En cuestión de días, Saúl Monreal Ávila pasó de presentarse ante el público como el “político sensato” que asumía los principios del partido que lo llevó a la presidencia municipal de Fresnillo durante seis años (y otros seis más al Senado de la República), a un desesperado “aspirante” que desobedeció las órdenes de Palacio Nacional.
Tenía horas de haber aminorado el conflicto magisterial en el estado (sin concluir aun), cuando el “Cachorro” decidió que era el mejor momento para hablar por “el pueblo” de Zacatecas, desde su interés personalísimo obviamente. La respuesta le llegó en tono de burlas, mentadas de madre y descontento general en redes sociales.
Apuntaba hacia la reforma electoral que impondrá un candado a la herencia del poder político entre familiares (que ayer recibió el visto bueno de otra aspirante, Norma Julieta del Río) así como a la iniciativa que propone desaparecer las tan anheladas “designaciones consecutivas” en puestos de elección popular (o candado anti-reelección). Ambas, de inicio, aprobadas y acatadas por el propio Saúl.
O al menos así lo dejó saber en un extenso texto difundido en sus redes sociales (que ya borró, por cierto) en el que asumía que no era momento de mantener sus aspiraciones políticas hacia los comicios del 2027 y la renovación del gobierno estatal. Sin embargo, más duró el fin de semana que sus “sentidas letras” de despedida.
En estos momentos, el peor problema de Saúl no es el apellido Monreal, sino el otro apellido (y no me refiero al de los Ávila). Su segundo nombre es “viaducto elevado”, y los políticos que rodean ese paraíso fiscal en forma de obra pública que harán hasta lo imposible por dejar a un aliado en la silla de la gubernatura local.

Ahí se encuentran su hermano Ricardo, el diputado federal Pedro Haces Barba, y el constructor Alejandro Calzada Prats, entre los más visibles. Como ya lo había advertido el periodista Heraclio Castillo Velázquez, los recursos del “segundo piso” habrían formado un mega fideicomiso con fines netamente electorales.
Y cómo no sería de esa manera, sin en apenas un par de años los de Puebla del Palmar se quedaron sin la delegación Cuauhtémoc, la capital de Zacatecas, y hoy se encuentran en vísperas de perder cualquier espacio de influencia (desde el partido guinda), ya que David Monreal persiste en sus esfuerzos de incendiar el estado.
Fuera de Morena, en ese equipo saben del tamaño de la inversión por cientos de millones de pesos para tratar de conformar un partido satélite que no fracase como lo hizo Fuerza Por México en apenas dos elecciones federales. Y el único aliado “fiel” a la causa es ni más ni menos que el que pronto se deslindó de Claudia Sheinbaum Pardo.
Recordemos que la primera vez que los Monreal acuñaron una narrativa parecida a la que hoy presume Saúl en el Senado de la República, se gestó durante el amago de su hermano Ricardo por dejar el partido de Andrés Manuel López Obrador en caso de que no le fuera otorgada la candidatura al gobierno de la Ciudad de México.
En agosto del 2017, todavía como delegado de la Cuauhtémoc, el exgobernador de Zacatecas inauguró su estrategia de “retirada” de Morena (en la que lo acompañó Saúl) debido a que -supuestamente- no se le ofrecían condiciones de equidad para competir en la contienda interna. Lo mismo hizo en 2023, durante el juego de las “corcholatas”.

Esas dos veces fueron las mismas en las que Ricardo perdió dentro de las mediciones contra Claudia Sheinbaum. Y su respuesta siempre fue la misma: acusar “imposiciones” (como la que los Monreal provocaron en 2021 con la candidatura de David) y buscar asilo en otras opciones políticas… sin mucho éxito.
La historia de su “victimización”, no obstante, sigue sin actualizarse. A oídos sordos de las iniciativas presidenciales, ocultos en la presunta designación de tres candidaturas (San Luis, Guerrero y Zacatecas), nos encontramos en los prolegómenos de una lucha por la repartición de espacios de poder desde Morena.
Esa es la esencia del conflicto. No uno de obediencias o de desafíos. Esas sólo son las formas en cómo se presenta la repartición del pastel en el partido guinda. El gran problema es que atraviesan un encuentro subrepticio aún mayor: la renovación de las delegaciones del Bienestar en los estados donde no han sufrido cambios.
Muy alejados del manual que inventó López Obrador, día a día, durante sus conferencias matutinas, olvidaron por completo que no se trataba de candidaturas, sino de quién sostiene las riendas del poder de los programas sociales. Algo que tiene a David entre las cuerdas después de que negaron su propuesta de delegada.
Y no sólo eso. El titular de la nueva gobernanza se encontraba de gira en la Ciudad de México en labores de “gestión” mientras sus hermanos se abalanzaban sin medias tintas contra el poder que podría destrabar o empantanar una crisis mayor de gobernabilidad en Zacatecas. A fin de cuentas por el eslabón más débil, siempre, se rompe la cadena.
#Casualidades: Confirmó Rubén Ibarra Reyes la sanción que este jueves le impuso el Tribunal Laboral de la Región Centro Sur, en cuanto a que se acreditó su influencia indebida en el proceso sindical de deliberación por la huelga en la UAZ.
Ausente por completo en las mesas de negociación con el sindicato del personal académico, lo que queda del rector de la benemérita universidad es una pésima fachada de soberbia venida a menos, sin influencia y sin futuro alguno.
Aquel cuento de que se la vive “gestionando recursos” en la Ciudad de México ya ni siquiera es creíble para quienes lo encuentran apaciguado en alguna de sus distintas locaciones en la zona residencial de Colinas del Padre, en la capital del estado.
Sumido en la paranoia de quién lo maltrata o lo critica en medios de comunicación, no entiende que el juego se acabó. Concluirá solo y sin soporte político alguno, cosecha de su propia siembra durante todo su mandato al frente de la Universidad.
Empero, no todos en el consejo universitario y otros órganos de gobierno han caído en tal nivel de decadencia. La parte patronal aún sigue viva a través de Luis Ángel Román Gutiérrez, que entiende el reto que tiene entre sus manos.
Hasta este momento, se han acordado -en los márgenes del diálogo y la razón que nunca presentó Rubén– puntos esenciales del pliego petitorio, que parece difícil de resolver en unas cuantas mesas. Ello no demerita la postura del Secretario General.
Ambas partes pronto tendrán que reconocer un cese a la polarización, ya que el calendario de los comicios universitarios se atraviesa, y es interés de ambos quitarle cualquier pretexto a Rubén para que siga estorbando.
Por ahora, lejos de los reflectores hay todavía un patrón en la figura de Ángel Román, tratando de darle viabilidad e institucionalidad a los acuerdos por convicción propia. Antes de que Rubén termine por destruir todo, empezando por su carrera política y académica.