras plataformas. Como si la información fuera para consumo único e interno del SPAUAZ.
Las pocas oportunidades que ha tenido ese gremio para socializar la plataforma del sindicato se redujeron a la transmisión en vivo del conteo de votos para iniciar y luego para conjurar la huelga. El Sindicato del Personal Académico y su dirigente hablan para sí mismos. Es evidente que ahí los estudiantes no existen.
Además, en escasas ocasiones González Arenas incluyó a la “comunidad estudiantil” dentro de su proyecto electoral. Y si a Ángel Román aún le cuesta salir de la mera institucionalidad, su rival definitivamente no piensa renunciar al conflicto que mantiene con Rubén Ibarra Reyes, un rector al que el tiempo está por alcanzar.
El gran problema de esta elección aún no se resuelve, por lo que escuchamos en ese intercambio de propuestas. No es que el problema electoral sea el problema de la universidad en su totalidad. A ese en parte ya lo atendieron Ángel y Jenny durante distintas mesas de negociación para concluir la huelga.

El gran problema de esta elección es la completa ausencia de la voz de las y los estudiantes. Es a ellas y ellos a quienes deberían de estar hablándoles ambos contendientes, sin que eso suceda aún. Se les olvida que es ese alumnado el que ha inundado en distintas ocasiones las calles de Zacatecas en sendas marchas.
Son ellos y ellas quienes en otras ocasiones iniciaron distintos paros en unidades académicas de la universidad, y que obligaron a las autoridades a escuchar sus reclamos. Tampoco es que González Arenas se lave las manos en este asunto, porque su aspiración no termina en gobernar un sindicato y una universidad por separado.
La crisis universitaria no se va a resolver en cuatro años, porque no depende del cuerpo administrativo, ni de los gremios sindicales, la transferencia de recursos públicos. De ello depende la relación que mantenga la rectoría con los gobiernos en turno, sin caer en un juego de sumisión absoluta y absurda como lo vimos con Ibarra Reyes.
Las y los jóvenes no deberían asistir ir a las urnas a elegir a un rector que repita la genuflexión de Rubén, o a una rectora que presuma sus diferencias con el gobierno estatal, sin que ese sea el camino efectivo para atraer más recursos. Las y los jóvenes deberían asistir a elegir a quien resuelva sus problemas inmediatos.

Es esa cercanía con la “comunidad estudiantil” la que no se reflejó en el debate del pasado martes. Jenny González se limitó a repetir lo mismo que expresó en el proceso de huelga universitaria, con miras absolutamente limitadas a su gremio. Mientras que Ángel Román tuvo la oportunidad y vaciló en la neutralidad de sus palabras.
Si lo que vemos, es lo que hay, entonces tendremos a una rectora que va por la “venganza” del contrato colectivo. O un rector que se deslinda de cualquier tinte partidista, político y gubernamental, sin dirigirse todavía a las y los jóvenes. Es ahí donde se dibuja la silueta de esta elección.
Román Gutiérrez lo ha venido haciendo al pie de la letra en sus redes sociales, y en las de su planilla, sin embargo desperdicia estos foros para replicar la fórmula que pone en práctica. Mientras que Jenny González debería de iniciar, al menos, por darle prioridad a la plataforma donde convive la gran mayoría a quienes piensa gobernar. Su perfil, por ejemplo, apenas llega a 1 mil 800 seguidores.
En 12 días se ve difícil que la del SPAUAZ modifique todo su planteamiento, porque el proyecto sale de los intereses de un gremio, no de la universidad en su totalidad. Ángel Román, a diferencia de la anterior, lo único que tiene que hacer es bajarse de su papel de secretario general con licencia. Ya lo ha hecho, pero lo olvidó en el debate.
#Casualidades: Más amenaza que un hecho, la presunta rescisión contractual a la empresa Trash en Guadalupe. Durante este 2025, año en que -por ley- José Sadívar Alcalde pondría a revisión la recolección de basura, el edil sigue en indecisión.
Amenazó a principios de enero conque realizaría una evaluación de las -evidentemente- pésimas condiciones en que la empresa de Durango labora. Luego, hace unos días, inventó un proceso de cancelación de contrato, por así decirlo.
No obstante, la misma empresa permanece en sus actividades cotidianas y millonarias. De esos se trató la puesta en escena de Saldívar, porque los intereses al interior de Guadalupe rebasan la toma de decisiones del cabildo.

El negocio de Trash es todavía hoy -como se sabe la interior- una de las principales fuentes de ingresos de los prófugos de la justicia Julio César “N” (cuyos amparos caminan sin contratiempo) y María de Jesús “N”, a la que pretenden invisibilizar.
Raquel Ortiz Sifuentes y Gilberto Zapata Castañeda juegan en el bando de los todavía fieles a los presuntos homicidas, mientras que Saldívar Alcalde finalmente entregó su administración a lo que le ordenen David Monreal Ávila y Verónica del Carmen Díaz Robles. El peor escenario posible.
A la mitad de la balanza, el tal “Pepe” intenta equilibrar una lucha de poder entre quienes dirigen de facto la administración del municipio. Y es un hecho que las tensiones han llegado al punto en que Guadalupe sufrirá un cisma apenas inicie el proceso electoral en septiembre del 2026.
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