El próximo martes, en la casona del Comité Ejecutivo Nacional de Morena, Ulises Mejía Haro, José Narro Céspedes y José Luis Medina Lizalde tendrán una primera reunión con Mario Delgado Carrillo. Muy probablemente el presidente del partido pase la convocatoria a David Monreal Ávila, en calidad de aspirante externo.
Al excoordinador de Ganadería no le resultará difícil trasladarse, pues en la Ciudad de México es donde ha consumido la mayor parte del tiempo en las últimas semanas. Sí, llegó a Zacatecas como lo prometieron sus aplaudidores, y se regresó a la capital del país donde lo entretiene la Auditoría Superior de la Federación.
Lo mismo que la Secretaría de la Función Pública y el Órgano Interno de Control de la SADER, que llevan el procedimiento disciplinario para sancionar diversas irregularidades administrativas atribuibles al exfuncionario y al Administrador Único de la empresa Industrias A y G, Víctor Hugo Calderón Vázquez.
Aunque se llame víctima de una campaña negra, de infamias y de calumnias, los hechos incontrovertibles están en manos de las autoridades federales. Y con un procedimiento disciplinario en trámite, la única “guerra sucia” en su contra es la que él mismo dejó correr en la operación del Crédito Ganadero.
Pese a su propio infortunio, Mario Delgado tiene la encomienda de darle juego al interior de la Regeneración Nacional, donde el consenso mayoritario actual es cerrarle las puertas al Verde Ecologista; ese instituto que propondría a David como candidato en caso de que se concretara una alianza a nivel local.
Sin embargo, aunque el escenario de las coaliciones pareciera moverse de lugar, en realidad nunca salió del Consejo Nacional de Morena. Ahí ha subsistido desde las primeras reformas a los estatutos del partido que dejaron en manos de ese órgano la facultad de “proponer, discutir y aprobar” la política de alianzas.
Nada ha cambiado desde entonces salvo la pretensión del Verde Ecologista de colgarse de la fuerza electoral de Morena para subsistir como partido. Ese es el centro del debate de las y los consejeros encabezados por Bertha Elena Luján Uranga, y que esta misma semana culminó con la rabieta de Carlos Puente Salas en Twitter.
Acusó de “imposición” cuando lo que él mismo buscaba privilegiar era un acuerdo cupular en el que nunca se tomó en cuenta a la asamblea que define la ruta de las coaliciones. Mario Delgado podrá ser el representante legal del partido, pero el Consejo Nacional es el que dicta dónde y cómo va a representar a Morena.
Así, la “cúpula” equivocó la ecuación y las formas. En vez de mandar un mensaje de conciliación, lo primero que hizo Carlos Puente fue desconocer la decisión tomada por el Consejo Nacional al exigirles que se cumplieran los “acuerdos”. Es evidente que esos “acuerdos” nunca pasaron por los delegados que derribaron la coalición.
Si bien la alianza parlamentaria entre Morena, el PVEM y el PT la sostuvieron Mario Delgado y Ricardo Monreal Ávila en el Congreso de la Unión, ello no implicaba que ese pacto se convirtiera en coalición electoral. Mucho menos en un partido al que han empujado al extremo de las tensiones y agravios a la militancia.
Distanciadas las “cúpulas”, el pulso de las bases quedó relegado una y otra vez en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Como consecuencia, el descontento acumulado trajo la decisión mayoritaria (89% de los votos) de las y los consejeros para dejar a su suerte al Verde Ecologista. Y ese es apenas el comienzo.
En el Consejo Nacional es donde se encuentra hoy el poder concentrado de Morena. El único camino posible para una presidencia testimonial como la de Delgado Carrillo son los acuerdos con los grupos representados en el Consejo. De lo contrario, la polarización terminará de diluir al partido favorito de los sondeos.
Visto en retrospectiva el escenario, cobra sentido la hipótesis de que, salvo escasas ocasiones, el presidente Andrés Manuel López Obrador sí se mantiene alejado del ambiente partidista. De qué otra forma se explica la elección de un nuevo presidente que llega a Morena limitado, sin equipo, a obedecer a sus consejeros.
Andrés Manuel conoce muy bien el entramado del partido y aún así dejó correr un cambio de dirigencia que representa todo menos un cambio sustancial. Su dedo elector no llegará a todos los rincones, sino a los puntos estratégicos de la elección 2021; y cuando me refiero a “estratégico” no hablo de Zacatecas.
#Casualidades: Si no hay nuevos cambios, este fin de semana estará en Zacatecas la Secretaria General de Morena, Citlalli Hernández Mora. Tendrá un acercamiento con la Dirigencia Estatal del partido, encabezada por Fernando Arteaga Gaytán.
En menos de dos semanas el Comité Estatal deberá presentar ante el Instituto Electoral del Estado de Zacatecas su intención de formalizar alianzas. No obstante, con el nivel de votación en el Consejo Nacional será difícil que Morena y el PVEM compartan candidaturas en la entidad.
El encuentro con Citlali Hernández será un prólogo de los temas que luego se abordarán en la reunión del martes con Mario Delgado, y no debería descartarse que en Zacatecas compita una mujer con las siglas Morena-PT. Geovanna Bañuelos de la Torre adelanta en esa posición.
Así como tampoco queda suprimida la posibilidad de que, en las mesas de consensos entre aspirantes, el senador Ricardo Monreal le sugiera a Mario Delgado un cambio de última hora, pues a David Monreal no lo distingue la empatía entre los afiliados. Suena el nombre de Saúl.
Porque una cosa es la propaganda de sondeos y otra muy distinta las coyunturas políticas en donde David resulta todo lo contrario a “bien evaluado”, “ganador indiscutible”, “triunfo de trámite”. Como se advirtió aquí desde agosto: antes de enero conoceremos el rostro real de la elección.
Twitter: @GabrielConV