David Monreal Ávila vio su suerte el pasado fin de semana. Como gobernador sotanero, y sin influencia alguna en el Comité Ejecutivo Nacional de Morena (a diferencia de aquellos años cuando su hermano Ricardo le hacía la tarea para llegar a la gubernatura), el de la nueva gobernanza se encuentra en condiciones de exclusión, como aquí ya se había pronosticado.

Durante el evento en el que la coalición PVEM, PT y Morena otorgó el nombramiento a Claudia Sheinbaum Pardo de precandidata presidencial única, el titular del ejecutivo de Zacatecas asistió con las ínfulas de exigir derecho de veto a distintos aspirantes en su entidad. Puso en la mesa los nombres de sus enemigos, y poco tardó en guardarlos.

Lo que ahí escuchó fue fulminante, y le dejó en claro el mínimo poder que representa al interior del centro de toma de decisiones nacionales de su partido, donde nunca ha sido visto más allá de un apéndice contaminado del senador Ricardo Monreal. El que se dice “gobernador” resulta que nunca pugnó por las “encuestas” que ahora presume su circuito de aplaudidores mal pagados.

Todo lo contrario, la del domingo fue la única oportunidad que tendría para encumbrar a Verónica del Carmen Díaz Robles frente a la Comisión de Elecciones de Morena como la favorita del mandatario número 32. Sin descartarla, las autoridades nacionales le recordaron que la fórmula al Senado únicamente se definiría por las preferencias electorales.

Sabedor de que su delegada favorita no figura ni siquiera en las encuestas que David mandó a levantar a Leopoldo Trueba Vázquez en TrueData, el que se dice “gobernador” insistió en verificar a sus “preferidos”. La segunda respuesta que recibió fue para aniquilar cualquier escenario que, en la lógica política más absurda, el de la nueva gobernanza había imaginado.

Resulta que, en esa misma charla, David Monreal se enteró que, a diferencia de sus pretensiones, en Zacatecas el Partido del Trabajo sí formaría parte de la coalición federal y local, de la que las quería excluir el fresnillense. Y no sólo eso, en su entidad ese partido encabezaría la primera fórmula al Senado, con la prospectiva de que una mujer del PT ocupara el primer lugar.

El cálculo electoral, a final del día, dependía en buena medida de las encuestas que ya son conocidas públicamente (junto con las de consumo interno), para siglar de esa manera al equipo de quienes buscarán sus escaños en la Cámara Alta. A partir de ese momento, la crisis en la que se ha encontrado desde hace meses y se niega a aceptar, le cayó como balde de agua fría.

En paralelo, y durante el mismo evento proselitista, otro Monreal recibía “mejores” noticias. Unas que implicaron sacrificar a toda su descendencia, pues la senaduría plurinominal de Ricardo Monreal fue el único logro que alcanzó el exgobernador aquella tarde. Lo que significaba que, en esos escaños, sólo podría haber un hermano con el mismo apellido.

Al doctor también le insistieron que, para el caso de la Ciudad de México, estaría abierta la posibilidad de que Eldaa Catalina Monreal Pérez se midiera en las encuestas pintada de rosa por el partido Fuerza Por México, ya que la delegación Cuauhtémoc no se encontraba completamente segura para su primogénita en Morena.

Lo que dibujó un juego macabro diseñado desde los pasillos de Palacio Nacional: la aspiración de Omar García Garfuch tan sólo fue un movimiento de tablero para desplazar tempranamente al excoordinador de la bancada guinda en el Senado, alejándolo de cualquier posibilidad de avanzar en la lucha por la Ciudad de México y así medirse frente a Clara Mariana Brugada Molina.

Como se insistió en este espacio desde hace tiempo, el proceso interno en Morena terminaría de retratar la acelerada pérdida de poder del clan fresnillense en Zacatecas y a nivel nacional. Se les han cerrado las puertas de tal manera que, sólo mediante la obediencia al partido, puedan mantenerse a flote en el próximo juego electoral.

Esto significa que David, en el entendido de haber perdido ya la preferencia (que nunca tuvo) a la hora de “incidir” en la definición de las senadurías guindas, se dedicaría ingenuamente a cuidar el coto de poder local, como lo había acordado en los días de la entrega del “bastón de mando”. Hoy, si pone en riesgo el triunfo de las fórmulas al Senado, lo puede perder todo.

En la Ciudad de México lo saben y por eso le han advertido que cualquier destello de acuerdos con la oposición podría poner en jaque la (pésima) planeación electoral que ya delineó en el pacto del Canto del Agua. En busca de venganza, Verónica Díaz podría operar de “brazos caídos” los votos del Bienestar, relegando a Claudia de dos escaños muy seguros en el Senado.

Es el mejor momento para que Saúl Monreal empiece a tocar las puertas de la Ciudad de México que, por lealtad ciega, ha olvidado. Tiene un comodín bajo el brazo, aquella adenda que permite a los aspirantes a la senaduría participar en las mediciones de las diputaciones federales, y para Morena sólo fue siglado Fresnillo. Su verdadera rival es otra voz autorizada por la precandidata presidencial: Mirna Zabeida Maldonado Tapia.


#Casualidades: Lo único seguro en la pésima operación de la nueva gobernanza para elegir al fiscal que sustituirá a Francisco José Murillo Ruiseco, es que la oposición no está dispuesta a entregar un solo voto a su sucesor, Juan Carlos Valdivia Meráz.

Aunque, con algo de tiempo y preparación, Murillo todavía puede pulir a su delfín para que se luzca en la entrevista que le realizará la Comisión de Justicia el próximo martes, en donde deberá responder, como primer pregunta, una de prioridad pública.

Se trata, ni más ni menos, de las órdenes de aprehensión en contra de Julio César “N” y María de Jesús “N”, a quienes una juez federal les negó un par de amparos para que no fueran detenidos por la Fiscalía que dejó tempranamente Murillo Ruiseco.

O Valdivia Meráz tiene una enorme desventaja en aquella entrevista, o puede construir un acierto en la misma: como sucesor y encargado de despacho de la Fiscalía, él conoce íntegramente el expediente de ambos personajes que hoy se encuentran fugados de su propia autoridad.

La misma pregunta deberán de responder Cristian Paul Camacho Osnaya y Mónica Martínez Alvarado, electos por David Monreal como perfiles a ocupar una silla de obediencia, y no para dirigir una Fiscalía con perspectiva de independencia institucional.

Con estas condicionantes, y otros temas sumamente espinosos, la Comisión de Justicia incluso se haría de elementos para dejar sin efectos una convocatoria llevada en el peor de los desaseos políticos, y de la que incluso ya se han querido bajar hasta los de casa. Veremos qué tienen que decir…

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