Aunque intente negarlo o minimizarlo, las pocas estructuras que puede presumir en estos momentos Saúl Monreal Ávila han emigrado paulatinamente al Partido Verde y a Movimiento Ciudadano. Si en Morena ya le cerraron la puerta, como informó en su conferencia de este lunes, el éxodo solo confirma su exclusión.
No es menos cierto (por más que intente vender la idea contraria) que su hermano Ricardo le previno a tiempo preparar el terreno para desembarcar en otros institutos políticos distintos a Morena. Con todo y la reforma estatutaria que también impediría alianzas con los guindas si hay nepotismo en la elección del o la candidata.
Sin embargo, el gran problema de Saúl está muy lejos de las declaraciones incendiarias que ha ofrecido en los últimos días que pasan por calificar a Verónica del Carmen Díaz Robles como una política “nefasta” y “rencorosa”. Eso lo sabe muy bien el círculo rojo… y le importa muy poco al votante promedio.
La concentración de poder en Morena atraviesa por la Secretaría de Bienestar, aún y cuando la delegación en Zacatecas haya dado visos de que no sabe ni siquiera operar una elección tan sencilla (de cooptar) como las vacantes del Poder Judicial en magistraturas y juzgados.

En La Secta cada vez es más notoria la división interna. Las inconformidades crecen por el ejercicio prepotente del poder (que siempre ha conocido Saúl, pero apenas se animó a señalar) a tal grado que hay más servidores de la nación dispuestos a denunciar los tratos humillantes de los que son objeto.
No obstante, es bien conocida la capacidad del partido guinda para tejer una red de encubrimiento que impide modificar el estado de cosas en los “usos y costumbres” del Bienestar. No es ahí donde las repercusiones que busca el “Cachorro” tendrán efecto, mucho menos si sólo vienen por la vía de las declaraciones estridentes.
Saúl básicamente habla con la pared. Verónica no piensa caer en el juego de descalificaciones, y a cada provocación le suma puntos al conflicto que creció entre Ricardo Monreal y Ariadna Montiel Reyes. La titular del Bienestar es la única puerta de entrada de la excuñada a la candidatura. Y, paradójicamente, a la vez un puente sólido en Morena.
Eso significa que mientras Saúl y Ricardo no logren cambiar de manos la delegación de programas sociales en Zacatecas, Verónica y David llevarán ventaja en la sucesión del 2027. Ventaja en cuanto a la designación de la candidatura, no en el proceso electoral en su totalidad, del que se desprenden otros factores.

Uno de los más importantes es la capacidad de cohesionar a los distintos segmentos políticos y económicos que participan en la elección, cosa de la que Verónica no se ha ocupado. Por el contrario, sigue construyendo (desde hace años) una larga lista de “enemigos”, segura de que los programas sociales son suficientes para ganar sin consenso político alguno.
Ese es el error central de la senadora y que le será muy difícil subsanar. No estamos ya en la elección del 2021 cuando la ola de Morena impuso a David en el poder. Hoy, las mermas las carga el apellido Monreal, del que Verónica se ha separado (incluso legalmente) para modificar las percepciones electorales.
Aún y con ello, durante tres largos años, casi de manera cotidiana, las redes sociales de la nueva gobernanza se inundaron de fotografías que retrataban a la dupla gobernante que conformaron David y Verónica. Esa avalancha de imágenes estará ahí si es que alcanza una candidatura en la que además tendrá que salir a la luz pública a defender el desastroso sexenio de David.
Por ahora a Verónica le ha funcionado muy bien desaparecer de la escena política local y mantenerse lo más alejada posible del que se dice “gobernador”. No obstante, esa tendencia se revertirá en cuanto inicie el proceso electoral y tengan que salir a justificar la sarta de barbaridades que realizó David en estos seis años.

Apoyarse en el discurso de la 4T de ninguna manera le servirá para modificar la percepción pública que tiene Zacatecas de los pésimos resultados que ofreció David desde el 21 de septiembre del 2021. Pero Verónica no tiene otra narrativa, ni le preocupa generar una postura política mucho más acorde a la crisis sexenal.
Eso es lo que no alcanza a ver un muy iracundo Saúl. Mientras más arma un conflicto mediático con su excuñada más la pone en el ojo público, regalándole puntos de conocimiento en las encuestas. Empero, la salida de ese laberinto está a su alcance y no requiere mucho esfuerzo. Más bien, requiere sensatez y gónadas.
Saúl sólo necesita contarle a su público quién estuvo detrás de muchas decisiones de “gobierno” (sumamente erróneas) al inicio del sexenio de David Monreal. Quién cerró la llave presupuestal en distintas dependencias y organismos descentralizados en 2022. Quién obligó a los municipios a convenir peso a peso los fondos federales.
Quién cobraba diezmo al salario de los trabajadores. Quién operaba las compras en la Secretaría de Desarrollo Social y en la Secretaría de Educación. En pocas palabras, quién era (o sigue siendo) el filtro de lo que pensaba, decía y disponía David. ¿Se atreverá el “Cachorro”, o sólo estamos frente a un aspirante urgido de atención?
#Casualidades: La propuesta legislativa del diputado Martín Álvarez Casio, durante la misma conferencia en que Saúl Monreal insistía en sus diferencias con la senadora excuñada, comienza a perfilar la estrategia de oposición dentro de Morena.
Establecer filtros más estrictos a unos cuantos meses de la glosa del cuarto informe de actividades (que no de gobierno) sirve la mesa para continuar con el conflicto que Saúl ha iniciado mediáticamente contra el gabinete de David.

Se espera que la propuesta no cuente con el respaldo de la bancada guinda, que conoce ampliamente las deficiencias de los de la nueva gobernanza. Sin embargo, aquellos que voten en contra deberán de exponer frente al público sus razones.
Lo que tendría que estar construyendo el diputado de Fresnillo es una mesa de trabajo con el titular de la Función Pública, para acordar de qué manera se pueden endurecer las sanciones administrativas frente a las omisiones presentadas en la glosa.
En el consenso con quienes participan en esas modificaciones podría ser el punto clave para legitimar la propuesta. Si ya tiene votos en contra, sólo tiene que encarecer el costo de quienes se opongan a comparecencias más reales y menos escenificadas.