El cheque de liquidación a nombre de Ernesto González Romo nunca terminó en una francachela, como le insinuaron algunos de sus compañeros legislativos a cambio de obtener la ratificación como titular de la Función Pública, que ayer alcanzó con 21 votos a favor, 2 abstenciones y 5 sufragios en contra.

Tampoco llegaron los cien mil pesos que exigían algunos de ellos, como moneda de cambio legislativa en un periodo extraordinario que tuvo de todo. Si bien le advirtieron al exdiputado que de algunos raspones no se iba a salvar, a final del día su ratificación estaba en la bolsa y sin necesidad de invertir un solo centavo.

David Monreal Ávila incluso felicitó al pupilo legislativo, ya que su operación política se trató de llamadas telefónicas para amarrar a la bancada guinda, y convencer al PRI-Mor de darle un voto de confianza que pronto se convertirá en una estrategia en contra de algunos perfiles de peso en la historia de los últimos sexenios.

Se acabaron los tiempos de la Función Pública inquisitoria contra directores, jefes de área y funcionarios menores que no tenían capacidad de decisión, y comienza hoy una nueva narrativa que olvidó la nueva gobernanza desde sus inicios. Se acabaron, con ellos también, los errores a los que empujó Ángel Manuel Muñoz Muro.

Emocionado y enredado en su política persecutoria contra enemigos personales, el entonces subsecretario de responsabilidades administrativas construyó un andamiaje administrativo y penal que concluyó en sendas amonestaciones contra la SFP y la Fiscalía del Estado, por parte de los jueces federales.

No había sustento alguno para la cacería de brujas, más allá de un anhelo personal de quedar bien con David y con Verónica Díaz Robles, aunque ello costara la credibilidad y la reputación de toda una secretaría. Y, hasta donde pudo, Francisco José Murillo Ruiseco también jugó del lado de la inquisición.

Presuntamente, el exfiscal “toleraba” los embates del subsecretario de responsabilidades administrativas. Nunca reparó en que la Fiscalía Especializada en Combate a la Corrupción, que todavía encabeza Salvador Eduardo Villa Almaraz, engrosó expedientes que no tenían otro fin que amedrentar y “disuadir”.

Los cientos de años de inhabilitación que presumía Muñoz Muro jamás cristalizaron en el discurso de David Monreal. Se diluyeron entre una agenda gubernamental sin pies ni cabeza y las rupturas al interior de la nueva gobernanza que se manifestaron incluso antes de iniciar el sexenio.

La Función Pública quedó entonces como un mero distractor gracias a las presiones que el hoy Coordinador Jurídico impuso al interior de la Secretaría, pues mantenía un control estricto sobre el personal con el objetivo de que pusieran en marcha sus vendettas personalísimas.

Así que, de lo primero que tendrá que desmarcarse Ernesto González es de los errores del pasado, y consolidar el trabajo que le hereda Humbelina Elizabeth López Loera. Una vez puesto orden al interior, el exdiputado apunta directamente a una ofensiva retórica y administrativa contra sus némesis conocidos.

Eso fue lo que prometió a las y los legisladores que escucharon su propuesta, más allá del favor individual que solicitó David Monreal a cada uno de los oficialistas. Entre Ruth Angélica Contreras Rodríguez, Violeta Cerrillo Ortiz y Ernesto González, a este último es a quien más se le reconocía por su atrincheramiento contra el alonsismo.

Si el objetivo incluía relanzar y empoderar nuevamente la historia de corrupción a la que le dio marcaje personal Soledad Luévano Cantú, era un movimiento casi natural el proponer a González Romo en el encargo. Y así fue como también saldaron la deuda interna de haber quitado a la senadora de su candidatura a la reelección.

De Ernesto dependerá entonces otorgarle contenido retórico a la nueva gobernanza, después de haber asistido a una elección en la que perdieron distintos bastiones de poder y empujaron a la ciudadanía a sentenciarlos con el voto de castigo. Tiempo tiene, y de sobra.

Hasta dónde pueda liberarse de las presiones internas y de la dinámica de lucha de poder en el gabinete, eso dependerá de la libertad que presuntamente le ha otorgado David para mantener diálogo exclusivo con el “gobernador”. Lo que resta del sexenio tendremos un bastión político-administrativo en la Función Pública, como pocos hasta el momento.


#Casualidades: Hoy mismo podría iniciar la refundación del PRD en Zacatecas, con el desmantelamiento de la presidencia de Raymundo Carrillo Ramírez. Ese fue el último resquicio de poder que Eleuterio Ramos Leal pudo aprovechar en ese partido.

La obtención del registro local del Sol Azteca ahora depende de tres perfiles únicamente: Miguel Ángel Torres Rosales, Camerino Eleazar Márquez Madrid y José Juan Mendoza Maldonado (que logró colar a la LXV Legislatura una diputada plurinominal).

La razón conocida para distanciarse de Eleuterio es debido a los acuerdos que el de Valparaíso ha extendido con la nueva gobernanza desde hace tiempo. Así que en la nueva integración, aquel grupo político será relegado a su mínima expresión.

Recordemos que la dirigencia nacional del partido ya había desbancado a Raymundo Carrillo en pleno proceso electoral, y le confió la firma e inscripción de candidaturas a Juan Mendoza, que consultó y construyó junto con Miguel Torres.

Eso fue lo que le permitió al de Río Grande poner sus condiciones en la coalición con el PRI y con el PAN, así como apartar el primer lugar de la lista de plurinominales para gente de su equipo.

Todo con el visto bueno de Ángel Ávila y Jesús Zambrano, que estuvieron de acuerdo -en todo momento- en desconocer a la “dirigencia” cosmética del Sol Azteca, y cambiar el mando de poder a un perfil de mayor confianza.

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