Las primeras repercusiones que tendrán las reformas a los estatutos internos del Partido Revolucionario Institucional, avaladas durante su XXIV Asamblea Nacional, se notarán en la construcción de bloques políticos en San Lázaro y la Cámara Alta, al arrogarse una atribución especial Alejandro “Amlito” Moreno Cárdenas.

Oficialmente, el dirigente nacional de la cuarta fuerza política del país tiene derecho de veto e imposición de distintos coordinadores de bancadas. El mensaje es uno explícito y va dirigido a la virtual presidenta, Claudia Sheinbaum Pardo, al designarse el de Campeche como interlocutor único del PRI en el Plan C.

Las directrices de un partido satélite a Morena, como lo es ahora el tricolor, vendrán del edificio de Insurgentes Norte, en la oficina de Alejandro Moreno. Con ello le garantiza a Andrés Manuel López Obrador la obediencia y sumisión que ha mostrado hasta ahora ese instituto durante su mandato.

Los priistas deben asumir el panorama que enfrentan como una realidad cada vez más evidente: gravitarán por otros seis años el poder presidencial y no hay muchos parámetros que los retraten como una fuerza de “oposición”. Por el contrario, “Amlito” Moreno no es más que un títere de la Cuarta Transformación.

Le es útil a López Obrador en su encomienda de hundir al PRI sin atacarlo. Simplemente espera de manera paciente mientras el viejo instituto político se consume por dentro, gracias al monopolio de sus órganos de dirigencia que concluirá en un éxodo de la militancia a otras ofertas políticas.

No hay otra película ideal para Andrés Manuel que mirar cómo los priistas destruyen su partido, sin posibilidad de renovarse sino únicamente extinguirse por su propia militancia. Y es una estrategia que inició desde el acuerdo de “alternancia” que estableció con Enrique Peña Nieto hace seis años.

El control remoto de la vida interna del PRI desde Palacio Nacional parece ser la única vía transitable que asumen los tricolores con la reelección del grupo compacto en el Comité Ejecutivo Nacional. No olvidemos además cuando en Morena señalaron los lazos políticos entre “Alito” Moreno y Ricardo Monreal Ávila.

Son vínculos que a estas alturas se muestran indisolubles, y que terminan por diluir la imagen de un partido “opositor” e “incluyente”. Lo que nos trae a la situación que prevalece en Zacatecas. Si Morena no ha terminado de absorber los votos del otrora estado más priista del país, es porque hay un Monreal gobernando.

La marca guinda no ha expandido todo su potencial por el rechazo que generan los de Puebla del Palmar, a tal grado que durante la gira de Saúl Monreal Ávila al municipio de Sombrerete para presentar un libro de su autoría aseguró que se comprometería a revisar las pesquisas alrededor de la desaparición de Emilio Grijalva Villa.

Esto a cambio de que las y los sombreretenses refrendaran su apoyo para alcanzar su pretendida candidatura a gobernador por Morena. No sólo la respuesta resultó en una ofensa para los manifestantes que rodearon un evento al que sólo podían acceder con invitaciones particulares, también enfureció a quienes legítimamente protestaban.

Como ese ejemplo hay cientos más de cómo los de Fresnillo se acomodan en la marca guinda, al tiempo que le impiden crecer por las pésimas decisiones políticas que toman una y otra vez. Por ello, el PRI de Zacatecas hoy todavía vale 144 mil votos en distritos y 135 mil en municipios.

Esos fueron sus números en los cómputos electorales, después de una campaña en que la coalición con el PAN y el PRD disimularon y cargaron con el desprestigio tricolor. Sin embargo, el panorama pintaría muy distinto con un gobierno de Morena mucho más consecuente y abierto a los consensos políticos.

No sucederá en lo inmediato, pero es un objetivo que se encuentra en la agenda de Claudia Sheinbaum en la lógica de que la marca guinda podría crecer mucho más en el estado si quitaran de la ecuación a los Monreal. La “oposición” va dejando el camino abierto y con “Amlito” Moreno en el poder nacional se confirmaría la hipótesis.

Como se advirtió en este espacio desde hace tiempo, el alonsismo mantiene canales de comunicación con David y Ricardo Monreal. Se establecieron en diciembre y ya rindieron sus primeros frutos al mandar cuadros débiles a competir en la pasada elección. Qué otros compromisos tengan por aterrizar, es lo que sabremos en los próximos meses al inicio de la LXV Legislatura.


#Casualidades: La nueva gobernanza llamó a todas sus direcciones, coordinaciones, subsecretarías y secretarías a una “reunión de trabajo” este lunes 8 de julio, a las 12:30 horas, en el auditorio del Edificio J.

Debido a que Rodrigo Reyes Mugüerza iba retrasado, fue el titular de Seguridad Pública, Arturo Medina Mayoral, quien inició la presentación de un evento más “por la paz” a los que sus propios funcionarios no asisten, según se escuchó en su queja.

El jalón de orejas del general a la plana mayor del “gobierno” caló hondo entre el personal porque, aseguraron, ni siquiera envía la agenda de eventos a tiempo, ni la indicación de asistencia “obligatoria” para disimular los tumultos.

Así sucedió en la carrera por la paz realizada este fin de semana en Jerez, y días antes en el municipio de Guadalupe durante una entrega de apoyos a la que asistió David Monreal Ávila, y que tuvieron que rellenar con personal del ayuntamiento. Y lo mismo había pasado en el aniversario de “la toma de Zacatecas”, semanas atrás.

Arturo Medina incluso dejó saber a los asistentes que tenían conocimiento de que recibían “fuego amigo” desde la administración, en contra de su estrategia. Tan sólo como un preámbulo del anuncio que daría Rodrigo Reyes minutos más tarde.

Se trata de otro “magno evento” calendarizado para el 24 de abril (en plenas vacaciones de la burocracia) al que tendrán que llevar un promedio de 3 mil 500 o 4 mil acarreados de la nómina para darle vistosidad al asunto. No hay mucha “paz” que digamos ni entre compañeros de gabinete y de administración.

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