Gabriel Contreras Velázquez
26/08/19
La lucha es por el todo o nada. Así comenzó un 13 de abril del 2018 cuando Ulises Mejía Haro planteó, por primera vez, una negativa absoluta a Ricardo y David Monreal Ávila.
Los registros de candidaturas ante el Instituto Electoral del Estado de Zacatecas, en la pasada elección, fueron el momento decisivo para imprimir trazos de autonomía en la relación entre el empresario y la familia política.
Las diferencias para construir la planilla que competiría por el Movimiento de Regeneración Nacional en la capital, llevaron los consensos a puntos casi insalvables. Así fue hasta que la negociación destrabó en algunos acuerdos pírricos, Ulises y sus patrocinadores le dieron al partido la seguridad de que habría contendiente real en la boleta.
Aquellos momentos de tensión terminante pudieron haber dejado a Morena en los últimos lugares de preferencias, pues sin el empresario ampliamente conocido en la capital por sus alitas, cervezas y café, la fracción del partido identificada con el clan fresnillense habría competido contra sus propios aliados, además del arrastre de la coalición PAN–PRD en segundo lugar.
A partir de esa amarga madrugada del viernes 13 de abril, el futuro político del ayuntamiento capitalino caminó en la ruta de los desencuentros, y desde entonces la política ha significado lucha a muerte a falta de consensos políticos serios. Y es que, aunque se han planteado lugares intermedios en treguas ya propuestas, prevalece la idea de que el poder o se gana o se pierde todo.
Probablemente la disputa por el ayuntamiento capitalino sea una de las más complejas de resolver con entendimiento político, debido a la falta de un elemento esencial: confianza. Por ello, la apuesta simple es la de invertir en las rupturas más fuertes posibles, con matices de venganza sanguinaria, y la escenificación mediática que desgasta a todos los involucrados.
Para quienes se envalentonan imaginando que el conflicto en el municipio de Zacatecas tiene un parecido con el que se vivió en el Senado de la República hace unos días, tendrían que repensar el lugar que le otorgan hoy a Ulises Mejía Haro: candidateado por ellos mismos a la gubernatura en el 2021 a partir de las críticas que desataron sin control. En cada golpe confirman una lucha dirigida contra un posible aspirante.
Hace un par de meses los regidores monrealistas dijeron que pedirían su cabeza frente a la Comisión Nacional de Honor y Justicia de Morena, para luego desdecirse unas semanas después cuando alardearon que Ulisesni siquiera pertenecía al partido.
Aseguraron entonces que, afiliado al PRD, el joven alcalde buscaría competirle a su patrón desde la plataforma del Sol Azteca en coalición con otros partidos y la venia del gobernador Alejandro Tello Cristerna.
Ese grupo de regidores monrealistas y la síndica -la funcionaria que lleva las de perder en este jaloneo- es el que ha instalado en el imaginario colectivo, de manera consistente, cualquier probable candidatura de Ulises Mejía en el 2021, y no precisamente para la reelección en la capital zacatecana.
Gracias a los representantes de David Monreal en el cabildo capitalino, el alcalde ha crecido en simpatías y apoyos de distintos sectores políticos. Ese, y no otro, ha sido el resultado de su campaña de “desprestigio”.
Y es comprensible. En el “equipo” de David Monreal prefieren tomar decisiones como cuarto de guerra electoral, pero en tiempos de paz y gobierno. Sus estrategias lo indican: utilización de la comunicación política propagandística para desprestigiar, agendas desarticuladas con resultados de muy corto plazo, y un conflicto latente de baja intensidad que lo único que busca es cargar las preferencias de un lado o de otro (en donde, además, van perdiendo).
No son los tiempos ni las formas. Eso lo ha entendido bien la mayor parte del tiempo el presidente municipal, salvo algunos momentos en que ha caído en provocaciones, esas que advierten la encarnizada dimensión de la lucha electoral a partir de enero del 2021. Del otro lado celebran sus tropiezos sin terminar de comprender que inyectan presencia a las aspiraciones del alcalde.
Pero será responsabilidad de Ulises Mejía Haro, y de nadie más, mantener el conflicto dentro de ese espacio de tirones que benefician la especulación pública sobre su futuro político. En caso de poner en descuido su administración municipal le otorgará toda la legitimidad posible al discurso contrario, y así llevaría a la extinción su viabilidad como candidato a la “joya de la corona” misma.
Aunque nunca hay que dar por descontado la posibilidad de que los acuerdos fluyan nuevamente entre ambos bandos, para lo cual primero deberán de generar confianza en los hechos, pues es un activo que ha escaseado cada vez más desde abril del 2018. O bien, decidirse por la fuga hacia adelante, arreciar los ataques con tono electorero y esperar el reparto de costos a cada cual. El desgaste es una factura que corre para ambos.
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#Casualidades: Habría que reconocerle a “la gente” de David Monreal Ávila, el tono cómico con el que aceptaron que el Crédito Ganadero a la Palabra es una política pública lejos de alcanzar integridad administrativa y presupuestal.
En un video que circularon a través de su plataforma propagandística Zacatecas 3.0, bajo el auspicio de Rafael Llamas Sabag (asesor-ayudante del Coordinador Nacional de Ganadería) conocimos de nuevos casos de decesos de vaquillas en los municipios de Zacatecas.
Tabasco, Moyahua, Jalpa y Juchipila son otros municipios que registraron la muerte de 6 animales por condiciones de adaptabilidad y una por parto. Claro, no realizaron su “investigación” en Mezquital del Oro porque el ánimo anti-Monreal en esa región es marcado.
A la fecha ninguna de las representaciones federales, especialmente la de SADER o la Delegación de Programas de Desarrollo, ha informado cuántos beneficiarios dieron a conocer por escrito los decesos de los animales.
Así lo estipula la fracción quinta del artículo 15, de los lineamientos de operación del programa, como “obligaciones de los beneficiarios”. De acuerdo con estas reglas, cada beneficiario debía notificar por escrito los decesos dentro de los de 10 días posteriores de ocurridos.
Antes bien, prefieren utilizar sus recursos de “comunicación” para emprender otra guerra, pero ahora contra los informativos locales (curiosamente exceptuando a los medios nacionales) que no han hecho caso omiso a las irregularidades del Crédito Ganadero a la Palabra.
Su argumento es muy simple: “el programa sí funciona”. Efectivamente, las políticas públicas (pagadas por los impuestos ciudadanos) tienen como objetivo primordial su funcionamiento. Siempre y cuando cumplan con los principios de “eficiencia, eficacia, economía, transparencia y honradez para satisfacer los objetivos a los que estén destinados”, como lo establece el artículo 134 constitucional.
Supongamos que hasta ahora no lo sabían, porque lo suyo es producir videos con contenido involuntariamente jocoso.
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