Reapareció David Monreal Ávila en escena. A 48 horas de que concluyan las campañas electorales, no hay otra plataforma política que entretenga los ojos de la opinión pública que la de la nueva gobernanza, ahora comprometida a “resguardar” la instalación de casillas electorales al cien por ciento en el estado.
Un pronóstico demasiado optimista, ya que, en otros procesos electorales en los que la refracción de la violencia fue menor, las incidencias en casilla resultaron siempre una variable incierta. A este escenario hay que sumar los más recientes conflictos entre corporaciones estatales y los cárteles del narcotráfico en el estado.
Con ambos elementos en juego, lo que veremos será al cinturón Fresnillo, Zacatecas y Guadalupe en una dura prueba de realidad el próximo 2 de junio. Candidatos que han solicitado el anonimato, aseguran también que en el norte del estado el Cártel del Pacífico apostó a la derrota de Morena en la elección estatal.
Los mensajes llegan desde los mismos miembros de la delincuencia organizada, y parecen dar lógica al blindaje personal que mantiene, por ejemplo, Jesús Padilla Estrada en la pugna por el distrito XVIII, con cabecera en Sombrerete. De mínimo, en sus recorridos es escoltado diariamente por una patrulla de ministeriales.
Otro operativo especial de seguridad es el que acompaña a Saúl Monreal Ávila en su gira por los 58 municipios. Ambos casos apuntan a que en las Mesas de Construcción de Paz cuentan con información específica al respecto de lo que ocurre realmente en territorio, donde se busca el voto ciudadano.
Por ende, las decisiones que tome la delincuencia organizada el día de la jornada tendrán alcances significativos en esta elección como en ninguna otra. No se trata de poner a prueba la capacidad de reacción de las instituciones de seguridad, ni la integridad de las autoridades electorales.
Es un punto de inflexión que han esperado y operado las bandas del crimen organizado, con el fortalecimiento que consiguieron durante el sexenio de la Cuarta Transformación. En consecuencia, este es un momento coyuntural para que la delincuencia organizada demuestre y confirme su influencia política.
De acuerdo con las fuentes informativas del periodista Heraclio Castillo Velázquez, en la Secretaría de Gobernación hay especial interés en lo que ocurra dentro de Zacatecas, como un foco rojo de un muy posible escenario de violencia e intromisión del narcotráfico en plena elección.
Según los datos recabados por este columnista, el “tema de temas” en el proceso electoral fue uno de los tópicos que se discutió durante la breve visita de Andrés Manuel López Obrador al estado, con el pretexto de revisar nuevamente los indicadores de desempeño del programa IMSS-Bienestar.
Un asunto que entre los opositores no parece despertar la misma preocupación, pues ni siquiera han galvanizado un solo discurso los partidos contrarios a la nueva gobernanza. No hay un pronunciamiento conjunto entre PRI-PAN-PRD, o del PT-PANAL-PES en cuanto al clima de violencia en la elección.
Cada candidato parece realizar esfuerzos aislados, según sea el caso en su municipio o distrito. De muy poco servirá que lo hagan el día de la jornada electoral, o posterior a esta, cuando los destellos de inseguridad aparecen diariamente en todos los rincones de Zacatecas.
Mirar esta elección con un dejo de confianza es una estrategia completamente errónea de parte de los contendientes del Morena-PVEM. No obstante, aún cuentan con dos días de campaña en los que logren aterrizar ese mensaje, previo al periodo de reflexión y de votación el próximo domingo.
Esa será tarea de las dirigencias estatales, más que de las y los candidatos, para evitar las posturas electoreras dispersas en decenas de intereses. Lo que sigue es aceitar la estructura de representantes de casilla y activar a los observadores electorales de cada partido, previendo posibles focos de violencia.
Si es que el ruido de los “mega” cierres de campaña no distraen de la realidad, veremos con cuánta seriedad la oposición asume este reto. ¿Cómo van a responder a la expectativa de confianza que lanzó David Monreal Ávila este lunes, para que la elección se realice sin contratiempos y sin influencia del crimen organizado “inteligente”?
#Casualidades: Le llaman “La Huertita”. Una propiedad (particular) de los Cordero Becerril en Trancoso desde donde se dispersan programas sociales, se operan con sentido electorero y se concentran las y los servidores de la nación.
Una casa de campaña alterna para la familia y su ahora candidato a diputado local, impenetrable para un ciudadano de a pie que no sea seguidor de la secta de Trancoso, y en la que, con bastante discreción, se condicionan apoyos sociales.
Esta es otra forma de delincuencia organizada que auspicia la burocracia federal del Bienestar en Zacatecas. Quienes saben de lo que se opera ahí dentro explican que normalmente se obliga, manipula e intimida a las y los beneficiarios de estos programas.
Pese a las dos derrotas de Saúl Cordero en Trancoso, y una próxima tercera en los votos del distrito cuatro en ese municipio, la paranoia ha obligado a cerrar aún más los accesos de “La Huertita” para evadir cualquier evidencia de lo que ahí sucede.
La estrategia entonces consiste en blindar lo más posible ese municipio, en manos del candidato del PT, Polo Rocha, y desplazarse a las zonas urbanas de Guadalupe para tratar de compensar las restas que llevan los apellidos Cordero Becerril.
La fama de porro electoral y “reventador” le precede a Saúl. Ahora que se juega el todo por el todo, pues una tercera derrota hundiría su precaria carrera política, el distrito IV se convierte en otro foco rojo a revisar el próximo 2 de junio.