En cuestión de semanas Enrique Manuel Laviada Cirerol acabó con sus aspiraciones políticas. Él, y nadie más, se encargó de autosabotear su camino lejos del “periodismo” que a ratos lo fastidia, pues no se concibe fuera de la política. Su última jugada apuntó el tiro de gracia en su escaso futuro dentro del Movimiento de Regeneración Nacional.
Una derrota más, elucubrada de una forma un tanto ridícula. Sucede que, a los convocados al desayuno en la Hacienda del Cobre los sedujeron con invitaciones para unos cuantos, donde además de comentar la situación que priva en el estado rumbo a la elección 2021, habría oportunidad de rememorar viejos episodios de aquel capítulo entre 1998 y 2004 en Zacatecas.
Cuando se disponían a frecuentar a pocos amigos de otros tiempos, los convocados -con una sorpresa que apretó el estómago- encontraron una mesa larga, llena de sillas para quién sabe quién más. Cerca de las 9 y 30 minutos de la mañana, los famosos chilaquiles de la Hacienda, que imaginaban degustar con fraternales anécdotas, terminaron en una mala pasada.
No probaron ni bocado cuando algunos de ellos ya se hacían fuera del restaurante. Lo mejor era pedir los totopos enchilados para llevar y dejar los huevos a saciedad de los presentes. En un santiamén la mesa colocó a todos los presentes en los asientos, pues la mayoría llegaron un poco pasados de la hora propuesta.
Los primeros, evidentemente, el todavía director de NTR Zacatecas y Jaime Casas Madero, exsecretario particular de Ricardo Monreal Ávila en ese sexenio que muchos se rehúsan a soltar. Entre saludos, los que llegaban no disimularon parte de su desconcierto. Unos entendieron de inmediato que habían sido emboscados; otros se sintieron relativamente “incluidos”.
Bajo advertencia, un día antes, el diputado Omar Carrera Pérez envío un mensaje para quien quiso escuchar: no hay aval desde el Senado para ese tipo de prácticas, y no fue el coordinador de senadores de Morena -enfocado en la curiosa elección de la titular en la CNDH– el que aplazó para el reencuentro que sólo tenía como objetivo crear una percepción.
Experto en diseñar absurdos revestidos de fuegos artificiales, Enrique Laviada nos ofreció una nueva panorámica de lo lejos que se encuentra su actuar de las sentencias y “asesorías” dramáticas que chorrea su pluma. Lo divertido: ahora para ponerse el pie él mismo. En eso no basta incluso convertir la gerencia del periódico en su herramienta de campaña.
No basta tampoco dejar en evidencia a quienes lo llevaron eventualmente a un consejo en Morena, ni minimizar dolosamente a la hija de su mentor político. Tenía que buscar una foto que a la vez pudiera dar la idea de todo y nada. Todo, porque parecía destapar un episodio que ya concluyó. Y nada, porque para pujar por la dirigencia del partido pocos de los presentes servían a su proyecto.
Así se lo dejaron saber ellos mismos. Apenas una minoría milita en Morena, por lo que el apoyo del resto para el recién derrotado únicamente fue moral. Lo anticiparon mejor que el locutor que días antes entrevistó a Laviada. Ahora, Pancho Esparza (a quien reconozco toda su trayectoria) probablemente reconsidere otra invitación para prestar su noticiero a un autosabotaje. No lo merecía, sin duda.
Pero ¿cómo puede Laviada regresar a Fresnillo con el orquestador de su triunfo (así lo dibujó él), cuando NTR se ha dedicado a inyectarle más percepción negativa en su viaje por Madrid? ¿Cómo pedirle apoyo cuando su protagonismo tenía como segunda encomienda poner en aprietos una candidatura, apenas horas después de que Andrés Manuel López Obrador la empujó?
El titular de la nota de NTR Zacatecas sobre la conferencia de Eldaa Catalina Monreal Pérez, el día de ayer, no disimula una contienda que sólo Laviada lleva a rincones innecesarios. Que si Alejandro Tello Cristerna trabaja o no con buenas intenciones era el menor de los asuntos de la rueda de prensa. Claro, la ecuación de casa: distraer (su tan venerada “caja china”).
Una conferencia que, por cierto, no estaba programada en la agenda de la primogénita. Sin embargo, las decisiones erráticas del todavía director del Diario NTR obligaron al grupo de Catalina a salir a los medios de comunicación para aclarar dos cosas: no es Laviada quien tiene el visto bueno, y su candidatura prevalece pese a los súbditos de Ricardo.
El mensaje de Catalina era interno, no externo. No obstante, sus circunstancias la forzaban a ofrecer declaraciones sobre la elección del partido en general. Es la primera vez que la hija mayor de los Monreal Pérez se enfrenta a la prensa para dar un mensaje político, contrario a los diversos encuentros mediáticos donde abundaba la promoción.
Los temas agregados envolvieron su principal inquietud, no más. Y todo esto fue así por la falta de liderazgo y -sobre todo- de disciplina que persiste en el bloque monrealista. Ya una vez mancillada la reunión que negó Ricardo, David Monreal se ocupó en desconocer (a través de sus voceros oficiosos en redes sociales) el convite que un día antes vio con muy buenos ojos.
#Casualidades: Todo apunta a que el menú en uno de los restaurantes en remodelación dentro de Plaza Auskara, tendrá una variedad de platillos inspirados en la frustrada presa San Andrés. Desde café con olor a agua estancada, hasta guarnición de contratos irregulares podrán degustarse ahí.
A finales del mes de septiembre, la secretaria de la Función Pública, Paula Rey Ortiz Medina, dijo a los medios de comunicación que en sus oficinas se realizaría una “revisión exhaustiva” a la empresa encargada de la gestión legal de la superficie donde se instalaría la presa Milpillas.
Un mes más tarde, la funcionaria advirtió que de esa evaluación se desprendieron varias observaciones “de tipo administrativo” relacionadas con los “contratos implicados con la certeza jurídica de los terrenos”.
Aquellas irregularidades surgieron en los tiempos en que, teóricamente, Víctor Carlos Armas Zagoya “gestionaba” el proyecto insignia del gobernador Alejandro Tello. Sumido en el apabullante triunfo de Morena-PT en el distrito 3, el exsecretario preparó maletas fuera de la administración, aunque dejó muchos pendientes.
No tardó luego en convertirse en súper empresario de los medios de comunicación y parrillero, pues invirtió más de 8 millones de pesos (precio de la franquicia) en un famoso asado que llevó a León, Guanajuato. Ahora, su gusto por los restaurantes -no por la cocina- ya lo tiene a unos meses de estrenar nuevo comedero en aquella plaza. Y sigue en espera vana de que los Monreal lo tomen en serio.
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