En medio de un proceso electoral agobiado por el tedio en las campañas, Ricardo Olivares Sánchez elevó la agenda pública gracias a las reformas legales en materia financiera que esta misma semana aprobó la LXIV Legislatura con 25 votos a favor, y que acarrearon algunas horas de convencimiento y labor política.

Olivares Sánchez bien podría haber enviado una reforma constitucional, y conseguir la mayoría calificado si así hubiera sido necesario. Una muestra de consenso político que muy pocos integrantes del gabinete de David Monreal Ávila han podido alcanzar, ya en la recta intermedia del sexenio.

Del por qué de la indudable mayoría en el pleno legislativo, eso tiene que ver el contenido de las reformas que buscan fortalecer la vida institucional, pese a cualquier alternancia partidista en el poder. Y una de las más importantes, sin duda, es la creación del Registro Estatal de Empréstitos y Obligaciones.

Esto modifica la dinámica de adquisición de cortos y empréstitos revestidos de Proyectos de Prestación de Servicios, los cuales, además, deberán de ser liquidados en el sexenio en que sean aprobados para su realización. La mira está puesta en la construcción del viaducto elevado en la capital del estado.

En paralelo, la nueva gobernanza creó un Sistema de Alertas para la identificación de riesgos y el diseño de previsiones financieras para contener los mismos. Este conforma los cimientos de tres fondos de actualización presupuestal. Uno de los que ya existe es el de Saneamiento y Estabilidad Financiera.

Así como otros dos más: de Estabilización de Ingresos Presupuestarios, y el de Inversión Pública Productiva. Todo con el objetivo institucional de promover una redefinición del equilibrio fiscal, a partir del control de riesgos que tienen que ver con la variación de ingresos federales, de los que Zacatecas depende en un 95%.

En términos administrativos, la Secretaría de Finanzas se convierte en un ente regulador del presupuesto estatal, cuando las perspectivas económicas del gobierno federal comiencen a fallar (como lo han hecho constantemente los últimos años), y Zacatecas nuevamente reciba recortes extraordinarios.

En términos políticos, Ricardo Olivares le otorga una palanca de reordenamiento presupuestal de todo su gobierno porque, en honor a los hechos, la Cuarta Transformación no trajo la derrama económica para el estado que tanto presumieron en la campaña del 2021.

Al menos lo que se plasma en las dos leyes aprobadas y una tercera reforma, apunta a un plan de contingencia en caso de que los recursos anuales presenten distintos déficits. Algo que sólo ha ocurrido en los tiempos de Andrés Manuel López Obrador al frente del gobierno federal.

De ahí la trascendencia del “botón de pánico” del presupuesto estatal, llamado: Declaratoria de Emergencia Financiera. Con esta herramienta, la Secretaría de Finanzas deberá asistir a la Legislatura a presentar una propuesta de reforma presupuestal, en cuanto a los indicadores económicos reportados.

Esto debería de dar seguridad a la población zacatecana, en estos momentos, de que las corridas financieras con respecto al viaducto elevado concluirán en esta misma administración. Que es uno de los ejemplos, y el mensaje medular, que promueve Olivares Sánchez en medios de comunicación.

Ahora bien, en cuanto a la regulación para que el gobierno estatal pueda adquirir nuevos empréstitos, trasciende la inclusión de la figura de Consulta Ciudadana en los casos en que, al existir una deuda vigente y pretendan contratarse otros créditos, esto sólo pueda realizarse con el visto bueno ciudadano.

Otro aporte más de este nuevo blindaje financiero, repercute directamente en la contratación directa de créditos de corto plazo (o créditos anuales), cuyo tope no rebase el 3% del total emitido, con la idea de mantener el equilibrio presupuestal en caso de riesgo por reducción de aportaciones y participaciones federales.

Medidas que, finalmente, no hubieran sido posibles sin la premisa de responsabilidad financiera que otros secretarios como Jorge Miranda Castro devaluaron a tal grado que le entregó a David Monreal una hacienda endeudada de pies a cabeza, después de hacer sus maletas y salir a comprometer las finanzas del municipio capitalino.


#Casualidades: Quien perdió los estribos en el debate entre aspirantes a la alcaldía capitalina, fue el mismo que dejó sendas deudas previo a la conclusión del sexenio de Alejandro Tello Cristerna.

A diferencia de su campaña en 2021, Miranda Castro mostró no sólo que es un candidato iracundo porque ahora sí la campaña opositora le ha generado mermas. Además reveló que sus encuestas no son tan optimistas como presume.

No hay otra lógica detrás de la narrativa que identificó a Miguel Ángel Varela Pinedo como su enemigo personal, sino es porque los números se acercan entre estos dos contendientes, con la posibilidad de robarle la reelección.

Pareciera que Jorge dedicó sus fines de semana en el clima cálido de la ciudad de Guadalajara, no sólo para festinar en Plaza Andares. También para decidirse por dejar atrás la “campaña de propuestas” y meterse de lleno al lodazal electorero.

Aquello de que “a cada ataque, se respondería con una propuesta” se acabó a un mes de que se lleguen las votaciones. Miranda no se encuentra nada cómodo con su propia campaña, y seguramente los costos monetarios del triunfo se elevaron en estos días.

Empero, Jorge no es un animal político. Es un animal de blocs contables, pasivos y activos (cuando quiere). Se prepara así para derramar más de 20 millones de pesos (que fue lo que gastó en 2021), con tal de retener un triunfo que él mismo se complicó desde el día uno de su “gobierno” municipal.

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