David Monreal Ávila confirmó, este lunes, que su tercer “informe de gobierno” ofrecía un escenario ideal para cualquier tipo de manifestación proveniente de quienes “difieren del pensamiento del gobierno”, dentro de un marco de respeto, como lo fue la tradición original de aquella rendición de cuentas.

El de Fresnillo recuerda bien un régimen de gobierno que no concluyó con la alternancia guinda en todo el país, sino con la alternancia democrática que abrieron las reformas de 1977 pensadas por Jesús Reyes Heroles. Habla de “líderes gremiales”, de “sectores productivos poblacionales” y de “conducción social”.

Vive, en su pensamiento, todavía como opositor de un sistema de gobierno que murió hace décadas (y luego revivió Andrés Manuel López Obrador con su Cuarta Transformación), y no como autoridad electa. Sin embargo, ni en un “marco de respeto”, ni mucho menos en la institucionalidad, escuchó a esos que “difieren”.

David está muy cómodo con la Ley Orgánica del Poder Legislativo que le permite únicamente entregar su informe anual de acciones “por escrito” al poder del parlamento. No quiere escuchar la pluralidad de opiniones, que tuvo más bien que soportar, luego, en la corrida de toros “del gobernador”.

Tampoco quiere que la “disidencia” se manifieste en sus eventos, como ya ocurrió en el caso de Virginia de la Cruz, madre buscadora de José Alejandro de la Cruz López, aquel emblemático 7 de agosto en que la investidura del ejecutivo concluyó en un simple “pinche perro”, “asesino”.

A partir del desaguisado que echó por los suelos el informe semestral de actividades de la Agenda de la Paz 2024, los centros de inteligencia (meramente nombre técnico) en la nueva gobernanza desarrollaron una lista de personajes “disidentes” que podrían alterar el curso soporífero de su mensaje anual.

Son tareas de contrainteligencia que los gobiernos desarrollan comúnmente para prevenir, detectar y neutralizar cualquier amenaza prevista en un contexto específico. Normalmente elaboradas por los cuerpos y agencias de seguridad, en la nueva gobernanza quedaron en manos de novatos.

Y cualquier cosa podía ocurrir cuando dejas la responsabilidad de una convocatoria de corte político a un “funcionario” improvisado como Carlos Alberto Zúñiga Rivera. La estrategia de contrainteligencia debió, en todo momento, permanecer dentro de los espacios donde fue creada y donde pudiera ejercitarse en discreción (pieza clave).

Si las “listas” o “filtros” de invitados fueron expuestas, eso se debió a que hubo exceso de confianza en el titular de la Jefatura de la Oficina del Gobernador, que únicamente ascendió en la administración pública por tener conocimientos de conducción de vehículos y de la agenda personalísima de David Monreal, desde hace años.

No se trataba de entregar las listas a las y los funcionarios en las entradas de Palacio de Convenciones, y dejarlas a los ojos de cualquiera. La Secretaría de Seguridad Pública tenía que capacitar a sus elementos en la identificación de individuos, o grupos de estos, si la indicación era evitar manifestaciones dentro del recinto del informe.

Peor aún, la nueva gobernanza desconfiaba incluso de sus propios acarreados, servidores de la nación y trabajadores de gobierno, pues delegaron en ciertas personas con chalecos de seguridad la obligación de revisar bolsos, mochilas o cualquier elemento sospechoso ¡ya dentro del Palacio!

Todo un dispositivo de seguridad como ninguno otro proveniente de la Mesa de Construcción de Paz (igual de fallidos pues provocaron la muerte del general José Silvestre Urzúa Padilla en noviembre del 2022). Y solo para “neutralizar” a disidentes políticos, a quienes dieron trato de disidentes del crimen organizado. Lo de menos, pues, era el “informe”.

Mientras esto ocurría la “ombudswoman” Maricela Dimas Reveles (que estrenó periodo al frente de la CDHEZ por cuatro años), se tomaba algunas selfies en la primera fila de invitados al evento. Un momento incomparable para acumular evidencias del atropello al derecho humano a la libre manifestación y, todavía, sigue sin fijar postura pública. Porque el clan, es el clan, y la socialité va primero.


#Casualidades: No fueron pocos quienes levantaron las cejas cuando escucharon de la boca de Jesús Padilla Estrada el nombre de Luis Cuauhtémoc Palestina Flores, su facturero favorito durante la LXIII Legislatura, la de la “Estafa”.

Recién desempacado de Puerto Vallarta donde también fue ubicado por sus constantes pifias y errores administrativos, y un trato confrontativo con los medios de comunicación del puerto, el involucrado en el desvío de millones de pesos regresó a Zacatecas.

Palestina Flores actualmente es la propuesta de Jesús Padilla para ocupar la vacante Dirección de Apoyo Parlamentario, a días de estrenar el primer periodo constitucional para el que fueron electos las y los más recientes representantes populares.

Aunque Luis Cuauhtémoc repetía una y otra vez que nunca incurrió en alguna irregularidad, y en Vallarta era bastante conocido por sus andanzas legislativas en Zacatecas, la realidad es que el “asesor” sirvió de fachada para desviar millones de pesos que terminaron en los bolsos de David Monreal Ávila y su campaña a gobernador.

De ese tamaño son las complicidades, para que Padilla Estrada traiga de vuelta a un “facturero” dedicado en tiempo completo a dar la cara en redes sociales por sus patrones, que no aguantan la más mínima crítica (incluso si viene cargada de pruebas).

Quienes imaginaban que la LXV Legislatura podría tomar un rumbo distinto por la calidad de perfiles que ahí llegaron tendrán en esta la primera prueba que enfrentarán las y los nuevos diputados, a quienes les quieren llenar la casa legislativa con cada fichita cuestionable de la nueva gobernanza.

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