Cuando Andrés Manuel López Obrador adelantó que recorrería algunos estados del centro-norte del país con el objetivo de supervisar obras de abasto de agua para la población (problema central de su discusión con Elon Musk y la millonaria inversión de Tesla en Nuevo León), Zacatecas quedó excluida por default. A esta entidad únicamente vendría a presumir sus “bancos del Bienestar”.

Ese es el concepto de “obra pública”, según el tabasqueño, que merece un “gobierno” (así le dicen) como el de David Monreal Ávila, descartado de los proyectos de infraestructura hídrica desde el inicio de su sexenio en septiembre del 2021. Cero pesos para el sistema de la presa de almacenamiento en Milpillas, y cero pesos para la línea de conducción y abastecimiento del corredor Zacatecas-Fresnillo.

Por segunda ocasión en un proyecto federal de egresos, la Cuarta Transformación obligó al “gobernador” peor evaluado del país a retirar los 765 millones de pesos que etiquetó para ambos fondos hídricos. Y sin una sola explicación del por qué el trato diferenciado con otros mandatarios, David tuvo que presumir a sus medios de comunicación “un buen presupuesto, a secas”.

Cero pesos de recursos federales, también, fueron concedidos para la modernización de las carreteras Fresnillo-Jerez, la carretera El Vinatero – Nuevo Mercurio, y la del Salitre a Ciénega de Rocamontes que conecta a la entidad con la ciudad de Saltillo, en Coahuila. El único presupuesto para infraestructura en Zacatecas provino de una bolsa de 102 millones del Seguro Social.

Casi 48 millones de pesos para la Unidad de Medicina Familiar de seis consultorios, en el municipio de Guadalupe, y otros 55 millones en la construcción del Centro de Investigación en Biomedicina Molecular, dentro de la capital del estado. Aquello no aportaba ni la décima parte de lo que presumían llegaría con un gobierno “transformador”.

Fue así como, la tarde de este domingo, López Obrador se conformó con subrayar la construcción de 62 sucursales del Banco del Bienestar, de las que hasta el momento sólo existirían 22 en todo el estado. De esa veintena, en el portal del gobierno federal que permite la ubicación de estos centros de canje, sólo existe la referencia de nueve bancos.

Y si miramos con detenimiento que, hasta el momento hay una oficina por municipio de mayor concentración poblacional, lo que sucederá próximamente en los bancos de Zacatecas, Guadalupe, Fresnillo y Jerez será una saturación absoluta del servicio los días de pago. Todo sea por restarle poder, paulatinamente, a las delegaciones de Bienestar y sus “cuervos” de la nación.

Sin “intermediarios” que canjeen las transferencias monetarias, o retiren el dinero apenas minutos de haber sido depositado en las cuentas de las y los beneficiarios, teóricamente Andrés Manuel López Obrador podría acabar con el “coyotaje” y el “robo hormiga” en sus programas sociales, proveniente, ni más ni menos, que de su estructura de “siervos” leales.

Eliminados los inconvenientes de un grupo de “servidores” a la orden de una sola persona, en este caso Verónica del Carmen Díaz Robles, qué poder podrían presumir más adelante las y los titulares de las delegaciones de Bienestar en el país, si no el de simples enlaces, cada vez más diezmados, de las directrices del gobierno federal.

Ello indica que López Obrador piensa en la sucesión presidencial incluso desde la perspectiva burocrática, quitando ciertos engranajes que sólo funcionaron mientras “se asentaban las bases” de su “cuarta transformación”. Qué otro sentido tendría suprimir la entrega de apoyos en efectivo al universalizar la tarjeta del “banco Bienestar”.

Una vez mermado el flujo de efectivo entre las y los nuevos reyes y reinas del “cash” (y su tropicalización por estado), no sería extraño ver cómo se desplazan a las listas de candidaturas de Morena en la próxima elección. Esa es la perspectiva a mediano plazo de lo que sucederá con las y los alfiles de la secretaría del Bienestar, ahora que se conviertan en meros embajadores locales de la 4T ya sin mucho poder.

Aún y con todo lo que supone un nuevo sistema de distribución de apoyos monetarios, los “siervos” de la facción fueron convocados a muy temprana hora en el Palacio de Convenciones. A quienes viajaban de latitudes más lejanas incluso se les rentó habitaciones de hotel con tal de fungir como porra oficial del presidente que en poco tiempo los mirará como un cero a la izquierda.

Existían muy pocas razones para mostrar el júbilo con el que coreaban a las y los subdelegados de Bienestar, y aplaudían al subdelegado de Programas para el Desarrollo, Sergio Casas Valadez. Más allá de un club de fans de López Obrador, muchos de ellos asistían a un mensaje con el que iniciaba una nueva etapa de la Cuarta Transformación, ahora con menos “bienestaristas” de intermediarios.

Todo dependerá del proceso sucesorio para saber en qué partes se reformarán las delegaciones de programas sociales. Empero, hoy son menos necesarias más allá del mantenimiento y actualización de padrones con el que poco proselitismo podrá hacerse como hasta ahora se ha lucrado con esas posiciones políticas. Claro, aspirantes a quedarse con las migajas sobrarán.


#Casualidades: Con un récord de más de 75 días de no asistir a su centro de trabajo y que estuvieron a punto de convertirse en un “acta administrativa”, Juan Carlos López Elías, subsecretario de Ingresos de la Secretaría de Finanzas, a estas alturas al menos debería de estar entre los “aviadores” investigados y sancionados por Ángel Manuel Muñoz Muro.

En su historial conocido gracias a una solicitud de información, se tiene que el subsecretario mantiene resguardo del vehículo con número económico 4208, que corresponde a un automóvil de tipo Passat, modelo 2016, marca Volkswagen.

Además, realiza un gasto mensual de combustible que ronda desde los 2 mil 500 hasta los 5 mil pesos, con los que ha terminado de cargar más de 100 mil kilómetros en dicho Passat. Del uso de automóvil en tareas locales, no existe referencia alguna.

Y los únicos dos oficios de comisión que firmó durante 2022 corresponden a una reunión del Comité de Vigilancia del Sistema de Participaciones, del 5 al 7 de mayo de ese año en la Ciudad de México. Y otro más que justifica su salida a una reunión del REPUVE, en el Estado de México, un mes antes, el 22 de marzo.

No existe cualquier otro documento que respalde sus constantes caminatas por el Centro Histórico de la capital del estado en horas laborales, mientras sujeta en una de sus axilas un vaso de café. Preocupado, probablemente, por sus inconsistentes declaraciones patrimoniales.

Tampoco es que el “subsecretario” desquite sus labores por la tarde, y hay semanas en las que de plano ni siquiera se ve el automóvil con resguardo a su nombre. Aunque, evidente como es la nueva gobernanza, han de proteger a su fuerza de “aviadores” que pulula en todas las secretarías.

Toda la pantomima del subsecretario de responsabilidades administrativas no pasa de los pleitos personales a los que llama “lucha anticorrupción”. Cero y van tres. El primero fue Guillermo Correa Pacheco (aviador por ellos mismos expulsado sin sanción), luego Adrián Bernardo Pinedo Morales; ahora un subsecretario de Finanzas; y así caerán más y más las y los “aviadores” consentidos de David Monreal Ávila y su “mano dura” contra los “corruptos”. De risa y más risa.

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