El incremento de consultas y contagios en Zacatecas no inició hace algunos días. Arrastra números desde el mes de noviembre, fecha en que la Secretaría de Salud de Zacatecas aún no definía el destino de 400 millones de pesos para la adquisición de medicinas a través de distintas licitaciones públicas que dilató Uswaldo Pinedo Barrios.

El también líder del Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social, en su Sección 29, tenía puestas sus energías en una especie de depuración interna. No le importó que su nombramiento fuera ilegal, pues invade dos esferas incompatibles como líder sindical y como titular estatal de Salud; él se esforzó por enviar a sus enemigos a laborar en comunidades y municipios.

En lo que se decidía por comprar los insumos médicos (pendientes desde el mes de septiembre), y que no llegaban a los centros de salud, prefirió utilizar su tiempo en politizar la secretaría. Y mientras eso sucedía, las cifras en el Instituto Mexicano del Seguro Social explicaban cómo la marea se recogía para levantar la cuarta ola de contagios a punto de explotar.

Seis semanas previas al 3 de enero, entre el 15 y el 21 de noviembre, la delegación del IMSS en Zacatecas no presentó incremento de casos, sino de asistencias a los distintos Módulos de Atención Respiratoria. Era el más claro aviso de lo que venía después, ya que los derechohabientes alcanzaron las 2 mil 39 solicitudes de pruebas de Covid.

El índice de positividad apenas rozó el 16% de casos confirmados (326). No obstante, David informó ayer que todo comenzó, supuestamente, un 28 de diciembre con “3 contagios” registrados por la SSZ. Resulta entonces que incluso antes del periodo de asueto por las fiestas decembrinas había detonado el crecimiento vertiginoso de cifras en manos del Seguro Social, ¿no así las de Pinedo Barrios? Alguien miente.

Durante la segunda semana de enero, si bien las solicitudes de pruebas se detuvieron en los mil casos, su índice de positividad ya había dado un salto al doble de lo que observaba el IMSS en noviembre. Ahí llegó al 35% de personas que portaban el virus y que debieron contagiarlo entre sus familiares y amigos los dos fines de semana de Noche Buena y año nuevo.

Si hacemos una pequeña biopsia a las cifras de enero, y tomamos como referencia el intervalo entre el 4 y 5 de este mes, las estadísticas del IMSS en Zacatecas adelantaban a las autoridades federales que la entidad debía pasar a semáforo amarillo. En tan solo dos días, de 334 pruebas aplicadas en el Seguro Social, la positividad alcanzó, por vez primera, el 50% de confirmaciones (167).

La mayoría de estos contagios, según reportaron los derechohabientes, se dieron en oficinas públicas, centros de trabajo, escuelas y hospitales. Empero, a diferencia de los datos que enviaba la delegación de Zacatecas al centro del país, la secretaría de Uswaldo Pinedo no reportaba comportamientos parecidos en los centros de salud estatales.

Dos posibilidades se abren aquí: que Pinedo Barrios haya minimizado el panorama que arrojaban sus números (asumiendo que estudió las estadísticas en sus ratos libres de grilla). O una segunda: que, aún y con las cifras en mano, David Monreal Ávila desestimara la crisis que detonaría semanas después, y prefiriera aglutinar gente durante el encendido navideño del 30 de noviembre.

Aquel jueves, el primer cuadro del Centro Histórico se abarrotó de funcionarios públicos y líderes de colonias de la capital que fueron obligados a presentarse al evento. Las vías de comunicación cercanas se saturaron, y poco a poco en Zacatecas se propiciaba el caldo de cultivo perfecto para desarrollar, exponencialmente, la variante Ómicron de Covid que se caracteriza por su nivel de contagiosidad.

Aún y con todos estos antecedentes, Uswaldo Pinedo le pide a David que convoque al Consejo Estatal de la Seguridad por la Salud de los Zacatecanos (su nuevo nombre), hasta el 7 de enero. Sí, un día después de que Monreal invitara a la gente a salir a las calles, pues el hallazgo de una camioneta con 12 cuerpos apilados en Plaza de Armas, era una situación menor.

El contexto de la reunión lo explicaba todo: de manera virtual con las autoridades municipales, únicamente el gabinete de forma presencial, así como dos ediles (Saúl Monreal Ávila y Julio César Chávez Padilla). Coordinaba vía Zoom, por sospecha de Covid, Ana María Monreal Ávila como directora de Salud Pública de la Secretaría de Salud de Zacatecas.

David sólo se preocupó por los mensajes de bienvenida y conclusión. No dio respuesta a las direcciones de Salud de cada municipio, hasta ese momento sin autorización para recibir cifras oficiales de parte de la secretaría del ramo. Y esa fue la política pública que privó durante los meses de noviembre y diciembre: minimizar otra crisis más.

Aunque celebre los protocolos de vacunación, el que se dice “gobernador” resguarda como “datos personales” los correspondientes a su esquema de vacuna anti-Covid. ¿A qué le teme? ¿A que la opinión pública constate cuándo y dónde se vacunó, si es que ya recibió el biológico? ¿O a que la opinión pública sepa que recibió el biológico antes que la población en general? Privilegios son privilegios.


#Casualidades: Estuvieron a nada de iniciar la “nueva gobernanza” sin gabinete, el pasado 12 de septiembre. Y todo porque Norma Julieta del Río Venegas le aseguró a David (siempre a conveniencia), que no era necesario realizar ningún nombramiento todavía.

Para entonces, la comisionada del INAI ya se sabía sin el poder que tanto presumió. Apenas pudo amarrar la Función Pública y algunos espacios en la Secretaría de Finanzas, y lo que buscaba era ganar tiempo para que las “negociaciones” le destrabaran más puestos.

A Julieta del Río le parecía muy normal (después de 30 años en el servicio público de los que dice que ha aprendido mucho), que David asumiera el mando directo de la fuerza pública, pues como encargado de despacho en Arturo López Bazán no recaería la responsabilidad del cargo.

Fue gracias a los abogados de Ricardo Monreal Ávila que David reculó. Ahí, de muy poco (casi nada) le sirvió Ángel Manuel Muñoz Muro a la delegada Verónica del Carmen Díaz Robles. Y ella, después, no quiso sostenerlo como subsecretario de Control de la SFP.

Él debió advertir como atípica la propuesta que deslizó la comisionada del INAI, la misma noche que las titiriteras buscaron cerrarle las puertas de Palacio de Gobierno a la señora Sara Hernández de Monreal. No contaban con una Cristina Rodríguez de Tello dispuesta a cambiar la jugada.

Y así, en el interés mezquino de la comisionada/asistente, y gracias a ella, el gabinete fue acomodándose a cuentagotas desde esa fecha. Empero, reza el dicho: no es la culpa del indio… sino de quien permite que le den trato de marioneta y no de “gobernador”.

Twitter: @GabrielConV

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