Si algo tenía -o aún tiene- muy claro la senadora Claudia Edith Anaya Mota, es que no quería entrar a una campaña congestionada por el “síndrome del candidato(a)”. Sin embargo, en el Revolucionario Institucional crecen las dudas de un problema que puede resultar en la catástrofe de su aspiración política.

Sondeos que son sólo aproximaciones y encuestas para consumo interno que aseguran que tiene “a tiro de piedra” a David Monreal Ávila, son dos de sus distractores más importantes. Mientras, el partido al que representa y por el cual será siglada su candidatura, se encuentra en un proceso de incertidumbre, muy lejos de la cohesión.

En una analogía muy simple, supongamos que el PRI de Zacatecas es un partido “mazapán”. Cualquier movimiento en falso genera quiebres, así como grietas inmediatas e irreparables (según parece). La voz de la militancia y los sectores coinciden en un corresponsable de la ficción de unidad: Roberto Luévano Ruiz.

En estos días Agenda Política se ha dado a la tarea de sondear la respuesta del priismo, después de distintos procesos accidentados que dejaron huellas y cicatrices innegables. Al unísono dibujan una realidad: no tienen claro si Claudia Anaya conoce del papel de división interna que promueve el todavía Secretario de Desarrollo Social, o si ella lo sabe y además lo consiente.

Hipótesis brotan aquí y allá: que desde Roberto Luévano Silva hasta el chofer y jardinero de la familia cobran en la nómina de Julio César Chávez Padilla (sin evidencia comprobable), hasta la supuesta reunión que, dicen, se formalizó la semana pasada entre el que la hace de coordinador de campaña de Claudia Anaya y Ricardo Monreal Ávila.

Una parte de las especulaciones son identificables en el bonillismo herido, ciertamente. No obstante, la percepción de división interna no le pertenece a un solo grupo. Es un sentimiento generalizado que crece en el Revolucionario Institucional, y va junto con pegado con aquel mito urbano del acuerdo entre Alejandro Tello Cristerna y el monrealismo.

Cuando abundan las especulaciones, que le dan sentido a lo que la gente interpreta, es porque no existen líneas claras de acción ni de discurso político interno. Y hablar de sondeos donde los candidatos “aparejan” es tan sólo un espejismo para entretener a la candidata, si es que ella decide entretenerse en números y no en el vehículo que la llevará al triunfo.

A tal grado ha llegado la descomposición en el PRI que ya aseguran que el papel que juega Enrique Flores Mendoza es tan sólo testimonial. Rebasado el presidente estatal, el camino se ha llenado de minas para que detonen conflictos en los días siguientes del proceso interno, cuando las y los aspirantes no favorecidos decidan renunciar al partido o no participar en la elección.

Lo que es cierto, y lo confirman internos y externos, es que Roberto Luévano ha hecho justo lo que no necesita Claudia Anaya: operación exterminio del bonillismo. En vez de ganarse a los cuadros que Adolfo Bonilla Gómez abandonó para exiliarse en B15 (actitud que en el priismo reprochan), Roberto Luévano los etiqueta para excluirlos de esta elección. La ruta a una ruptura inminente.

Dijimos aquí, a mediados de diciembre, que a Claudia Anaya le esperaba una tarea titánica para reconstruir al partido en la precampaña. Faltan un par de días para que concluya esta etapa del proceso electoral, y no hay claridad todavía acerca de los resultados de la operación cicatriz (que parece más bien un cisma provocado).

En el PRI de Zacatecas hay un extravío grave. Que Ricardo Monreal puso a Claudia para legitimar el triunfo de David, es una teoría que luego niegan alegando que Roberto Luévano busca un acuerdo con los Monreal. Ese “acuerdo” es del que supuestamente nació la candidatura de la aguerrida senadora, ¿pero que todavía no está firme y Roberto busca sellarlo?

Las conjeturas no hacen sentido, pero abundan en especie y cantidad. Si alguien le ha puesto una venda a la senadora, ella aún está a tiempo de mirar con objetividad lo que ocurre al interior de su partido, y de que delegue tareas a los liderazgos bien definidos en el PAN y el PRD para que se ocupe de lo importante: la crisis en el PRI.

Aquellos que intentan convencerla con encuestas son los mismos que se reúnen con los mecenas y patrocinadores de David Monreal y juegan a armar su campaña. No son los sondeos, sino las estructuras que lleve a la elección, la que le van a dar seguridad a la estrategia de batalla con la que pise el terreno electoral a partir del mes de abril.

De lo que debe de estar muy clara es que, si Roberto Luévano busca apropiarse del partido no es este el momento para hacerlo. El PRI no está en condiciones de realizar una “depuración de cuadros” a menos que vayan a una contienda entregada. Que Roberto tiene legítimo derecho de reclamar su dominio en el partido, sí, siempre y cuando le ayude a Claudia a ganar la elección.


#Casualidades: Si en el PRI el escenario interno deja varias dudas, en el monrealismo la lucha está en las mismas o peores condiciones. María Soledad Luévano Cantú y Omar Carrera Pérez advierten lo que aquí hemos anticipado desde hace más de un año.

Los conflictos al interior de los variados “equipos” del cuestionado ex coordinador de Ganaría no son menores, y apuestan por aniquilarse los unos a los otros. Lo advertimos aquí también el pasado martes: ventilar de candidato a Jorge Miranda Castro pareció más bien un intento de desgaste.

Inmediatamente saltaron los anticuerpos tóxicos del monrealismo para reclamar sus candidaturas que creyeron haber logrado al reventar a un tibio Ulises Mejía Haro. Empero, y como el monrealismo mantiene su esencia, las traiciones serán muy marcadas en la selección de candidaturas.

Quienes conocen esos acuerdos explican que el acercamiento del Secretario de Finanzas tenía como finalidad buscar “inmunidad”. El precio por adquirirla es participar en la contienda siempre y cuando pague por su campaña y por la de David Monreal Ávila.

Las manifestaciones de Soledad Lueávno y Omar Carrera han pegado en el punto que más duele a Jorge Miranda: la indecisión. El funcionario estatal suele cambiar de opinión con cierta facilidad, y hoy mira el escenario con el escepticismo de hace algunas semanas.

Y ese tan sólo es un ejemplo de lo que se puede replicar en los 58 municipios del estado. Por cada puesto de elección popular, en el monrealismo hay una enorme fila de suspirantes. Todos con la bendición que asumen como preferente. Y así, la elección configurará una miscelánea donde reinen los intereses individuales.

Twitter: @GabrielConV

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