La estrategia regionalizada que llevó a Italia al incremento masivo de casos de infección por coronavirus en la región de Lombardía, a finales del mes de febrero, sabemos que concluyó con la saturación inminente de centros hospitalarios en aquel país. México se acerca a una enfoque parecido pues el próximo 18 de mayo algunos municipios podrán levantar su cuarentena.
Al día 54 de la pandemia en Italia, por ejemplo, el país mediterráneo contabilizaba 70 mil casos positivos, mientras que México únicamente podía confirmar 8 mil 772. Las diferencias sustanciales no pueden achacarse a un mejor tratamiento del virus, sino a que en Italia hubo un mayor aporte de positivos porque se aplicaron pruebas diagnósticas a 10% de su población.
En nuestro país, si acaso el 1% de la población accede a un diagnóstico debido a que hemos adoptado el método centinela, donde los pronósticos valen más que los confirmados. En cuanto estimación, hoy alcanzamos los 250 mil contagios. No sabemos dónde están, ni en qué periodo de infección se encuentran, si respetan la cuarentena o tienen que salir a trabajar diariamente.
Lo que sí sabemos es que, en el caso italiano, Sergio Romagnani, profesor emérito de la Universidad de Florencia, encontró que el 80% de la población asintomática es la que más capacidad de contagio había mostrado en Italia, y es precisamente a la que la Organización Mundial de la Salud determinó como la menos factible para desarrollar pruebas diagnósticas.
No obstante, el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, en un video-mensaje de este lunes, explicó que, en menos de un mes, algunos municipios hipotéticamente volverán a la “normalidad”, o a la nueva “normalidad” después de esta pandemia global. Nuestra curva de transmisiones se ha “aplanado”, aunque en México existan 9 mil 653 sospechosos por confirmar.
La fecha coincide con la apertura de las fronteras norte y sur, el próximo 20 de abril, como lo informó ayer Marcelo Ebrard Casaubón, secretario de Relaciones Exteriores. Precisamente en los estados del norte que presentaron los primeros síntomas de saturación hospitalaria en nuestro país, a unos kilómetros de una de grandes centros de infección como California y Texas.
Si Estados Unidos reabre las cadenas productivas, como lo pretende el presidente Donald Trump en su carrera electoral por la reelección, subestimando con ello la crisis viral, México no podrá más que reinstalar los centros de manufactura “no esenciales”. La narrativa es consistente con las necesidades del mercado más que las de la salud pública como un problema de seguridad nacional.
El Gobierno de México se está preparando para abandonar la crisis en momentos en que la Fase 3 de contagio muestre el peor rostro de este virus. La infraestructura sanitaria apenas sobrevivió los estragos de la Fase 2, y ahora entraremos a un proceso de verificación para conocer qué estados y municipios son los que presentan comportamientos más riesgosos.
“Al hacer una distribución por tasa de incidencia acumulada también nos permite hacer una comparación entre las diferentes entidades federativas. Esta es una actividad que también se puede hacer a nivel municipal para identificar claramente en qué regiones, entidades o municipios del país, se está llevando a cabo la transmisión más reciente” explicó José Luis Alomía Zegarra.
El director General de Epidemiología adelantó así la nueva construcción discursiva alrededor del virus en México. La vigilancia tendrá un mayor énfasis en el comportamiento poblacional en los estados y municipios. Y como ha advertido anteriormente Hugo López-Gatell Ramírez, estas autoridades son corresponsables de los números de la epidemia.
Pasamos entonces a valorar un comportamiento como país, a un comportamiento regionalizado, o casi municipalizado. Distribuir los costos políticos de la epidemia entre todas las autoridades, y ayudar a despresurizar al gobierno federal, especialmente después del capítulo histriónico entre López-Gatell y Javier Alatorre que concluyó con una entrevista para TV Azteca.
Más allá del llamado a no atender a la autoridad sanitaria en un noticiero consultado por 1.2 millones de personas, la respuesta del presidente Andrés Manuel López Obrador hacia un medio socio de la Cuarta Transformación es de complicidad. Y no es extraño pues en Palacio Nacional la epidemia es un estorbo en la agenda personal del tabasqueño.
Lograr el control total de la narrativa en la pandemia por coronavirus para mantener el orden social y la legitimidad de un gobierno. No con ello buscar el control de la enfermedad, ni la lucha institucional en tiempo real y con estándares de transparencia. El fin último no es el ciudadano, es el derecho de un partido o un gobierno de mantener su liderazgo en medio de una crisis.
Las semejanzas entre el modelo chino, hiper concentrado en el Partido Comunista, y el modelo mexicano, donde el presidente absorbe los mensajes, encuentran semejanzas indudables: minimizar números, censurar denuncias, comunicación propagandística, pocas muestras diagnósticas, buscar culpables internos o externos. El autoritarismo en pleno.
#Casualidades: Brotes hospitalarios también en Zacatecas, y no sólo por coronavirus. La inconformidad del personal médico comienza a ser latente. Contratos mensuales y sin seguridad social, salarios inferiores, personal de base no atiende a los pacientes de COVID-19.
Suplentes y de contrato compran sus insumos, obligados a dar tratamiento o de lo contrario se ponen a disposición de la Secretaría de Salud. No hay cápsulas de traslado, al personal incapacitado sólo se les garantiza 10 días de pago, y no se respeta la cuarentena a quienes han dado positivo.
Gilberto Breña Cantú parece no entender que el modelo federal tiene una finalidad política, no sanitaria. Y si es que lo entendió, más vale que tenga una estrategia de comunicación parecida en la que el gobierno sea el menos culpable de cualquier tragedia.
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