Ciudad de México.- En conferencia de prensa, el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria A.C. presentó su estudio sobre las Implicaciones del Paquete Económico 2020 que, dijeron, llega con una tensión inherente. Por un lado, busca la audacia: sería el primer presupuesto hecho íntegramente por el nuevo gobierno, pero debía preservar la tranquilidad en mercados financieros y entre inversionistas.
El CEIP asegura que el PE estuvo diseñado bajo restricciones considerables: bajo crecimiento económico, volatilidad externa, promesas de campaña aún incumplidas y un gasto ineludible considerable.
INGRESOS 2020 Los ingresos como porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB) se esperan más pequeños en 2020 con respecto al 2019. Esto a pesar de que se proyecta una producción petrolera sustancialmente mayor, si bien con un precio de la mezcla mexicana menor.
También existe la ausencia de unos ingresos no recurrentes de casi 0.8 % del PIB. Llama la atención que los ingresos tributarios se proyectan muy similares como proporción del PIB a los que se estiman para finales de 2019.
Lo anterior considerando que ya hay una curva de aprendizaje en la administración tributaria y que el Paquete Económico 2020 viene con actualizaciones de impuestos y modificaciones fiscales que dificultarían la evasión. Incluso se proyecta una debilidad no explicada en la recaudación por Impuesto al Valor Agregado (IVA). La baja presión fiscal es una debilidad estructural del sistema fiscal mexicano.
GASTO 2020 No se puede entender este presupuesto sin pensar en cuatro rubros. El primero de ellos es pensiones. El gasto público federal, por la parte contributiva (casi 97 % del total), tendría un incremento real de aproximadamente el 7 % y también habría un ajuste por padrón de beneficiarios en la parte no contributiva.
En total el gasto federal en pensiones para 2020 representaría 4.2 % del PIB. Es decir, se absorbe toda la recaudación del IVA y hay un faltante de 100 mil millones de pesos (mdp). La Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) reconoce tasas de crecimiento muy altas en este renglón en lo que resta del sexenio.
Además de la pensión no contributiva, cuatro programas prioritarios tuvieron aumentos importantes: Sembrando Vida, Jóvenes Escribiendo el Futuro, las becas de educación meda superior y Pensión para el Bienestar de las Personas con Discapacidad Permanente, sumarían incrementos por casi 30 mil mdp. Estos cuatro programas consisten en transferencias monetarias directas.
El tercer rubro se refiere al gasto en seguridad. El lanzamiento de la Secretaría de Seguridad, la centralización de funciones y la creación/apoyo de la Guardia Nacional, implicarán un esfuerzo presupuestario importante.
El cuarto y uno de los más polémicos lo representa Petróleos Mexicanos (Pemex). Primero, recibe una reducción en los derechos que pagará durante el 2020, esto en prejuicio directo del Fondo Mexicano del Petróleo (FMP). Segundo, una porción considerable de la inversión en infraestructura federal, será para la Empresa Productiva del Estado (EPE).
ESPACIO FISCAL 2020 La contención de ingresos y el apoyo de los cuatro elementos mencionados tuvieron como consecuencia que fuera necesario hacer recortes en muchos programas. No necesariamente las cancelaciones o recortes tienen como sustento evaluaciones formales.
Hubo que acomodar el espacio fiscal con base en las prioridades y las decisiones tomadas. En contraste, con el marco macroeconómico del paquete, la estructura programática siguió una lógica esencialmente política. Para relajar de manera parcial las restricciones, se redujo el superávit primario de 1 % del PIB propuesto en 2019 a 0.7 % para 2020. Dado el bajo crecimiento económico en 2019, lo anterior parecería una medida adecuada.
El paquete económico de 2020 consolida una tendencia que inicia en 2017 de reducción del tamaño del sector público con respecto al PIB, quedaría en 23.2 %. Es decir, el gobierno, medido con la métrica clásica, es más pequeño.
Es un paquete responsable, que busca preservar equilibrios macroeconómicos. Sin embargo, el que los equilibrios de largo plazo dependan de variables como la expansión de las producción petrolera o la reducción de tasas de interés internas, le transmiten riesgos al sistema.
El reducidísimo espacio fiscal restringe de manera muy importante las políticas públicas. El diseño de un sistema fiscal en México con objetivos estructurales en términos de seguridad social e inversión y sostenible en el largo plazo, es una tarea pendiente.