Las encuestas internas de la nueva gobernanza siempre estuvieron lejos de pulsar el voto de castigo en los centros urbanos. En Fresnillo, sus números daban el triunfo a Bennelly Jocabeth Hernández Ruedas por márgenes que oscilaban entre los 10 y los 20 puntos de diferencia con Javier Torres Rodríguez.

En la capital, Jorge Miranda Castro garantizaba su continuidad, según esas mismas encuestas, con un colchón mínimo de 8 puntos sobre Miguel Ángel Varela Pinedo, que había puesto cierta distancia de la elección en Zacatecas para concentrarse en la movilización del distrito de Tlaltenango, en el que competía Karla Estrada.

Lo mismo en Guadalupe, donde José Saldívar Alcalde decidió escuchar al prófugo Julio César Chávez Padilla, que le pidió no confiarse de la operación que proyectaban en el bunker del gobierno estatal. Aunque las encuestas dieran derrotas holgadas a Morena, la clave -según el presunto homicida- se encontraba en afianzar el trabajo de tierra.

En ese cónclave entre el funcionario desaforado y el presidente sustituto, se decidió apartar de la estrategia de la presidencia municipal a Violeta Cerrillo Ortiz, que fue excluida por Saldívar Alcalde de un plan trazado por Chávez Padilla desde el exilio, para que “Pepe” no cargara con sus negativos ni con los de Verónica Díaz Robles.

Lo que sucedió el 2 de junio resulta más que aleccionador a las y los tripulantes del barco de la nueva gobernanza, que ahora tienen la película completa sobre las traiciones que se urdieron el día de la elección y el voto de castigo que minimizaron durante 3 años. Los resultados, a la vista, ponen el dedo en la llaga de municipios como Fresnillo y Zacatecas.

La más importante, por lo que representa para el último trienio del “gobierno” de David Monreal Ávila, es la capital del estado. No porque piense en ese espacio como una plataforma de promoción electoral de un proyecto opositor a su desgastado sexenio (que va a entrar en picada), sino por las amenazas financieras que hay de fondo.

Para que no quede duda alguna: a solicitud del titular de la nueva gobernanza, un magistrado y tres magistradas del pleno del Tribunal de Justicia Electoral del Estado de Zacatecas, fueron recibidos en los despachos de David (en la casa de gobierno) con el objetivo de escuchar una petición que realizó abiertamente a quienes mandó a reunir.

Gloria Esparza Rodarte, José Ángel Yuen Reyes, Teresa Rodríguez Torres y Rocío Posadas Ramírez conocieron, sin filtro alguno, la preocupación de quien hace las veces de “gobernador”, pues el proyecto del viaducto elevado en el boulevard metropolitano estaba en juego con la derrota de Jorge Miranda.

No es que el todavía edil capitalino fuera facilitador de la obra multimillonaria, pues al día de hoy no ha firmado ningún permiso de construcción de obra. Pero, como político entendido con los gobiernos guindas, era preferible mantener un aliado en la silla de la presidencia municipal, que a un precandidato del PAN para el 2027.

El compromiso del magistrado Yuen Reyes (como ponente del proyecto) y de sus compañeras de pleno se estableció ipso facto, y la elección del ayuntamiento capitalino habría de “tumbarse” por unanimidad de esos cuatro votos. Hasta que la noche del 5 de julio, Rocío Posadas y Teresa Rodríguez se apartaron del acuerdo original con la nueva gobernanza.

No para favorecer a Miguel Varela, no confundamos escenarios. Detrás de los nombramientos de Teresa y Rocío siempre estuvo la mano del magistrado Edgar López Pérez, primero en la legislatura local donde impulsó a Posadas Ramírez como consejera del IEEZ, y posterior a la reforma, en el Senado de la República, en consenso con Ricardo Monreal Ávila.

De ello no dejará mentir la Secretaria de Acuerdos del TRIJEZ, Maricela Acosta Gaytán, que sostuvo una reunión con Edgar López y Rocío Posadas en el restaurante “Comuna Café” previo a la anulación de los resultados electorales en la capital. A su vez, esa funcionara se encuentra emparentada con el jurídico del Partido Acción Nacional en Zacatecas, Gerardo Acosta Gaytán.

Empero, Maricela Acosta permanece en la Secretaría de Acuerdos con el visto bueno de Gloria Esparza, a quien jugó en dos vías tempranamente al omitirle los detalles de dicha reunión. En esos días se orquestó una votación dividida en la anulación de la elección capitalina, sin que esto alterara el resultado que solicitó David Monreal.

Las posturas en contra de Rocío Posadas y Teresa Rodríguez, sin que ninguna de estas magistradas presentaran un voto particular (ni explicaran su decisión), tan sólo fueron una llamada de atención del equipo de Edgar López cuando vieron que la nueva gobernanza nunca apoyó su proyecto a la presidencia del Tribunal Superior de Justicia del Estado. Casi cual extorsión.

Era también la primera llamada de atención a Rodrigo Reyes Mugüerza del cobro que echaría andar el séquito de López Pérez, en el que se encuentra Ángel Manuel Muñoz Muro, cuestionado duramente por David Monreal cuando no se cumplió el pronóstico de su Coordinador Jurídico al jurarle que Morena obtendría cuatro espacios plurinominales (nada más alejado de la realidad) en la LXV Legislatura.

Las vendettas apenas comienzan entre estos grupos, y buscarán influir en la designación de Alejandro José González Saldaña como Coordinador de Visitadurías de la CDHEZ. ¿Para qué? Las recomendaciones del 8M podrían ser un punto de quiebre contra un posible aspirante en caso de que la elección capitalina se anule en el TEPJF.


#Casualidades: Hablando de alonsistas, pues Edgar López Pérez también es el abogado electoral de cabecera de Carlitos Aurelio Peña Badillo, vaya lío en que se encuentra metido el presidente de su círculo de cuates.

Pensar que Peña Badillo en estos momentos es dirigente de un partido, es imaginar u escenario muy poco real. Carlitos es más bien el presidente del alonsismo, única corriente posible en el PRI satélite en que se ha convertido ese partido.

La reunión con expresidentes, según comentan quienes asistieron y quienes también forman parte de un chat de WhatsApp de los que ya dirigieron al partido, terminó en la renuncia de buena parte de los que estuvieron en esa “mesa de diálogo”.

Carlitos traicionó a quienes debería haber ofrecido un trato distinto, pues en aquel conclave le dejaron bien claro su posición de rechazo absoluto a la reelección de Alejandro “Amlito” Moreno Cárdenas en el CEN del PRI, y acordaron que Peña renunciaría a la dirigencia del partido en cuanto tomara protesta como diputado local.

En cambio, Peña Badillo circuló una publicación de Facebook y un comunicado en las que resaltó la camaradería que nunca existió en la junta de notables priistas. No avaló los acuerdos tomados, y ahora son ellos quienes están dispuestos (excepto Enrique Flores Mendoza) a abandonar el partido en cualquier momento.

Si la estrategia de Carlitos es depurar al PRI y levantar una presidencia de cuates y de telenovela pasional, vaya que lo puede lograr en tiempo récord. Va por el camino correcto, en el que ya también rompió con las dirigencias del PAN y del PRD al querer hacer las veces de “cabecilla” de la oposición durante la plenaria de autoridades electas.

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