El miércoles 31 de marzo la Secretaría de Salud de Zacatecas informó que se habían detectado tres nuevos pacientes que contrajeron el virus COVID-19 en la entidad. Vecinos de los municipios de Zacatecas, Jerez y Villanueva, dos de ellos se podrían contabilizar como los primeros casos de infección comunitaria en el estado.
Los datos oficiales, que han prevalecido como un instrumento de comunicación legítimo, explicaron que uno de ellos tuvo contacto con otro caso sospechoso en investigación, aunque no sabemos si este también surgió por transmisión comunitaria o importada.
El segundo, se dijo, contrajo la infección a través de uno de los casos locales ya confirmados. Si bien la información no es prolija con el fin de cuidar la identidad de cada persona, los servicios de salud sí deberían distinguir entre infecciones importadas y comunitarias.
Esto con la finalidad de entender el desarrollo de cada una de ellas, ya que no contamos con una cantidad valiosa de pruebas de detección. Fluctuamos todavía en una fase temprana del contagio en Zacatecas, y por el bajo número de casos las autoridades todavía pueden trazar líneas de aislamiento entre los familiares y conocidos de los pacientes.
Así lo han recomendado las autoridades sanitarias a nivel global. El rastreo es fundamental para evitar la dispersión del contagio. Es momento para que Gilberto Breña Cantú ofrezca información respecto a estos escenarios, a unos días de encontrar más contagios comunitarios.
Más allá del “estado de emergencia” que declararon las autoridades federales, mismo que no corresponde con el de “contingencia sanitaria” en la literalidad de la Ley General de Salud, las autoridades estatales que se adelantaron al momento de crisis han respondido con más naturalidad al desarrollo de la pandemia.
Por primera vez desde el último informe de gobierno, Alejandro Tello Cristerna volcó a todo su gabinete a comunicar y mostrar presencia institucional. El resultado salta a la vista: la oposición se encuentra prácticamente congelada y sin mucho qué decir del operativo unilateral que puso en práctica Verónica Díaz Robles, por encima de las recomendaciones sanitarias.
Adolfo Bonilla Gómez, Roberto Luévano Ruiz, Jorge Miranda Castro, Carlos Fernando Bárcenas Pous, Luis Fernando Maldonado Moreno, Gema Mercado Sánchez, Eduardo Yarto Aponte, Víctor Rentería López y el mismo Gilberto Breña Cantú han ofrecido la imagen de un gobierno cohesionado, como pocas veces se ha visto en este quinquenio.
Una fórmula que al gobernador le ha funcionado y por la que tantas crítica recibió en los medios de comunicación cuando nos referimos a que parece que su equipo no lo acompaña. Pues bien, la crisis puso en perspectiva el objetivo institucional de ir todos en una misma dirección. Puede llegar con réditos a la elección y cerrar con solidez su gobierno; debió explotar ese modelo hace tiempo.
Si en el gabinete alguno afloja el paso de una misma máquina, quien sentirá los tirones en el volante es Alejandro Tello. La contingencia sanitaria no permite bajar la guardia ni utilizar los programas estatales con fines electorales. El objetivo no es otro, especialmente en estos momentos, que el del bien público.
En el horizonte hay momentos críticos y la pandemia ya ha puesto en evidencia a aquellos políticos que sólo utilizan la coyuntura para que la situación se trate de ellos mismos. Uno de estos es el presidente municipal de Guadalupe, Julio César Chávez Padilla, que en poco tiempo fue neutralizado por la conocida cazurrería de Arturo Nahle.
A diferencia del edil de Guadalupe, la advertencia del munícipe de Villanueva, Miguel Torres Rosales, en contra de los descuidados operativos de los servidores de la nación en su demarcación, le devolvió autoridad una vez confirmado el primer caso de infección entre sus habitantes.
Torres Rosales encabeza a los ediles inconformes porque en la delegación de Bienestar nunca se abrió un canal de comunicación con las autoridades municipales para planear la entrega de recursos previendo el resguardo de la población. Y el de Villanueva no quita el dedo del renglón: los servidores de la nación deben entregar los apoyos casa por casa, no en eventos públicos.
Como autónomos que son los municipios, también son los más vulnerables cuando se trata de situaciones excepcionales como lo es una pandemia. En Fresnillo, pocos días le quedan a Saúl Monreal Ávila para que se conozca el primer caso de infección. No obstante, ya habilitó el Hospital de la Mujer con el objeto de concentrar ahí a los pacientes del COVID-19, y mantiene los mensajes institucionales hacia la población.
Zacatecas y Jerez, otros centros de mayor concentración de habitantes, cuentan también con autoridades que responden en tiempo real a la crisis. El momento es propicio para un Ulises Mejía Haro que ha anclado su gobierno en las redes sociales.
Mientras que la decisión del “Charro” Toño Aceves para interrumpir la venta de alcohol, aunque polémica, tiene sustento en las nuevas disposiciones publicadas el pasado 31 de marzo en el Diario Oficial de la Federación. Ayer mismo la planta cervecera en Calera interrumpió su producción.
#Coincidencias: Geovanna Bañuelos de la Torre se repuso del saludo de mano que ofreció a Hugo López-Gatell hace algunos días, y regresó para poner a prueba a la clase política local cuando direccionó tres meses de su salario a la crisis sanitaria. Touché: los depositará en una cuenta de la Secretaría de Finanzas.
Entre reconocimientos, también surgieron críticas desde páginas apócrifas, como se acostumbra. Pero la decisión estaba tomada y surtió sus efectos. En cascada cayeron los sueldos de Alejandro Tello, Ulises Mejía, Adolfo Bonilla, Saúl Monreal, Jorge Miranda, Luis Maldonado, Víctor Rentería, Roberto Luévano, y los que se sumen.
En la LXIII Legislatura los consensos no estuvieron ni cerca de llegar. Durante la reunión semanal de la Comisión de Régimen Interno y Concertación Política surgió la propuesta. Acostumbrados a disentir en todo aquello que limite sus fondos, las y los legisladores prefirieron patear el bote.
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