Otro fin de semana que Ulises Mejía Haro utilizará para legitimar el juego sucio de Morena. Fue citado por Mario Delgado Carrillo y Citlalli Hernández Mora en la sede alterna del partido, pues el Comité Ejecutivo Nacional y su Comisión Nacional de Elecciones se cansaron de despachar entre gritos de fraude, abucheos y manifestaciones.

La propuesta es que se respete su aspiración, incluso si la convocatoria a la reelección ahora incumpla el mismo requisito por el que fue desplazado de la contienda por la gubernatura: la sentencia por (supuesta) violencia de género. El alcalde capitalino se conforma con presentar sus números para apretar su segunda candidatura, pero el panorama no es positivo.

Esta misma semana su equipo se encargó de difundir las palabras de la secretaria general de Morena, quien manifestó su respaldo personal a las aspiraciones del joven empresario. Sin embargo, no descartó el cambio de siglado de esa candidatura para el Verde Ecologista, que teóricamente negociaría Carlos Puente Salas (alejado hace tiempo de los acuerdos nacionales).

Una llamada de Manuel Velasco Coello para Ricardo Monreal Ávila, por petición del propio Mario Delgado, bastaron para que Puente Salas fuera desbancado de la vocería nacional del PVEM. La solicitud llegó por la poca pericia del zacatecano ojiverde para favorecer los acuerdos en Morena, ya que se dedicaba a dinamitar desde afuera los mínimos consensos internos.

A Ulises le han prometido que el mejor posicionado en las “encuestas” del partido es quien se quede con la candidatura. Ya una vez descalificó esos levantamientos que realizan en Morena por su poca fiabilidad. Aún y con ello insiste en una segunda ronda de desgaste, en donde, de llegar a conseguir su objetivo, el monrealismo se encargará de impugnar su aspiración.

Creen ingenuamente que quienes le levantaron la mano a David Monreal Ávila como un aspirante frontalmente cuestionado, son quienes ahora le darán garantías para que avance en el municipio. Nadie en sus cabales, y mucho menos sin un acuerdo con los Monreal (que desde octubre le cerraron las puertas en el Senado), avanzaría por “sus números”.

En el mejor de los escenarios, Ulises se la vivirá a la expectativa de los tribunales. Tendrá si acaso un buen mes de campaña, antes de que la Sala Superior le pida a Morena cambiar al candidato que, fuera del Padrón de Agresores (por violencia de género) se acredite la conducta como una que le impida seguir el camino hasta las boletas.

Y es un hecho que él y su padre, Antonio Mejía Haro, lo entienden muy bien. La filtración intencional de una supuesta campaña por la presidencia municipal del excandidato a gobernador, en el mismo partido que lo arropó hace más de una década, deja en claro que los Mejía han llegado al límite de sus posibilidades y que no les queda más que agotar las últimas opciones.

Sin embargo, la clase política ya le ha perdido confianza al edil de su “Joya de la Corona”. Tardó en dar el salto a otras opciones políticas, y en Morena no le queda más que maniobrar como víctima de sus verdugos fresnillenses. El problema es que acumulará una segunda derrota en su partido, y los acuerdos que pudo alcanzar estarán seriamente demeritados.

Foto: La Jornada Zacatecas.

La campaña de victimización debió de realizarla hace varios meses. Ulises en cambio prefirió la prudencia y las fotografías laborando en las calles hasta altas horas, que en nada le aportaban a la lucha que atravesaba en el partido. Trató con cortesía a quienes lo llevaron a un conflicto encarnizado que borrara, o al menos accidentara gravemente su futuro político.

En unas horas regresará a la mesa donde antes fue descalificado por la senadora María Soledad Luévano Cantú, gracias a los oficios de Mario Delgado. Y lo único que logrará es darle visto bueno a esa dirigencia nacional que lo subyugó (y subyugará) hasta el último momento. Al menos sus viajes a la Ciudad de México no representan gastos en hospedaje; pernocta en departamento propio.

Empero, de poco le sirven los descansos, su imagen ha acumulado serias impresiones de agobio y fatiga. Lo mismo en su equipo compacto donde comprenden -sin atreverse a afirmarlo abiertamente- que a Ulises se le cierran las puertas, y que sus esfuerzos son inocuos, cuando no poco inteligentes y astutos.

Que nadie olvide que su gobierno nació por invitación de David y Ricardo Monreal. Fue su candidato en la elección del 2018, aún y con amagos de renuncia en los registros de la planilla. Lo que haya sucedido en meses posteriores es responsabilidad de ambos grupos políticos, pero quienes avalaron y luego propiciaron el desgobierno en la capital fueron los Monreal y los Mejía.


#Casualidades: Este espacio no le debe más que agradecimiento al senador Ricardo Monreal por revivir continuamente, con calumnias muy a su estilo, el episodio de julio del 2020 en las oficinas de Soledad Luévano, donde lo entrevistamos Andrés Vera, Verónica Trujillo y quien redacta.

Ayer, en la charla con el periodista Juan Gómez, el de Morena insistió en falsear lo que sucedió aquel viernes 10 de julio. Con gusto le recordamos algunos detalles que prefiere omitir para darle apapacho a todos los neomonrealistas que acompañen a David.

La única información “off the record” que nos ofreció el legislador fue la del tema de seguridad. Por su valor de estado, Ricardo es quien debería hablar con las autoridades locales sobre el “diagnóstico” de la lucha entre bandas delictivas que persiste en Zacatecas. De nuestra parte, la ética profesional nos convence a no revelar información sensible.

No obstante, en el tema político, fue él quien le puso nombre y apellido a los personajes que le estorban -todavía- a David Monreal. Después de publicada una de las columnas más leídas en Agenda Política (Los Mensajes para David) fue su hija Catalina Monreal Pérez la que me afirmó que sabía que era una decisión difícil la que había tomado su padre, pero era “la mejor” y resultaba necesario “mantenerse firmes”.

Días después, cuando Enrique Manuel Laviada Cirerol realiza una reunión con los D21 (aspirante incluido) y decreta el: “no somos ricardistas, somos davidistas” es cuando Catalina comienza a cuestionarme la información difundida, contrario a lo que afirmó inicialmente y sin enterarme de lo que pasaba realmente. Ahí entendí su juego.

Dos semanas posteriores Ricardo le dice a Francisco Esparza Acevedo que Andrés, Verónica y el de la pluma, “filtramos sin su consentimiento” lo que él mismo nos reveló con gusto y jiribilla. Sobra decir que este columnista vivió aquella reunión desde su planeación inicial hasta su realización.

Twitter: @GabrielConV

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