Como pocas veces, este fin de semana los integrantes de la LXIII Legislatura dieron muestra de que la política y el debate, muy en el fondo, permanecen ahí, a la espera de que sean retomados. El sectarismo de intereses en que se internaron los treinta legisladores, desde el primer año de sesiones, dejó para después el intercambio de ideas y las definiciones políticas.
En un ambiente característico de la pluralidad, la pugna partidista envileció en controversias por los centavos. Las agendas legislativas no tuvieron mayor alcance que el de su presentación cada periodo, mientras que los tirones debajo de la mesa buscaron abrir la chequera para unos y cerrarla para otros. Pensamos que esa era la vida media de las bancadas y que no tenían nada más que ofrecer.
Hace unos días, sin embargo, escuchamos de nuevo posturas firmes, argumentadas y con miras a priorizar los temas locales y nacionales. No sabemos cuánto tiempo los diputados podrán sostener este intercambio necesario de pronunciamientos públicos, pero al menos dieron calidad al encuentro con el ejecutivo estatal en su tercer informe de actividades.
Las alocuciones de José Juan Mendoza Maldonado, Susana Rodríguez Márquez, José Guadalupe Correa Valdez y Omar Carrera Pérez, impusieron la tónica con la que la LXIII recibiría el mensaje de Alejandro Tello Cristerna. En un elemento coincidieron todos ellos: la falta de un gabinete que estuviera a la altura de la administración del priísta.
El perredista revivió un tema que ya había llevado al pleno legislativo, y que tenía que ver exclusivamente con la discriminación en que ha incurrido el Gobierno Federal sobre la asignación de recursos para Zacatecas. No obstante, acotó asertivamente, la falta de proyectos desde las dependencias del gobierno estatal mucho ha aportado a la marginación financiera.
Esta vez José Juan omitió recargar las culpas en el senador Ricardo Monreal Ávila, como sí lo hizo en la sesión legislativa del 6 de agosto, aludiendo a la falta de compromiso de los legisladores federales zacatecanos para llevar recursos del presupuesto para incentivar las inversiones, ideado unos días antes por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
Susana Rodríguez enmarcó la falta de resultados en materia de procuración de justicia, atención a la violencia de género y la violencia producto del enfrentamiento entre bandas criminales, así como la oportunidad desaprovechada por la Secretaría de Economía de Carlos Fernando Bárcenas Pous de incorporar a Zacatecas en un nuevo polo de desarrollo de la zona del Bajío. Un error craso.
El escaso trabajo del secretario también lució en el evento. Fueron notorias las ausencias de Eduardo López Muñoz, presidente del Consejo Estatal de Desarrollo Económico, y algunos empresarios como Pedro Lara Rojas, José Aguirre Campos y Yaco Reimers Campos. El concilio empresarial y económico no mostró interés en el mensaje del gobernador, especialmente la CANACO.
De la postura inamovible de Javier Calzada Vázquez no hay mucho qué decir. El legislador emula a Soledad Luévano Cantú para capitalizar entre la opinión negativa, con la diferencia de que el ex secretario de Finanzas del gobierno de Amalia Dolores García Medina aprovecha esa diatriba en negociar recursos dentro de las dependencias estatales como deporte, educación, entre algunas.
En el posicionamiento del diputado Omar Carrera Pérez brotó un tema peculiar. El fresnillense se encontraba en un predicamento, tratar de consensar un mensaje que llenara las expectativas disonantes que hoy integran a Morena Zacatecas. El problema: a la fecha la radicalización de las tribus partidistas y de gobierno impide encontrar puntos de coincidencia.
Los más intransigentes exigían sangre en el coliseo legislativo. La presidenta honorífica del SEDIF, Cristina de la Luz Rodríguez Pacheco, su adversario a dejar en ridículo al punto de la humillación. Sus argumentos, las conjeturas que ya hemos escuchado: el gobierno realiza una campaña para frenar las aspiraciones de David Monreal Ávila, y la “ineptitud” de Tello en cualquier rubro sin distingo. Otro desaire de Verónica del Carmen Díaz Robles fue su carta de presentación.
Carrera Pérez optó por razonar desde la madurez política. No por ello el fresnillense dejó de soltar algunos dardos envenenados para el Contador que, según la óptica del diputado, ha dedicado buena parte de sus mensajes a desentenderse de la política local pensando en su próximo retiro de la escena pública. También le exigió que entregue un gobierno en condiciones de certidumbre y no se lave las manos de las irregularidades en que incurran sus funcionarios.
La prudencia cupo en el pariente político de José Eulogio Bonilla Robles, lo mismo que en Saúl Monreal Ávila, único integrante de la familia fresnillense en presentarse al informe de Alejandro Tello, con quien no esconde una relación de entendimiento político y gobierno. Los moderados de Morena dejaron abierta la puerta del diálogo.
Fue turno entonces de Tello Cristerna, con un salón de plenos ya abarrotado gracias a que la Jefatura de la Oficina del Gobernador (donde la tensión y las diferencias entre sus integrantes crecen), equivocó la hora de la convocatoria. Los funcionarios estaban citados a las 11 de la mañana, cuando el evento protocolario comenzaba media o una hora antes. A ello obedecieron los distintos vacíos en las butacas apenas iniciada la sesión solemne.
A diferencia de sus primeros dos informes en el Congreso, Alejandro ofreció un discurso propio, fluido, sucinto y equilibrado, aceptando limitaciones y remarcando aciertos. Sus premisas se acompasaron con las experiencias que ha vivido al frente del ejecutivo estatal, lo mismo que la idea personal que ha construido de la política en estos tres años de gobierno.
Un par de semanas y unos cuantos días más frente a la computadora y en el teléfono con sus funcionarios, le bastaron al Contador para darle personalidad y contenido a sus palabras. Entre líneas dejó algo claro: la curva de aprendizaje comienza a esbozar al político que el gobernador antes negaba. La construcción de una identidad política que al fin conocemos.
#Casualidades: Un aspirante que nunca lo fue, se baja de la contienda en la que nunca estuvo. Con los pies firmes en la tierra Jehú Eduí Salas Dávila negó públicamente que sus aspiraciones estuvieran centradas en la candidatura a gobernador.
La rumorología y los trascendidos en los medios de comunicación dejaron correr la suposición que carecía de bases o indicios, una vez que tomó las riendas de la Secretaría General de Gobierno. Su presencia en distintos eventos elevaba las sospechas naturales.
Sin embargo, no hubo declaración alguna que permitiera pensar que el secretario construía una probable candidatura. Por el contrario, en la única entrevista en la que habló abiertamente de sus aspiraciones aprovechó el foro para aclarar el mito.
Jehú Salas decide concluir el quinquenio de Alejandro Tello dentro de su equipo de gobierno, no en el partido. Tampoco hay señales visibles o creíbles para pensar que Tello Cristerna vaya a cambiar de opinión pronto sobre la permanencia de Salas Dávila al frente de la General de Gobierno.
Jehú se quita un peso de encima a unos días de la Glosa del Informe. Con menos restricciones para hacer política, le restan dos años en los que tendrá que consolidar la mano del gobierno.
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