Abrí contacto con el senador Ricardo Monreal Ávila, por vez primera, el pasado viernes 3 de julio. Celebraba el cumpleaños de su primogénita, Elda Catalina Monreal Pérez, y vía telefónica ambos me buscaron para saludarme y definir una fecha en la que pudiéramos tomar un café y platicar. La semana se agotaba; no sería sino hasta los próximos días un posible encuentro.

La conversación en el celular apenas duró unos minutos. Apostado en Zacatecas, Ricardo me explicó que ya tenía tiempo que visitaba con regularidad el estado que gobernó, así que la siguiente semana habría oportunidad de finalmente conocernos, saludarnos e intercambiar puntos de vista. Como es mi costumbre con cualquier político, agradecí el detalle y le refrendé puertas abiertas al diálogo.

No tuve noticias del posible acercamiento sino hasta el jueves 9 de julio. Miguel Ángel Vázquez Ávila y Mauro Ruiz Berumen me buscaron para informarme que, al día siguiente a la 1 de la tarde, me esperaba el coordinador de la bancada de Morena en la Cámara Alta, en las oficinas de su compañera María Soledad Luévano Cantú.

Ahí supe que en la reunión también estarían presentes el periodista Andrés Vera Díaz y la comunicadora Verónica Trujillo Jiménez. Los tres confirmamos la cita y nos preparamos para el encuentro con el pilar de la dinastía Monreal. Al principio con cierta desconfianza, pero después más relajados y en ánimo de buscar una esgrima de posturas menos tensa.

Asistimos a la hora acordada y esperamos brevemente. Luego entramos a la oficina mientras Ricardo Monreal desahogaba por celular su agenda nacional, a la que dedica la mayor parte de su tiempo y esfuerzo. Concluyó una llamada, nos presentamos, él recordó a Andrés y a Verónica. Pasamos algunas palabras con algo de formalidad y en un movimiento rápido se acercó a su escritorio donde tomó tres copias de su libro “El Péndulo Político”.

Mencionó primero mi nombre, luego el de Verónica, y después el de Andrés. A cada uno le pasó un texto y nos dio primicia de su nueva obra “La Infamia” donde recuerda algunos episodios amargos con políticos a los que las circunstancias terminaron por distanciar. En tono de mofa le preguntamos si alguna de las personas que rodean hoy a David Monreal Ávila, aparecería en su obra.

El libro era el pretexto.

Casi en automático el senador recordó a una. Ni duda de que la tiene bien grabada en la memoria, especialmente por la carga de recuerdos que le evoca. Mencionó luego nuestro trabajo crítico y en cómo utilizan en “el gobierno” esos datos para detener a su puntero en las encuestas. Indirectamente reconoció que hemos mermado las aspiraciones de David en el discurso y en las percepciones

Más delante especificó que se refería a la administración de Ulises Mejía Haro, desde donde lanzan misiles mediáticos en contra del Coordinador Nacional de Ganadería, aseguró. Pero se mostró confiado en que David será el abanderado de la coalición Morena-PT-PVEM en Zacatecas, pues es decisión de Andrés Manuel López Obrador que se le designe como tal.

El gobierno estatal necesita puertas abiertas a los recursos de la federación, insistió. Y con David el estado tendrá un aliado para obtener presupuesto. Sin embargo, los cuatro coincidimos en que la del 2021 más que una elección es “la rifa del tigre” bajo las circunstancias que vive el estado y el país entero.

Así, poco a poco, los ánimos arribaron a un diálogo más liviano y donde todas las voces coincidían. Si acaso lo interrumpió una llamada con el subsecretario de Gobernación, Ricardo Peralta Saucedo que resolvió en unas cuantas indicaciones, el tiempo transcurrió de forma libre.

El común denominador de nuestro intercambio, evidentemente, el “equipo” que rodea y ensordece hoy a su hermano, tal como en 2016. El secuestro en el que permanece David, aislado por intereses personales, ahora en buena medida por la comisionada del IZAI, Norma Julieta del Río Venegas, situación que no negó. Por el contrario, recordó una anécdota reciente que le puso a la plática un tono inesperado.

El pasado 12 de marzo, los comisionados del IZAI, Samuel Montoya Álvarez, Fabiola Gilda Torres Rodríguez, y Julieta del Río se apersonaron en los pasillos del edificio en la avenida Reforma de la Ciudad de México. David “los llevó”, según el senador, pese a su disgusto y constantes negativas para evadir contacto con Norma Julieta. Ella, bastante crédula, en el saludo le pidió al exgobernador “perdonar y dejar el pasado atrás”.

Viejos agravios que perviven.

Quizá este fue el momento más duro de la charla. Ricardo volteó hacia mi lugar con la vista puesta en ningún lado, enfocado en rememorar su grave respuesta a la comisionada.

Apuntó enérgico con el dedo índice de la mano derecha, y dijo con esa seriedad y molestia que suele reflejar cuando lo invade el enojo: “A mí no se me olvida lo que tú hiciste”, recordó pensando en Julieta. Los tres invitados caímos sobre nuestros respaldos, asombrados por la fuerza de sus palabras.

Y repitió con gesto severo: “A mí no se me olvida lo que tú hiciste, le dije”. Por segunda ocasión, a la comisionada le cerraba el paso. Entre los meses de mayo y junio de 2019, cuando empezaban los tirones patrocinados por Verónica del Carmen Díaz Robles para quitar a la exdelegada del INFONAVIT en Zacatecas, Gabriela Rojo Medina, Norma Julieta conoció su difícil realidad.

La histriónica funcionaria buscó audiencia para tratar de empujar a su amiga Sonia Patricia Tirado Cruz, sin saber que el puesto había sido ofrecido a Catalina Monreal, quien prefirió desertar para evitar más confrontaciones familiares. La del IZAI y su alfil esperaron en el Senado una y dos horas a Ricardo. Sin respuesta ni audiencia, Del Río Venegas prefirió abandonar sus intentos al mismo tiempo que el recinto legislativo.

Seguramente habrá más detalles en su libro “La Infamia”. Aunque la ruptura entre Ricardo y Norma Julieta (que nunca sanará), como todos saben, es por el papel activo que tomó la excontralora en el sexenio de Amalia García Medina, y con el que detonó una cacería de brujas en contra del monrealismo después de haber sido una de las funcionarias de más confianza de María de Jesús Pérez de Monreal en el SEDIF.

No podíamos cambiar de tema sin preguntarle a Ricardo: entonces ¿qué pasará con David? El exgobernador confesó que no le ayuda la gente de la que se ha rodeado, “las mismas caras de siempre”, sentenció. “Los Cuauhtémocs, las Norma Julietas, los Reyes Romos, los Pedro de León, los Enrique Laviada, los Víctor Armas, los Quique Rayas“. Los de siempre, los que estorban.

David necesita rodearse de gente nueva, de jóvenes que le ayuden en la política, afirmó. “Ustedes, por ejemplo”, dijo con otro salto de silla al frente. Todos reímos por la facilidad con la que quiso desenredar un tema que traerá conflictos (y que ya está midiendo). Y es que, de Cuauhtémoc entendió que no podía esperar más que el interés de hacer política para él mismo, siempre. De los demás, traiciones y viejos agravios.

Los mensajes de Ricardo para David.

Poco le faltó para repetir el mantra de la administración de Alejandro Tello Cristerna “las mismas caras salen caras”. Ninguno de los aludidos alcanzará candidaturas, y en caso de que David se alce con el triunfo, se pueden dar por fuera de su gobierno, externó Ricardo. Yo le recordé que desde marzo de 2019, cuando estos le exigieron nombramientos, su veto había quedado claro a todos menos a su hermano.

Pero, fue una pregunta la que lo mostró vacilante y ágil en moverse a otros tópicos: el Crédito Ganadero a la Palabra. ¿Por qué el maltrato de la federación? Le cuestioné. El senador regresó rápido a su solicitud para darle un voto de confianza al todavía Coordinador.

Ahí mismo conoció, pues no lo sabía (eso me llamó la atención), el contrato de 50 millones que otorgó David Monreal a Víctor Hugo Calderón Vázquez, primo hermano de Cuauhtémoc Calderón, emparentado con Nemesio Vázquez García, como dueño de Industrias A y G, cuyo domicilio fiscal comparte con el restaurante de hamburguesas Kaos, en el número 31 de la García Salinas.

El senador reflexionó por un momento, recargó su cabeza en el respaldo de su silla, levantó los ojos al techo, nos miró, y habló algo desconcertado: “No lo sabía. Lo voy a revisar personalmente”. La plática fue agotando la hora y quince minutos. En una especie de confidencias y entrevista Ricardo dejó un mensaje claro para David, tanto como la llamada telefónica del 2016 de la que hoy se arrepiente.

Última pregunta: ¿qué futuro le espera a “CatyMonreal en Zacatecas? Ella es mi heredera y recibirá todo mi legado político cuando yo me retire, anunció con pletórico gusto. Su hija, que escuchó toda la plática entre atenta, emocionada y algo nerviosa en un asiento al fondo de la oficina, antes de tomar las fotos del momento sonrió y agradeció el detalle.

Concluimos con la petición de algunas instantáneas a las que accedió con un “pero por supuesto, muchachos”. Le eran tan útiles como a nosotros en ese viernes de mensajes políticos que alebrestaron a la clase política local y desataron la rabia de Cuauhtémoc Calderón y Enrique Laviada, el constructor. Ni se diga del temblor que seguramente se sintió en el IZAI y en Bienestar, y que trajo una sosa “investigación” en EcoDiario el día de ayer.


#Casualidades: Si Ulises Mejía quisiera, el problema en el ayuntamiento y su futuro político se resolverían con una llamada de acuerdos. Pero el consejo del padre lo mal guía al igual que a David el individualismo de quienes se rodea. Esas fueron las palabras de Ricardo Monreal.

Twitter: @GabrielConV

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