La crisis al interior de la Universidad Autónoma de Zacatecas (que de plano perdió este semestre entre reacomodos políticos e intereses de grupo) bien podría ser un mensaje de lo que viene para el estado en la elección del 2027. Las expresiones de inconformidad se mantienen de forma constante, y polarizan cada vez más.
Pese a que el Fiscal General de Justicia del Estado ya confirmó que -como aquí se dijo en una entrega anterior- nunca hubo una “reclasificación” del delito de violación equiparada agravada en contra de Rubén Ibarra Reyes, la narrativa pública supera por mucho lo que expongan las autoridades en estos momentos.
Cristian Paul Camacho Osnaya incluso subrayó el poco interés que hay en la menor de edad, que continúa en una constante revictimización. Aquello es resultado de la magnitud de la orden de aprehensión en contra de un rector universitario, y la consecuente indignación que crece entre la opinión pública.
En estricto sentido, sí, la revictimización no ha parado desde el pasado 9 de mayo, y en veces tiende a caer en dimensiones totalmente ajenas a la realidad. Podrán existir tintes políticos detrás, como puede que sólo se trate de la propia distorsión del debate en la sociedad porque las autoridades tardaron en llenar los vacíos informativos.
Cinco días posteriores a la sentencia del abusador sexual confeso, apareció en entrevista Carlos Villegas Márquez, presidente del Tribunal Superior de Justicia del Estado de Zacatecas. Lo hizo para explicar la situación concreta: hubo un auto de no vinculación por violación agravada, y un auto de vinculación por abuso sexual.
No obstante aquellas precisiones, la narrativa pública ya estaba mucho más allá de rectificar lo que nunca fue una “reclasificación” de delito. Al día siguiente, Cristian Camacho emite un comunicado para aclarar que la reparación integral del daño a la menor no se trataba simplemente de un arreglo económico entre las partes.
Ambas posturas, al emitirse francamente tarde, no lograron disuadir la distorsión en la que nos encontramos en estos momentos. Además, hoy la polarización universitaria se dirige hacia la inmediata destitución de Rubén Ibarra no sólo como rector, también como académico de la benemérita institución.
No es que ayude mucho a tomar esa decisión un Consejo Universitario que se ha enfrascado en posturas políticas, más que en cuidar al aseo de las votaciones que realizan. Casi al extremo de parecer el Reinado del Terror, en el que el pueblo francés aclamaba guillotina, y la única audiencia del acusado era la de su última voluntad.
Pues hemos caído ya en ese extremo. Las instituciones se han rebajado al “clamor público” por indignación, y no a cuidar su propia normativa interna. Eso le podría abrir una puerta de oportunidad a Rubén Ibarra para defenderse luego ante tribunales laborales, desde que el proceso de destitución se encontraba viciado.
Tampoco es que a Rubén le interese regresar a la rectoría, donde le espera el linchamiento público. Empero, lo que sí le interesa es su plaza docente y sus cargas de trabajo. La “razón moral” no le asiste, pero no es esa la que articula todo el andamiaje de la Ley Orgánica de la universidad.

Otro craso error del -jacobino- Consejo Universitario y Rubén podría retener su plaza y su salario. Porque una cosa es la hoguera, y otra la normativa (regla básica del pacto social). Sin embargo, la comunidad universitaria está bochornosamente empantanada en posturas ideológicas y lo que menos les importa son sus estatutos.
Y es ahí donde la nueva gobernanza debería de poner el termómetro social. Si la sentencia contra Rubén encendió el absoluto clamor de rechazo, lo que le espera a David Monreal Ávila en la elección del 2027 es la decapitación pública (ganada a pulso). Lo más curioso es que la nueva gobernanza se resigna sólo a mirar.
Están sumamente absortos entre sus conflictos internos (muchos de los cuales inicia Carlos Alberto Zúñiga Rivera), y la elección de candidaturas, mientras el estado comienza a desbordarse de a poco. Lleva así, de hecho, cuatro años y medio desde que David decidió romper cualquier consenso político en Zacatecas.
Ahora dice que espera a la elección de jueces y magistrados para imponer a como dé lugar la construcción del segundo piso (en el que Rubén Ibarra metió a un “especialista” como supervisor en el Consejo Consultivo) . Es su -cotidiano- capricho contra ese enojo público que ha sembrado día a día desde que inició su sexenio. Súmele que tenemos nuevamente al magisterio en las calles, otra chispa en espera de encender.
David espera -ingenuamente- que su pararrayos, Rodrigo Reyes Mugüerza (sucesor oficial de la nueva gobernanza) se convierta en la figura “redentora” de esta ola de caos social originada por los de Puebla del Palmar. No digo que Saúl Monreal y Verónica Díaz sean menos símbolos de continuidad. Pero, eso es lo de menos. Están seguros de que el clima político en 2027 será el idóneo para una simple imposición.
#Casualidades: Resulta que la mejor forma de impulsar a la iniciativa empresarial en Zacatecas es con desayunos, ruedas de prensa, mesas de “trabajo”, y uno que otro descuento en caso de que utilicen el Palacio de Convenciones.
Así le sucedió a Jorge Alejandro Romo García y a su equipo de trabajo cuando presentaron la Expo Auto 2025, a la que la nueva gobernanza sólo quiso entrarle con una conferencia y 20% de descuento por usar un espacio público.
Debido al poco interés que podía detonar al interior, varias agencias de automóviles que no necesariamente venden en Zacatecas, decidieron declinar su participación gracias a que Jorge Miranda Castro vio aquel evento como algo menor.
Aún y con ello, la subsecretaria de Desarrollo Empresarial y Financiamiento, presentó en esa misma conferencia a César Deras Solano como “representante del sector automotriz en Zacatecas”. Más parecía un evento dedicado al socio de los Monreal, que a los organizadores originales.
Un socio que hoy vuelca a sus dos agencias automotrices (VW y Foton) a la venta de automóviles, por indicación de Carlos Zúñiga, a municipios gobernados por Morena, así como dependencias estatales (SEDIF) y federales (la SICT entre algunas otras).
Desde camionetas de uso personal hasta camiones de basura, ¿en realidad necesita otro espacio César Deras para ofrecer créditos (además del Plan Cero), cuando sus socios mayoritarios y clientes preferidos están en el gobierno estatal?
No, no es su evento, pero casi como si lo fuera. Ya mero se acaban lo poco que hay en Zacatecas. O, ¿será que ya se lo acabaron y por eso tuvieron que inventar un viaducto elevado?