Tratemos de entenderlos, aunque parezca imposible. Los representantes de las cámaras empresariales que acudieron a la reunión con la Mesa de Construcción de Paz este miércoles, están absolutamente seguros de que los medios de comunicación contribuimos en gran parte al deterioro de la marca “Zacatecas” como producto turístico.

Somos los responsables, como lo repite David Monreal Ávila en cada ocasión, de que la violencia infranqueable que vive la sociedad aparezca en primeras planas al menor escándalo. No tenemos la mínima consideración por reducir los hechos delictivos dentro de nuestros espacios informativos, o al menos por descafeinar la violencia como muestra de solidaridad.

Si queremos a Zacatecas, dicen quienes ahí se reunieron, deberíamos de cuidar su fachada turística y “guardar” la imagen que mantiene el estado a nivel nacional. También deberíamos de “ayudarle” al gobernador a salir del lugar 32 de aceptación ciudadana, en el que permanece prácticamente desde el inicio de su gobierno.

Tienen la certeza -porque eso les ofrecieron- de que David no cederá a la “extorsión” a la que se prestan todas las empresas informativas sin distingo alguno. El de Fresnillo va a tolerar el “vapuleo mediático” a cambio de que en su ética, los medios antepongan el “bienestar” de Zacatecas y privilegien la imagen antes que la realidad.

Comprendamos que son los mismos empresarios que aseguran que en entidades como Aguascalientes (a donde han migrado desde hace tiempo), también se aprecian hechos delictivos. Lo mismo hay homicidios a plena luz del día y narcotraficantes que son detenidos por los cuerpos de seguridad, sin embargo, por alguna razón esos hechos trascienden en menor medida.

Su conclusión es que buena parte del escándalo, irremediablemente, proviene de quienes resaltan en sus páginas hechos irrefutables. Y aquí viene la gran paradoja a la que se enfrentan en estos momentos: si David se dice listo para no permitir extorsión alguna de cualquier agencia mediática, ¿quién le ayuda entonces a “que se hable bien de Zacatecas”? Porque todo parte de un perverso “modelo de negocios”, muy distinto a su “cultura del esfuerzo”.

Insisto, no hay separación posible entre medios oficiales y disidentes. Para los empresarios la tarea informativa no encuentra contrastes. Todos hablamos y exponemos a la entidad como la más insegura de todo el país, incluso las páginas anónimas que mueven desde Palacio de Gobierno. En consecuencia, el turismo pierde valor, las inversiones se detienen, el circulante del exterior no llega y las remesas impactan en menor medida.

De acuerdo con esta misma apreciación, los medios somos los grandes engranajes de la cadena productiva local. Nosotros dictamos qué tanta derrama económica asiste al estado y cuánta se pierde. Pasamos de simples vasos comunicantes (en un mercado que han absorbido casi en su totalidad las redes sociales), al motor de la salud financiera de todo un estado. Ellos no aceptan esa responsabilidad.

Tenemos mucho más poder que un gobernador y su ejército de “refuerzos federales”. Hablamos un idioma mucho más persuasivo que el que ofrecen las instituciones a las familias de cientos de desaparecidos. “Vendemos” más fichas de búsqueda de las que puede boletinar la Fiscalía por día o por semana. Y mantenemos el mercado del morbo para que la demanda permanezca en incremento.

Buscamos las imágenes que el crimen organizado intenta pasar inadvertidas, pues ningún cartel del narcotráfico quisiera que la población conociera de cabezas desmembradas, cuerpos “en reducción esquelética”, balaceras que a nadie incumben, homicidios “entre delincuentes”, y personas que desaparecen lo mismo en Zacatecas que en Querétaro.

A tal grado nos hemos encumbrado con la venta de “amarillismos”, que esa misma clase empresarial solicitó una reunión particular con el embajador norteamericano Kenneth Lee Salazar para hablar del avance del narcotráfico no en las comunidades ni en los municipios, sino de las páginas intermedias a las primeras planas de los medios locales.

De tal manera que influimos en mayor medida que cualquier capo de la droga al que le dediquen narcocorridos y cualquier serie televisiva en plataformas virtuales. Nosotros decidimos cuánta sangre derrama Zacatecas, cuánta gente desaparece, cuántos policías son asesinados, cuántos negocios cierran por cobro de piso, y cuántos desplazados salen de sus comunidades.

Aunque, sin tan sólo pusiéramos de nuestra parte para que de Zacatecas “se hable bien”, muy probablemente propiciaríamos un flujo monetario que ayudaría a reducir los índices de inflación local. Si obviáramos los hechos delictivos (que esa clase empresarial no niega en sus reuniones privadas), David Monreal ahora sí tendría espacio para expandir su nueva gobernanza.

En consecuencia, por ejemplo, la tasa de creación de empleos formales se elevaría a un ritmo deseable. Tal vez no serían los empleos mejor pagados, pero tendríamos más oportunidades laborales. Los narcotraficantes no dejarían de acaparar el mercado ilícito, con la garantía de que el silencio cómplice no afectaría el capital foráneo. Zacatecas despegaría lento, pero constante.

Qué nos falta entonces para entender que nuestras palabras atraviesan más profundo que las balas. Y que no hay mejor venta de camellos que la que enreda a un incauto con la idea de que adquiere un animal sano, cuando en realidad se hace de un cuadrúpedo que desarrolla un virus letal, en apariencia asintomática. Mientras más avance en el desierto (antes de que detone la enfermedad), más cara e insegura habrá sido su adquisición. Pero, lo importante es vender.


#Casualidades: Si preguntan por el promotor de la teoría de los medios como responsables de la violencia, busquen la hemeroteca de un 16 de enero del 2015. Una fecha que Eduardo López Muñoz quisiera olvidar, cuando efectivos del ejército nacional le incautaron una pipa de combustible robado (huachicol), mientras lo descargaba en la estación “Gas Islo” de Fresnillo.

Al no poder demostrar el origen y propiedad legal del combustible, los militares aseguraron el vehículo con la carga de gasolina restante. Más de la mitad de los 32 mil litros de gasolina que transportaba aquella pipa fueron descargados en el tanque de almacenamiento.

Tras lo anterior, el tráiler y el chofer fueron puestos a disposición de la Procuraduría General de la República (PGR), para las investigaciones correspondientes. Así lo ficharon los grandes enemigos de la economía local, para dejar una huella que pocos conocen y otros han olvidado.

¿Y así se dice “extorsionado” por algunos diputados? Porque siempre es más fácil buscar responsables fuera de la burbuja de cristal -que comparten con la muy frágil “nueva gobernanza”- que asumir las consecuencias de su propia complicidad. Ellos llevaron al gobierno a David, ellos que lo carguen (y vaya que pesa).

¿Alguna duda del por qué las revistas de sociales en Zacatecas han tenido tanto éxito dentro del puñado de empresarios que únicamente están dispuestos a pagar porque se les retrate en sus actividades de ocio y sus vínculos familiares? Por cierto, ¿cuántos de ellos ya no viven en Zacatecas de forma temporal o definitiva?

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