Todo apunta a que en Zacatecas se repetirá el mismo tironeo que ocurrió semanas atrás en San Luis Potosí. Este 23 de diciembre concluirá el plazo para que los partidos presenten sus escritos de intención para coaligarse. Independientemente de los acuerdos cupulares a los que invite Mario Delgado Carrillo en la Ciudad de México, la alianza con el PVEM y el PANAL es incierta.

A menos que el Consejo Nacional de Morena determine en votación que Zacatecas no contenderá con aliados, antes de las 23 horas con 59 minutos de este miércoles Fernando Arteaga Gaytán se apersonará al Instituto Electoral del Estado de Zacatecas para presentar un documento en el que plasme la decisión del Comité Estatal al respecto de la coalición.

Muy seguramente dejarán como única propuesta la unión con el Partido del Trabajo. Dependerá entonces de lo que determine la senadora Geovanna del Carmen Bañuelos de la Torre como representante de ese partido en las mesas de negociación de las alianzas. Con la aprobación de Alberto Anaya Gutiérrez podrían contender en lo individual, o bien, legitimarían la imposición en Morena.

No cabe aquí el argumento mediático del diputado Omar Carrera Pérez con el que pretende desconocer a Fernando Arteaga como titular de la dirigencia estatal de Morena. Precisamente porque el IEEZ sigue comunicándole correspondencia como presidente del partido en la entidad, la última de las cuales la recibió el pasado martes. De facto, es el dirigente.

Y en esa calidad de dirigente acudirá a la autoridad electoral para presentar la votación del Consejo Estatal del pasado 13 de diciembre, con la que sus integrantes declinaron cualquier coalición con los partidos Verde Ecologista y Nueva Alianza. Paso inmediato será el encontronazo entre las dos posturas: la de Mario Delgado y la de la dirigencia local.

Aunque lo niegue, en apenas 15 días Delgado Carrillo ha acumulado el desgaste que ningún presidente nacional de otros partidos tiene en estos momentos. Y pese a ello, se presentó en la sesión del Consejo Nacional de este martes para intentar aplazar la votación que renovó la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia de Morena.

¿Por qué es importante esta comisión? Porque es el órgano interno contencioso del partido, y primera instancia donde deberán dirimirse más de un centenar de impugnaciones de 15 estados en contra de la elección de distintos coordinadores y coordinadoras de los Comités Estatales de Defensa de la Cuarta Transformación (o simulados precandidatos).

Lo que ganó Mario en la sesión del Consejo fue un rechazó unánime a los mecanismos de designación de estas figuras en todo el país, y la cerrazón de los consejeros y consejeras para acompañarlo en sus proyectos. Entre estos, la solicitud para que se apruebe la coalición Morena-PVEM-PANAL en Zacatecas, que ya fue negada por los locales.

Al corte de este texto, la mesa de negociación a la que invitó Delgado Carrillo para trabajar esa posible unión únicamente arrojaba a Nueva Alianza como uno de los partidos con los que se logró el acuerdo. No había señales positivas de parte del Verde Ecologista ni del Partido del Trabajo, y de lograrse el acuerdo general aún faltará la aprobación del Consejo Nacional.

Ahí es donde la fuerza de Mario Delgado flaquea. No logró colocar alfiles en la Comisión de Honor y Justicia, y por eso pretendió aplazar su renovación. Por ende, tendrán luz verde buena cantidad de impugnaciones en contra de las y los precandidatos ya electos. Ni qué decir de la votación de las coaliciones, las cuales solo necesitan ingresar al orden del día de la sesión para derribarse.

La soberbia mostrada por el presidente del Comité Ejecutivo Nacional, así como por el coordinador de la bancada de senadores de Morena, Ricardo Monreal Ávila, han estirado de tal manera el conflicto interno que, en poco tiempo, podría desgarrarse el tejido de la militancia. Sus amenazas llegaron al punto de generar ingobernabilidad en el Senado si no ganaba la “encuesta” David Monreal.

Sin embargo, -y esto hay que tenerlo muy claro- Morena no es el PRI. Como lo referí en mi texto anterior: no hay cicatrización interna, y no se cimenta el camino a la unidad (que no pasa de ser una simple prédica). Todo lo contrario, utilizan a María Soledad Luévano Cantú como golpeadora de los aspirantes y del proceso interno, aunque su presencia invalide la convocatoria.

Lo mismo que en Guerrero, en la figura de Felix Salgado Macedonio. Dos senadores identificados con el poder sombrío del de Fresnillo, y con una simple misión: reventar lo que no favorezca. Quienes piensan que eso le costará en las urnas a Morena, puede que reciban una sorpresa: la inconformidad parece llegar antes y en mayores dimensiones.

El ambiente interno está a nada de la implosión. Empero, Andrés Manuel López Obrador puede estar tranquilo. Si la lucha se sale del guion y la militancia se amotina en contra de su dirigencia nacional, no serán sino Mario Delgado y Ricardo Monreal los únicos culpables de la escisión.


#Casualidades: En menos de dos días, Claudia Edith Anaya Mota presentó su propuesta de coalición partidista a la militancia del PRI, PAN y PRD. Al salón gobernadores del Revolucionario Institucional asistieron algunos cuadros, no sin el nerviosismo y la expectativa que ha generado el cambio en la designación de Adolfo Bonilla Gómez.

No ha sido una tarea sencilla trabajar la cascada de siglados en las candidaturas que compartirá la alianza, especialmente su integración paritaria. Cada partido tiene sus perfiles competitivos en ambos géneros, pero ahora enfrentan dos filtros: coalición y paridad.

Al menos no viven un conflicto interno a muerte como ya ocurre en Morena. Eso les da un amplio margen de ventaja si saben priorizar las condiciones de la elección. Ahí se verá realmente si buscan una coalición que detenga a la 4T, o una simple alianza que sólo distribuya cotos de poder sin priorizar la gubernatura.

Por lo que se sabe, 12 distritos locales están resueltos, mientras que los federales cambiarían de su asignación original. La propuesta final sería la siguiente: 1 (PRI), 2 (PAN), 3 (PRI), y el 4 (PRD). Y todo se negocia pensando en una candidata mujer para gobernadora.

Al priismo de cepa aún le duele una candidata que nunca fue bien recibida en el partido, pues la siguen relacionando con sus albores perredistas y su trabajo durante el sexenio de Ricardo Monreal Ávila. Otros no afiliados, como Arturo Nahle García, le conceden ser la candidata que necesita el PRI para ganar la elección.

El gran enemigo de la senadora será la operación “brazos caídos”. Porque, aunque no se crea, hay quienes prefieren la pedantería del D21 que darle un voto de confianza al PRI-PAN-PRD. Quien gane, ellos nunca pierden realmente.

Twitter: @GabrielConV

Nota: Esta columna regresará a su publicación habitual a partir del próximo 12 de enero. ¡Felices fiestas!.

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