Este viernes 9 de diciembre comienza una de las batallas de mayor trascendencia que librará el periodismo crítico y de investigación en tiempos de la nueva gobernanza. Desde temprano habrá de ejercerse la judicialización de una carpeta de investigación por imputaciones que construyen una persecución política a través del acoso judicial contra quienes se atreven a sostener, con imparcialidad, esta loable tarea que es del total interés público.
En las democracias, el periodismo es un bien que tutela distintos de los derechos más importantes para dar cauce a la lógica participativa, principalmente el derecho a la información vinculado íntimamente con la libertad de expresión. Y los censores de la actividad informativa se encuentran precisamente entre los distintos medios de comunicación y sus consumidores.
Es una actividad que se autoregula entre las ofertas de empresas que producen contenidos relacionados con el quehacer público. No sin dejar de cumplir cánones y estándares que, además de legales, se fincan en la ética como en la producción de contenidos y la formación de opinión pública de calidad.
Sin embargo, las ya usadas y difundidas acusaciones que leerá un juez este día, estoy cierto, no van más allá de un tema político, pues el trasfondo legal se encuentra sumamente forzado con dedicatorias específicas, como lo han conocido diversos especialistas en la materia. Entienden, con claridad, que la tarea se centra en la intimidación y la vendetta personal, que en paralelo censure las válvulas de escape de la legítima inconformidad social.
También estoy auténticamente convencido de que el proyecto alternativo de información que actualmente crece en Zacatecas es uno imparable, y se encuentra en su mejor momento (por más que intente anularse a unos cuantos) pues ha logrado modificar, de una vez por todas, la forma en que la ciudadanía entiende, se aproxima y consume ese periodismo especializado. Se ha roto la inercia de los rumores y los trascendidos para comprometerse con la investigación.
La clase política, inmersa en sus viejos ritmos históricos que anclan en el pasmo y la añoranza del pasado, simplemente no encuentra la forma de plantarle cara a los datos difícilmente objetables, la crítica fundamentada y la posesión de la agenda pública en unos cuantos actores informativos que hoy definen las características de la lucha de poder en el estado.
No es la primera vez que la nueva gobernanza utiliza los medios del Estado con la finalidad de “deslegitimar” y cuestionar a las y los mensajeros. Nunca a su trabajo. Algo pocas veces visto en la historia de Zacatecas que ahora se ha convertido en la rutina de “diálogo” y “desmentidos” con el uso faccioso de la ley, haciendo pasar denuncias a modo como causas “justas”. Nada más falso, deplorable, y a la vez risible.
Esa es la prioridad de este absurdo llamado “nueva gobernanza”. Lastimosamente, la sociedad se encuentra secuestrada por el crimen organizado, en una forma excesivamente violenta como el narcotráfico presente. Y la respuesta más prudente que ha encontrado David Monreal Ávila es “distraer” con incendios jurídicos y mediáticos contra sus verdaderos opositores en el libre ejercicio de la vigilancia informativa.
No, no me refiero a los políticos de siempre y ni a los “comunicadores” obsoletos. Hablo de una nueva generación que construye, todos los días, paso a paso, el otro Zacatecas del que se resisten abandonar mentes olvidadas en los ayeres del poder incuestionable, como mera frustración al no saber manejar los novedosos empoderamientos que traen consigo mayor homogeneidad, gracias a las tecnologías de la información y las redes sociales.
Hace unos días, el “Colectivo Causa en Común” fijaba la numeralia de la barbarie en el estado, absolutamente normalizada en el discurso y la cotidianeidad de David Monreal. Tan sólo de enero a noviembre del 2022 se conocieron “242 atrocidades en Zacatecas”, un promedio de 22 homicidios por mes que diversifica a la población indistintamente.
De ahí se desprenden 43 masacres, así como 30 casos de mutilación, descuartizamiento y destrucción de cadáveres. Otros 42 casos de tortura, junto con el asesinato de 34 mujeres fulminadas con crueldad extrema. Esas mismas cifras también alcanzan a los menores de edad con 25 asesinatos de niños, niñas y adolescentes.
Frente a las amenazas reales: agilizar cínicamente carpetas de investigación en contra de una lista de enemigos escogidos, que auxilien a desahogar su desastrosa e incoherente escenificación. Ni siquiera una bocanada de oxígeno, sino de dióxido de carbono (cual veneno), que inhala por sugerencia de personajes que solo lo utilizan para guerrear sus conflictos personales, como Angel Manuel Muñoz Muro (mejor conocido en la secta como el asesor legal de divorcios).
No importa que hace unos días Zacatecas fuera terreno de embate entre grupos de poder paramilitar, con una respuesta tímida desde sus despachos, lo que sólo confirmó sus limitaciones. Familias raptadas por las imágenes del horror transmitidas en tiempo real desde sus redes sociales, que acechan a un David Monreal sin respuestas.
Empero, sus culpables de cabecera: los medios de comunicación. Esa intención malograda por desacreditar a un gremio que tiene como obligación retratar la realidad, aún se torne esta cada vez más difícil de asimilar. Someterlos con emisarios que no respetan la mínima dignidad de sus supeditados, con tal de que repliquen sus reclamos que sólo autoinvalidan su voz cuando se forman en sus filas.
Y a quienes no se subyugue, porque su compromiso es con la tarea de informar desde el sentir real de las y los zacatecanos, responder con el enfurecimiento y la irritación por impotencia, y las articulaciones del Estado desbocadas en perseguir a las y los genuinos. Pero, sé también que son otros quienes merecen el significado lícito de la frase: “ni nos vamos a callar, ni nos vamos a dejar, ni nos vamos a rajar”.
Si las instituciones insisten en conducirse con evidente parcialidad no duden que llevaremos esta lucha al plano nacional. Demostraremos que aquella prédica no le corresponde hoy a una “corcholata”, sino a la gente de ese estado que gobernó y que ahora resiste en uno de los peores momentos de su historia auspiciado por el apellido en crisis. Estos son los nuevos tiempos, le pese a quien le pese. Bienvenidos todas y todos los que anhelen un mejor Zacatecas y un mejor país.