Por Juan Gómez

El viernes pasado el presidente Andrés Manuel López Obrador arremetió en contra del periodista Carlos Loret de Mola, de quien dio a conocer datos personales sobre sus ingresos, basado en información del Sistema de Administración Tributario (SAT) de la Secretaría de Hacienda, lo que se convirtió en un acto de exceso de poder y violatorio de los datos de una persona física.

La barbarie presidencial no ha tenido parangón en México en donde el poder político siempre ha buscado -en la mayoría de las ocasiones lo ha logrado- acallar, controlar, intimidar a la libertad de expresión.

El otrora sistema político mexicano tenía todo el control: mediante el otorgamiento de concesiones del Estado controlaba las radiodifusoras y las televisoras, en tanto que por el monopolio del papel a través de Productora e Importadora de Papel S.A. (PIPSA) entregaba el material a los medios impresos a través de la Secretaría de Gobernación.

Algunas organizaciones radicales optaron por la vía armada para el cambio de poder en nuestro país, especialmente en la década de los años 70´s, cuando la guerrilla tanto urbana como rural, dieron la lucha en diferentes partes del país, especialmente en la Ciudad de México y en los estados de Guerrero, Chihuahua y Oaxaca.

Otros optaron por la vía de la lucha democrática a través de la participación ciudadana en los procesos electorales. Era una vía más larga pero dio resultados que permitieron el avance de la ciudadanía en los procesos democráticos.

El Partido Acción Nacional empezó avanzar. La incorporación de la lucha cívica dio buenos resultados. La participación de Manuel Clouthier “Maquío” empezó a dar dividendos. Su convicción, visión y valentía social, permitió a la oposición de derecha avanzar en la concientización ciudadana y lograr victorias políticas en algunos estados, como en Baja California.

La izquierda tuvo una gran acción disruptiva y valiente, decidida. La participación de Cuauhtémoc Cárdenas ha sido fundamental también en los procesos democráticos del país. Fue el primer Jefe de Gobierno de la Ciudad de México y marcó la ruta de la ideología progresista predominante en la capital de la república.

Izquierda y derecha han hecho lo propio en el avance democrático de México. El panismo, con la resistencia civil pacífica y la izquierda con su creatividad e irreverencia ciudadana. Ambas expresiones políticas han participado con determinación y convicción democrática.

Hoy el país vive una situación extraordinaria. Una expresión de la izquierda cardenista que se escindió para buscar una personal lucha por el poder, representada por Andrés Manuel López Obrador, llega a la presidencia acompañada por el populismo religioso, con la pretensión de anidar en el poder por largo tiempo.

El tabasqueño pretende que en México el populismo se consolide a través de un “decálogo” político que trascienda en una forma de gobierno.
Ese afán construye una forma autoritaria del estilo personal de gobernar. Agrede a la prensa un día y otro también. No ataca a la oposición, porque esta está callada, sin un discurso y sin liderazgos fuertes, pero se arroja en contra de la prensa independiente, no alineada al poder que le ha abollado la corona.

La crítica y el cuestionamiento fuerte vienen del periodismo independiente y de la sociedad gobernada, especialmente de la clase media a la que ha denostado López Obrador.

Por eso centra su ataque y denostación en contra de esta expresión mediática. Lo llama de diferentes maneras de una forma agresiva y descalificatoria. Pero en cada ataque, en cada mañanera, muestra el talante autoritario y su profunda preocupación, lo que evidencia en el fondo su debilidad social y política.

El fin de semana fue una revuelta social que empezó con el apoyo al periodista Loret de Mola, víctima de los ataques presidenciales, pero que después desencadenó en una propuesta por el país, por mantener y preservar las libertades de las que todavía gozamos y que debemos mantener a pesar de los embates del Lopezobradorismo.

López Obrador violó el derecho a la privacidad y además excedió su poder en contra de un ciudadano. Evidenció el poder presidencial abusivo y autoritario, pero además alertó y levantó a un sector importante de la sociedad mexicana que inició una lucha de fondo por la libertad

Julieta del Río, la obsesiva del poder

Lo que sucede en la Ciudad de México se replica en algunos estados del país, azotados por la violencia y el avance de las células criminales que se apoderan de porciones estratégicas del territorio estatal.

Es el caso de Zacatecas. Un par de periodistas, Verónica Trujllo y Gabriel Contreras, se encuentran en este momento en una situación extraordinaria, debido a que una comisionada del Instituto Nacional de Transparencia (INAI), pretende desacreditar su trabajo profesional.

Julieta del Río Venegas, es una política vinculada al poder gobernante en donde ha ocupado distintas posiciones. Hoy es una comisionada del Instituto Nacional de Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) pero vinculada al gobierno de Morena que encabeza en Zacatecas, el gobernador David Monreal Ávila.

En ese afán de ganar preeminencia en la estructura de poder local pretende desacreditar el trabajo periodístico de dos comunicadores que realizan un trabajo crítico de investigación en el estado.

La comisionada Julieta del Río Venegas no goza de una credibilidad de trabajo independiente en Zacatecas. Sus intereses están vinculados más al poder que al sector social que dice representar.

Su última actividad política es la de operadora en favor de la candidatura y campaña del actual gobernador David Monreal Ávila, un mandatario que se ha encargado de implementar una estrategia en contra de los medios de comunicación independientes en Zacatecas, estrategia que apoya la comisionada del INAI.

Ya veremos cuál es la decisión sobre este tema que toma el pleno de comisionados del INAI, si se pronuncian a favor de la pretensión de la política y obsesiva del poder Del Río Venegas o por la libertad de expresión. Al tiempo.

@juangomezac

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