Como se anticipó aquí en una entrega anterior, apenas concluido el cierre de precampaña de la aspirante única de Morena a la presidencia de la república, el Comité Ejecutivo Nacional se propuso preparar el último bloque de estados donde se definirán aspirantes al Senado de la República.
No hay un calendario definitivo, ni una fecha precisa. Lo único seguro es que en las mesas de negociación entre los guindas y sus aliados, estará presente Claudia Sheinbaum Pardo para supervisar el principio rector con el que el partido monopólico otorgó el bastón de mando desde Palacio Nacional.
Se trata de las encuestas que tienden a minimizar aquellos aspirantes rezagados en las mediciones oficiales y espejo. Olvidan desde temprano que, al menos durante la segunda mitad del sexenio de Andrés Manuel López Obrador, el líder moral y político de su partido sostuvo ese método de elección.
Marcelo Ebrard Casaubón y Ricardo Monreal Ávila intentaron alterar la ruta interna al pugnar por “elecciones primarias” dentro del partido, nunca integradas en sus estatutos. Y fueron decenas de mañaneras que López Obrador les dedicó para recordarles que quien no estuviera de acuerdo en los ejercicios demoscópicos podía irse del movimiento.
Es a tal grado el control y la imposición de disciplina interna, que el excoordinador de la bancada guinda en el Senado hoy permanece como un convidado de adorno para mantener la simulación de unidad interna y quedarse con la alcaldía Cuauhtémoc, y Marcelo hace lujo de obediencia irrestricta al acompañar a la precandidata única en el mismo cierre de precampaña.
Se gastaron ríos de tinta para especular sobre una posible mancuerna Ebrard-Monreal que jugaría a las vencidas con el hombre más poderoso del país, y en menos de un periodo de asueto en las fiestas decembrinas del 2022, Ricardo regresó arrepentido a las filas de su partido a pedir “inclusión”.
El de Puebla del Palmar aceptó las mediciones que hoy sus hermanos David y Saúl reniegan, al compás de su excuñada. De tal magnitud fue su disciplina (esa que todavía no entienden los que llevan su apellido) que incluso se atrevió a afirmar en una gira por Jerez, que Claudia Sheinbaum le había ganado en su “propio” estado.
Sin embargo, por el simple berrinche de exigir que respeten su investidura de presunto “gobernador”, David se aferra a lo que sabe se encuentra muy lejos de él. No estuvo ahí para escucharlo, pero probablemente se enteró del desayuno que ofreció Sheinbaum Pardo a los mandatarios guindas este domingo.
Previo al Consejo Nacional de Morena, y por un gesto de cortesía, el Comité Ejecutivo sentó a la misma mesa a las y los mandatarios guindas con la precandidata única, con la finalidad de recordarles que las encuestas serán la guía del partido: “es la mejor forma que ha demostrado que nos permite mantener unidad”.
Ni acuerdos, ni cesiones, ni chantajes como el que repitió David junto a López Obrador el mismo día. Se acabaron los tiempos en que los gobernadores jugaban como contrapeso al poder central. Reiniciaron los tiempos de obediencia a la única marca que los puede hacer ganar por el simple hecho de ir en la boleta guinda.
Sólo el monrealismo más ingenuo puede aplaudir una visita presidencial en la que Andrés Manuel aprovechó su único discurso para restregarles el poco apoyo que obtienen de la federación, más allá de convertirse en un estado completamente dependiente de los programas sociales.
Ni un solo peso para infraestructura carretera, cero recursos extraordinarios para atender la sequía, presupuesto magisterial condicionado (sin una sola expectativa de federalización de la nómina), y una asfixia a las finanzas locales con tal de aprobar un proyecto como el del viaducto elevado -o segundo piso- en el Boulevard López Portillo, sin dinero de la federación, y destinado a dos empresas tabasqueñas.
David es rehén de la transformación que aplaude, y parece sobrarle tiempo para construir expectativas que hasta el momento la realidad le ha derrumbado una y otra vez. Empero, si alguien sabe cómo seducir a políticos incautos como los Monreal (tal como sucedió en la elección del 2017, en la Ciudad de México), ese es Andrés Manuel López Obrador.
Aunque, mientras sus voceros a sueldo se ponen de acuerdo en la narrativa de lo que supuestamente pasó durante una charla privada entre David y el presidente, su único dato coincidente es que a la primera encuesta en Zacatecas le seguirá una medición espejo, por ello al de la nueva gobernanza le urge comprar tiempo, pues Sául y Verónica siguen en tercer lugar… y cayendo.
#Casualidades: Finalmente la coalición PRI-PAN-PRD alcanzó los mismos acuerdos que ya estaban definidos días atrás en las cúpulas de los partidos. La candidatura de la capital de Zacatecas será abanderada por Miguel Ángel Varela Pinedo.
En la fórmula al Senado permanecen Claudia Edith Anaya Mota en primer lugar, con el empuje de mujeres como Beatriz Paredes Rangel y Xóchitl Gálvez Ruiz. Y en segundo el diputado federal del Sol Azteca, Miguel Ángel Torres Rosales, ahora metido a desmenuzar las irregularidades del proyecto del segundo piso.
Al distrito federal 3, ya sin la exigencia de ser medido como aspirante de la capital, queda Raymundo Moreno Romero, que ahora deberá salir de la capital para dedicarse a pie tierra en una región electoral extensa y sumamente complicada.
De los distritos federales en Guadalupe y Fresnillo aún permanece la incertidumbre de las y los perfiles con los que competirá el Fuerza y Corazón por México (una frase que simplemente no adopta el electorado).
Habría algo de precaución en los tiempos de la misma coalición, pues se encuentran a la espera del desenlace en la fórmula al Senado de Morena-PT-PVEM, para luego acomodar perfiles en esos mismos distritos federales.
Así que, lo verdaderamente llamativo, aseguran en el equipo albiazul volcado a ganar la capital, será el informe de labores legislativas de Varela Pinedo en donde se espera una convocatoria que termine de amalgamar su aspiración. Ya veremos.