De qué sirve una Mesa de Construcción de Paz dispuesta a calificar las diferentes expresiones de violencia proveniente de los cárteles del narcotráfico como una respuesta a su “estrategia de seguridad” en Zacatecas, si en cuestión de minutos -y durante al menos 48 horas- las bandas criminales demuestran que pueden paralizar y asediar las principales rutas de tránsito de la entidad.
En efecto, quienes integran estas “mesas” saben cómo explicar, apenas de forma superficial y como mera justificación, todos los hechos delictivos una vez que fueron consumados. Las corporaciones de seguridad que fundan su razón de ser en la “prevención y contención” de la violencia, han abandonado esa tarea para convertirse (sólo en el discurso) en policías de investigación.
A mayor gravedad, impacto o intimidación que producen las escenas de violencia, menor tiempo ocupa el que se dice “gobernador” para solicitarle a las fiscalías que abran un expediente y comiencen las averiguaciones. En el lenguaje de David Monreal Ávila prácticamente han desaparecido las tareas de reacción, anticipación y disuasión del crimen organizado.
Todo se trata de indagar qué fue lo que sucedió con el sólo objetivo de “dar con los responsables”. No existen los presuntos enfoques de “inteligencia” que limiten el desplazamiento libre de los cárteles en los 58 municipios. Los diversos enfrentamientos ocurridos el fin de semana en tres carreteras federales son la muestra más nítida de qué tan fácil es secuestrar y poner de rodillas a la nueva gobernanza.
Después de las imágenes que atestiguó la ciudadanía y que la misma población se encargó de publicar y difundir en redes sociales, cualquier postura oficial hoy carece de autoridad. No obstante ello, Adolfo Marín Marín sostuvo la hipótesis de que un supuesto golpe quirúrgico, en contra de un cabecilla del narcotráfico, produjo la virulencia de las bandas criminales.
Para entonces, los videos que registraban camionetas calcinadas en el municipio de Valparaíso delataban un problema aún más grave: en uno de los vehículos con blindaje artesanal se leía un rótulo con el nombre del cártel con el que fueron vinculados dos funcionarios estatales y tres federales, días atrás. Acusaciones que, en su momento, David no negó ni minimizó.
Entonces, ¿las acciones terroristas obedecen a una respuesta de los gobiernos estatales y federal, posterior a las acusaciones de intereses oficiales coludidos que dejó correr la conocida célula criminal? ¿Cuál de los “jefes de plaza” estuvo en la mira de la Secretaría de Seguridad Pública y la Mesa de Construcción de Paz? ¿La detención termina por dar validez a esos señalamientos? ¿Por qué desapareció de los reflectores públicos, por segunda ocasión, Verónica del Carmen Díaz Robles?
Esto, si damos por cierto que hubo tal detención. Existen otras versiones que apuntan a una estrategia planeada por un cártel del narcotráfico para golpear a algunas células criminales avecindadas en el municipio de Fresnillo, donde supuestamente habrían iniciado la disputa con tal de desestabilizar los festejos de la FENAFRE. Las secuelas de tal premisa se vivieron este lunes cuando la gente dejó de asistir a esa feria.
Cualquiera de estas posibilidades nos lleva a un callejón sin salida como sociedad: ni el gobierno estatal, ni el gobierno federal mostraron una respuesta efectiva al poder de los cárteles del narcotráfico que no sólo disputan las rutas de trasiego, sino que han convertido a Zacatecas en una zona de guerra fértil, patrocinada por la impunidad.
Aquí se apuntó en una entrega anterior las condiciones de “coordinación” que subsiste entre Palacio Nacional y Palacio de Gobierno. Las súplicas de la presidenta municipal Yanet Morales Huizar, que vive un gobierno en exilio para los habitantes de Apulco, recibieron la misma respuesta que ofreció la Secretaría de Gobernación a los desplazados de Jerez: que lo resuelva la autoridad estatal.
El problema es que la nueva gobernanza, con todo y Mesas de Construcción de Paz, no presenta otra respuesta que no sea la de reconocer el nivel de sofisticación en que se encuentra el narcotráfico en Zacatecas y en México, el nivel de intimidación que logran infligir en la sociedad, y el nivel de sometimiento que ejerce sobre las corporaciones de seguridad.
Pese a estas tres evidencias, las prioridades de David Monreal -aún y cuando reconoce a una sociedad intimidada- se centran en promover la Feria Nacional de Zacatecas, invitar a los inversionistas a no fijarse en la inseguridad que tiene más tintes de “inteligencia” que su remedo de gobierno, y pedir a los zacatecanos que sigan en la “normalidad” porque no hay nada qué temer.
Tal vez se refiera a la “normalidad” con la que los cárteles del narcotráfico cuelgan cadáveres en los puentes viales de Ciudad Cuauhtémoc, y que en esta ocasión no alcanzaron a suspender tres cuerpos porque no les dio tiempo. Con la tarea a medias, como relató el propio David, igual dejaron los cadáveres a las orillas del pasaje. Algo muy “normal” y, lamentablemente, cotidiano.
Hay cierto dejo de indiferencia en el lenguaje y la actitud del que se dice “gobernador”. Para David el problema es que las y los zacatecanos no son lo suficientemente negligentes y desinteresados (como su “gobierno”) para no caer en “intimidación”. Justo por eso se encaprichó con la comunidad universitaria, pues no barrieron la basura debajo del tapete ni disimularon la absoluta gravedad de los hechos, como él lo hace en completa “normalidad”.
#Casualidades: Por más intentos telefónicos que realizó Caballo de Troya, el rector Rubén Ibarra Reyes negó a este espacio, en tres ocasiones, la oportunidad para solicitar información sobre el presunto diagnóstico que le presentó David Monreal Ávila (que más bien sonó a regaño) para exigirle reanudar las actividades presenciales en la UAZ.
En tres ocasiones, el también académico pretextó abordar y descender de un vuelo, y trasladarse en algún aeropuerto, para evitar las preguntas sobre su curioso comunicado este lunes, lleno de lugares comunes y sin abordar el fondo del problema que enfrenta la comunidad estudiantil.
Se entiende que su primer comunicado, difundido el domingo por la noche, haya fungido como una eventual muestra de buena voluntad. Sin embargo, el rector ha sido omiso durante un año en que la nueva gobernanza llevó a extremos poco conocidos, el problema de inseguridad.
Bien reclamaron en redes sociales a Rubén que su primera misiva no promovió el respeto a los estudiantes, académicos y administrativos, y que en otras ocasiones sólo hubo silencio. Así, el que se dice “rector” únicamente salía al paso mediático de la situación, evitando en todo momento confrontarse con el “gobierno” en turno.
Está “más vendido con David, que el pan Lulú afuera de la feria” se leyó en otro de los comentarios a través de Facebook. La percepción no es espontánea, y proviene del vínculo que ha establecido el grupo universitario que obedece al diputado Alfredo Femat Bañuelos, para corporativizar el voto estudiantil.
Recordemos que el exrector Antonio Guzmán Fernández fue candidato del Partido del Trabajo en la pasada elección, una vez que abandonó la misma rectoría que hoy ocupa Rubén Ibarra, otrora Secretario General. Las complicidades, como bien lo percibe la ciudadanía, obligan a ese silencio comparsa. Así se concede la “autonomía” al mejor postor.