La agenda fue confirmada por el personal del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas, Adelfo Regino Montes, al gobernador de las comunidades asentadas en las serranías del estado de Jalisco. Posterior a la Caravana por la Dignidad y la Conciencia Wixárika, con la que se trasladaron al Zócalo de la Ciudad de México en mayo, finalmente Andrés Manuel López Obrador visitará aquella región.

Lo hará los días 9, 10 y 11 de septiembre, mismo fin de semana en que, teóricamente, se tiene planeada otra gira dentro del estado de Zacatecas. La información fue corroborada por este espacio con los colegas del Periódico Somos, que mantiene cobertura desde el Sur de Zacatecas hasta la zona norte de Jalisco, ahí donde se adentrará el presidente a partir del próximo viernes.

Se han apostado distintos destacamentos militares en toda la serranía que abarca los municipios de Mezquitic, Del Nayar (en Nayarit) y Mezquital de Durango, como tienen conocimiento en aquel medio de comunicación, pues el objetivo de la visita es la firma presidencial del Plan de Justicia Wixárika, Nayeri y Odam, de los estados de Jalisco, Nayarit y Durango.

Esto después de las exigencias de la comunidad wixárika para que la autoridad federal mediara un conflicto entre los pueblos indígenas y ganaderos de Nayarit que han afectado zonas tradicionales en las que realizan sus rituales. A la par, también pusieron en la mesa el clima de violencia que aqueja la ruta wixárika, en la que recientemente fueron secuestrados tres comuneros.

A menos que alguna contingencia modifique el itinerario de esta gira, López Obrador tendría que estar en Mezquitic el viernes 9 de septiembre cerca del mediodía. Esto dejaría a la nueva gobernanza, después de los episodios de violencia desbordada en tres distintas carreteras que cruzan el estado de Zacatecas hace unos cuantos días, en un penoso papel secundario ese mismo día.

El presidente prácticamente viene de paso, y son pocas las opciones que se abren dentro de sus visitas: una conferencia matutina posterior a una mesa de seguridad con autoridades locales, o un acto protocolario como el que conocimos el pasado 25 de noviembre, fecha en que la Cuarta Transformación dio a conocer su Plan Zacatecas II.

Eso si es que no decide cancelar su breve estadía en la entidad, después de la línea de confrontación que abrió Ricardo Monreal Ávila con la votación de la Mesa Directiva del Senado, en la que se apertrechó con las bancadas opositoras. Escenario que no es descartable. No obstante, lo único cierto es que la nueva gobernanza no ha confirmado ni ha ofrecido detalles del evento.

Se encuentran absortos en la discusión acerca de si David Monreal Ávila deberá de presentarse en el Pleno de la LXIV Legislatura, como lo obliga la normatividad, y, además de leer su ínfimo mensaje, escuchar los posicionamientos de las distintas bancadas. Es tal la exposición de quien pierde fácilmente los estribos y no sabe improvisar, que resulta un riesgo real llevarlo al Congreso.

De la intención de cancelar la intervención de las bancadas en el primer informe tuvieron conocimiento, desde el pasado jueves, los integrantes de la Junta de Coordinación Política. La escucharon de voz de Gabriela Evangelina Pinedo Morales, después de hacer antesala durante cuarenta minutos en los interiores de Palacio de Gobierno, hasta que pudieron ser atendidos por la funcionaria.

Con ese mensaje, Pinedo Morales se apersonó al siguiente día a la sede legislativa, en donde convocó al grupo guinda para darles a conocer la propuesta de la nueva gobernanza, misma que sería ratificada en la sala de la otrora Comisión de Régimen Interno y Concertación Política a las y los diputados que recibió tarde en su oficina el jueves.

A decir de quienes este lunes se presentaron en conferencia de prensa para confirmar la existencia de un nuevo Bloque en Pro de las Finanzas Legislativas (y las propias) integrado por 25 legisladores de todos los partidos, a excepción del bloque comandado por Verónica del Carmen Díaz Robles, no se había llegado a un acuerdo con la representante de la nueva gobernanza, lo mismo que al cierre de esta columna.

Cabe mencionar que dicho acuerdo tiene una condición previa. Como aquí se explicó en una entrega anterior, el requisito que impuso Ernesto González Romo a sus compañeros a cambio de 750 mil pesos por curul (del presupuesto de la LXIV Legislatura), es propiciar un ambiente menos ríspido contra David Monreal y Verónica Díaz.

Por ende, estaríamos en la antesala de un informe en el Congreso con un solo orador, o bien, una simulación consumada por las “ambiciones vulgares” (Ricardo Monreal dixit) de las y los legisladores que dieron paso a esa nueva complicidad. A cambio de unos cuantos pesos, pocas dudas quedan de que la “oposición” de papel modifique sus conductas hasta llegar al servilismo.

Por el momento, ningún legislador se ha tomado la molestia de precisar qué fue lo que ocurrió en las últimas semanas, que permitió que hoy dos bloques antagónicos e intransigentes alcancen acuerdos sin la mínima diferencia política o discursiva. Arrancaron varias páginas de un episodio pendiente, abrieron un nuevo capítulo, e imaginaron que en verdad nadie lo notaría.


#Casualidades: Si precisáramos el momento más incómodo de la comida que organizó Carlos Alberto Zúñiga para el embajador Kenneth Lee Salazar, “por instrucciones del señor gobernador” (así le dicen) sin duda ese sería el discurso del “conciliador” Ernesto González Romo.

En los jardines del museo Rafael Coronel amenizados con música de cuerdas (nada fifí, según la nueva gobernanza), el justiciero y repartidor de los 750 mil pesos por curul, desafió al funcionario norteamericano por sus políticas de consumo de drogas y venta de armas. Es la naturaleza pendenciera e irrenunciable del diputado y próximo presidente de la Mesa Directiva de la LXIV Legislatura. De conciliador sólo tiene la actuación.

Muy distinto al envalentonado justiciero, las palabras de Julio César Chávez Padilla, Jorge Miranda Castro y Daniel López Martínez, redundaron en lugares comunes para no incomodar un banquete con tunas, alguna crema insípida, un corte de carne presuntuoso, vino tinto y bebidas de todo tipo.

Empero, los discursos no fueron los mensajes llamativos, sino el clima interno. Las dos (ni tan) alegres comadres finalmente dejaron de departir juntas. A Norma Julieta del Río Venegas se le destinó un lugar en la mesa de empresarios, que encabezaba Eduardo López Muñoz.

Ahí estuvieron José Aguirre Campos (acompañado por un directivo del diario El Financiero), Pedro Lara Rojas y Pablo Yaco Reimers Campos. Mientras que la delegada del Bienestar ocupó la mesa de los alcaldes, custodiada por Julio César Chávez Padilla, a quien dedicó la plática en todo el evento.

Una ausencia notable fue la de la presidenta honorífica del SEDIF, Sarah Hernández Campa. En su representación (probablemente) ocupó el lugar David Monreal Hernández, mejor conocido como David Monreal “Junior” que más tarde apartó la primera fila del Palenque en el concierto de Carlos Rivera. Ahí repartió 15 lugares y regaló bebidas ilimitadas de Don Julio 70 a sus invitados, según comentan algunos asistentes.

No fueron pocos quienes presenciaron el saludo que, aunque educado, marcó distancia entre Julieta del Río y Verónica Díaz, como en esta columna se ha insistido hace tiempo. Incluso hubo oportunidad de que los presentes bromearan con aquello de quién supera a quién en las encuestas.

La lista de invitados la completaron: José Francisco Murillo Ruiseco, Osvaldo Cerrillos Garza, Gabriela Pinedo Morales, Arturo Nahle García, Christian Paul Camacho Osnaya (FGR), María Muñoz Reyes (IZC), Rodrigo Castañeda Miranda, Verónica Yvette Hernández, Guillermo Carrillo Pasillas, Nieves Medellín Medellín, Maribel Galván Jiménez, Alfredo Femat Bañuelos (que guarda sepulcral silencio ante los problemas de seguridad que vive la comunidad de la UAZ) y Sergio Ortega Rodríguez.

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