Al corte de esta columna, ni la senadora Soledad Luévano Cantú, ni el presidente municipal de Fresnillo con licencia, Saúl Monreal Ávila, han sido llamados al Comité Ejecutivo Nacional de su partido para confirmarles un rumor que dice apuntar con certeza a que ellos integrarán la fórmula al Senado.

La visita de Claudia Sheinbaum Pardo tampoco funcionó como escaparate para Saúl (el hoy peregrino de Lagos de Moreno), ni para Soledad. Aunque digan que algunos de sus adversarios de encuestas ya han sido llamados para ofertarles una ruta alternativa, tendrían que esperar a que este viernes reciban el visto bueno de la Comisión Nacional de Elecciones para registrar sus candidaturas.

En el partido guinda a nivel local no hay cambio alguno. Permanece la incertidumbre, a la par que incrementan los escarceos previos desde “la secta” del Bienestar, pues demostraron en la reunión de la precandidata presidencial dentro del hotel El Parador, que no van a cejar en su compromiso porque Verónica del Carmen Díaz Robles suba a la boleta.

Por ende, quien más se ha apresurado a minimizar a sus contrincantes, sin nombramiento en mano, es el propio Saúl Monreal. Confiado en que, como insiste en repetir, “incluso perdiendo gano” el menor del clan Puebla del Palmar demuestra que, aunque adoptado, las muecas de su apellido las aprendió al pie de la letra.

No importa que haya escenificado un levanta manos a Verónica Díaz en su último informe de gobierno (mientras Soledad miraba sorprendida), ahora sin el menor escrúpulo asiste a los medios de comunicación a pedirle a las y los votantes que lo separen de los Monreal, para enfocarse en su vida como Saúl. Y como repitieron en la campaña 2021: “David es David”, y “Ricardo es Ricardo”, ahora quiere su frase “Saúl es Saúl“.

Claro, cuando todos tienen que alinearse, el “Cachorro” olvida su presunta rebeldía, guarda silencio y acata órdenes. Es él quien -se jacta- deberá de dirigir el barco de Morena en Zacatecas durante la próxima campaña electoral, y ya vende la idea de que “no los necesitamos antes, y no los necesitamos ahora”, como el buen davidista que guarda en su interior. O sea, Saúl es David.

Se le olvida que, incluso en las mediciones de casa con las que contaba el que se dice “gobernador”, él aparecía en segundo lugar, alrededor de seis puntos alejado de Ulises Mejía Haro. Lo mismo que en los números que presentó De Las Heras Demotecnia en noviembre, donde sus negativos quedaron como una evidencia de su poco crecimiento.

Ni qué decir de la encuestadora Massive Caller que también en noviembre ponía en ventaja a Eldaa Catalina Monreal Pérez para hacerse de la candidatura de la alcaldía Cuauhtémoc. Esa misma empresa hoy tiene a Ulises Mejía casi 14 puntos por encima, y con mucho menos negativos que cualquiera que porte hoy el apellido Monreal.

Debería recordar también la pifia que publicó Imagen de Zacatecas cuando la empresa TrueData desmintió una encuesta de consumo interno con la que intentaron retratar a Saúl y a Verónica Díaz como triunfadores de las mediciones. En menos de una hora, Leopoldo Trueba Vázquez rechazó esos números, y dejó en claro que Ulises aún rebasaba a Saúl.

Así que, por encuestas, la definición de Morena no será. Al menos no en el caso del fresnillense, un tanto separado de la brecha en la que se encontraron las últimas semanas Soledad Luévano Cantú y Geovanna del Carmen Bañuelos de la Torre, más cerrada. De hecho, esta columna fue la única que dio por no descartable a la que hoy puede acompañar a Saúl en su aventura.

Desde noviembre se asentó aquí que, en contra de los deseos de David, en resguardo quedó el derecho de Soledad a inscribirse a la contienda al Senado. Incluso existió de por medio una sugerencia asistida por Ricardo Monreal para que el titular de la nueva gobernanza no propusiera careos con rivales que sólo le favorecían a Verónica Díaz.

Nadie, ni el propio Saúl, quiso tomar en serio a Soledad como hoy lo hacen en el equipo de Ricardo, lo que le acentúa ese conflicto añejo que mantiene con “la secta”. Un conflicto de congruencias que ni siquiera el Cachorro quiso sostener, pues cuando le convenía decía las cosas en público, y cuando no, despotricaba en privado. “Chole”, por el contrario, siempre fue transparente.

La obsesión del de Fresnillo, en cambio, se centraba en descarrilar a su rival más cercano tratando de convencer a Mario Delgado Carrillo que había que impedirle competir porque no reunía los requisitos de la convocatoria. Para ello utilizó a sus lenguas impresas, sin resultados de ningún tipo, y un especial derroche de dinero desperdiciado en aplausos.

Lo mismo ha echado a andar a sus microfoneros, matraqueros y llaveritos de nómina, cuando algo en redes sociales en verdad le molesta y no puede resolverlo como un político maduro (reproche que tanto le espetó Ricardo Monreal en Zacatecas durante las variadas entrevistas radiofónicas que tuvo entre 2019 y 2020). ¿No que muy distinto a David?

Así que, si algo debiera comprender de todo este proceso, antes de lanzar campanas al vuelo, es que, de ser nombrado este viernes, su fórmula se destapa dos meses después de lo esperado: bastante tarde y con el estigma de imposición.

Luego, él se convierte en el enemigo público de la secta y de la oposición, recibirá el fuego por ambos lados, cargará con todas las derrotas y con el apellido repudiado. Un escenario altamente complejo que con vejigas de nómina en vez de nadar, lo van a hundir. ¿O acaso cree que los empresarios quieren desperdiciar dinero en quien “perdiendo gana”? Esperemos que, de confirmarse, Soledad le enseñe algo de prudencia y firmeza.


#Casualidades: Todavía este miércoles por la noche el magistrado Edgar López Pérez buscaba dos votos para llegar a la presidencia del Tribunal Superior de Justicia del Estado. Su mayor cáncer, sin embargo, se llamó, en todo momento, Ángel Manuel Muñoz Muro.

Su cabildero, recientemente vinculado con denuncias de acoso a jóvenes estudiantes de una universidad privada (nada nuevo), fue todo menos la ayuda que él necesitaba. Eso y que, habiendo hecho enemigos dentro y fuera del Tribunal, con los años su soga en el cuello apretaba y apretaba.

Seis a cinco votos definieron su destino que, aunque intentó negar durante el 2023 porque sabía que no tenía la mayoría, en diciembre desató una campaña con sus plumas voceras, que sólo ratificaron un par nefasto: Ángel Muñoz metía la mano de la nueva gobernanza por Edgar López.

Empero, la egolatría y la tozudez del magistrado, que en tiempos muy equivocados se pone a guerrear bastante imprudente (por decir lo menos) en los chats públicos de WhatsApp, le cerraron las puertas que intentó abrir, y donde fue recibido con desconfianza.

Por ejemplo, dijo en su momento que el magistrado Juan Antonio Ortega Aparicio era un candidato presencial que él mismo había acordado y que pronto declinaría por su aspiración. La sorpresa llegó cuando Juan Antonio hizo valer su propio voto, con esa inteligencia política que parece no conocerle.

Vaya, es a tal grado la displicencia que aglutina en el pleno del TSJEZ que el propio José Virgilio Rivera Delgadillo prefirió no renunciar a valerse como contrincante, y le recordó los viejos agravios que tanto le impuso en el Tribunal Electoral, y del que este columnista fue testigo.

Presumía por aquí y por allá que él hacía magistrados y magistradas (como buen misógino), que él conseguía votos, que él los encumbraba, o también los quitaba. No obstante, este jueves la realidad le volcó encima para ponerlo en su lugar… y ni así es seguro que aprenda de esta amarga lección. ¿Verdad, Edgar?

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