Una vez concluyan los procesos comiciales de Coahuila y el Estado de México con la renovación de los ejecutivos estatales, el próximo 4 de junio, la dinámica electoral en Zacatecas dibujará sus primeros trazos. La coalición opositora, en voz de Carlos Aurelio Peña Badillo, recién ha llamado a un gran frente de contención y unidad para afrontar una campaña de arrastre nacional.

Previo a que el Comité Ejecutivo Estatal del PRI partiera a la entidad que envuelve a la capital del país, para apoyar a la candidata Alejandra del Moral Vela, la dirigencia difundió un mensaje videograbado con el que invitó a la militancia y simpatizantes del Movimiento Ciudadano a integrarse al bloque opositor y renunciar a la estrategia de “división” urdida por los naranjas.

Zacatecas sería el primer estado en el que se desgaja el partido de Dante Delgado Ranauro, sin consolidar antes una estructura de voto identificable, acompasada de una propuesta “alternativa” creíble, pues encabeza su oferta un dirigente apenas desempacado del Revolucionario Institucional, inmerso en una polémica mayúscula llamada “ISSSTEZAC”, desde que arribó a MC.

De ese partido también ha desaparecido la candidatura de Ana María Romo Fonseca, en la campaña del 2021. Nunca dieron seguimiento a la plataforma electoral con la que recabaron el 3.24% de los votos en aquella contienda, por lo que el partido se convirtió en una novedad sin sustancia ni presencia efectiva dentro del debate público, salvo algunos de sus personajes.

Muy poco se puede rescatar de la franquicia de Jorge Álvarez Maynez, al que sólo se le ha visto activo en Zacatecas cuando se trató de la controversial muerte de uno de sus familiares. Lejos de ello, Movimiento Ciudadano se convirtió en una tribuna flotante, de la que ascienden y descienden sus adherentes con bastante facilidad y regularidad.

No es que la coalición del PRI, PAN y PRD mejoraran esa misma oferta como “alternativa”, sin embargo, a diferencia de MC, esos partidos mantienen sus espacios de representación en las legislaturas y municipios, así como sus nichos de voto duro. En merma, evidentemente, pero dentro de las reglas del juego de la partidocracia y conforme al manual electoral.

No podría ser de otra forma, pues Zacatecas pasó de ser “el estado más priista del país” (Simón Pedro dixit), a uno en que la ola guinda llevó a un candidato -dos veces derrotado en las urnas- a cumplir su sueño frustrado. De fondo, la única columna que se desplazó fue la de esos mismos votos corporativizados. Antes en SEDESOL, ahora en Bienestar.

En esta conocida fórmula, Movimiento Ciudadano efectivamente será “la tercera vía”, pero solo entre los “chiquipartidos”. Siempre como ariete, nunca como monolito. Su discurso no sólo no es atractivo en lo local (por el contenido y sus mensajeros), sino que no está pensado para trastocar las maquinarias de votos con las que se disputan los triunfos.

Van a la cosecha mínima de sufragios, como cualquier otro partido satélite, sin encontrar punto de comparación con las decenas de miles de votos que ha alcanzado -progresivamente- el PT a nivel local, por ejemplo. De ahí que, a la hora de desgajarse, el Movimiento Ciudadano sea fácilmente desalojado y medianamente rellenado sin mucho problema. Para eso sirve.

No obstante, su valor simbólico es el que más puntos ha perdido en los últimos días, y tendrá muchos más por perder cuando conozcamos los resultados en el Estado de México y Coahuila. A nivel nacional ya se ha puesto en entredicho su pertinencia como “tercera vía”, cuando más bien sus votos fortalecen indirectamente a cualquier partido mayoritario (hoy Morena). Así se ganaron el mote de “esquiroles”.

En esa coyuntura es justo donde se incrusta el mensaje de los alonsistas, difundido este miércoles. Colocar a la “tercera vía” en su justa dimensión, mirarla objetivamente y desprender su halo de “verdadera oposición”, cuando el país vive un punto de polarización ideal para los fines de un gobierno concéntrico y centralista.

Entre el blanco y negro no hay naranja posible. Entre el pasado y el presente no hay futuro desarraigado y ajeno a esos dos. Es un debate que concluirá el próximo 4 de junio, y del cual ya tenemos una idea muy clara hacia dónde se dirige. En cuanto se finiquite, el verdadero problema regresará al punto del cual no ha salido: las diferencias internas en la coalición opositora.

La confrontación entre las dirigencias nacionales de los tres partidos y las bases relegadas de las candidaturas en poder de las cúpulas. Un dilema eterno. Los chantajes de quienes exigen “inclusión” cuando llevan meses tocando a las puertas de otros partidos. La simulación de abandono de ciertos grupos “agraviados”, como mero pretexto para justificar su éxodo.

Las concesiones cupulares en las fórmulas al Senado de la República, el acomodo hacia abajo para mantener la “unidad”, municipios con o sin coalición, su harto socorrida “falta de recursos”, y todos los obstáculos que deben superar antes de comportarse como “oposición”. Pronto sabremos qué tanto “aprendieron” de la elección del 2021.


#Casualidades: Lo que sucede al interior del Sindicato del Personal Académico de la UAZ podría convertirse en poco tiempo en un primer cisma en la vida universitaria, que marque la salida de emergencia de Rubén Ibarra Reyes en su breve y monótono periodo de rector.

Trastocar la vida interna del sindicato, desde el mismo sindicato, no sólo es desconocer un proceso democrático distinguido por su transparencia frente a la academia y la opinión pública en general. Es un indicador de conflicto que no se va a resolver por la vía institucional.

Por el contrario, es la propia autoridad la que ha desconocido a Jenny González Arenas como ganadora de un proceso comicial que se jugó con las reglas de la parte oficial. Y aún y con la improcedencia de las impugnaciones, la estrategia apunta a una ruptura nada tersa.

José Juan Martínez Pardo no tiene el mínimo interés por cuidar los canales institucionales que marcan la entrega-recepción a realizarse este mismo viernes, cuando se presume la existencia de un acta que valida la elección de González Arenas, así como una que la invalida.

No sólo viola los estatutos del propio sindicato, también retrata el uso discrecional de un supuesto órgano autónomo al poder de la rectoría, como lo había sido hasta el pasado 11 de mayo. Su silencio es garantía de todo, menos de certidumbre.

Sin duda juegan con fuego al amparo de Rubén Ibarra, que ya había vendido todo el paquete universitario a los alfiles del Bienestar. Hoy, lo que tiene por entregar, es una universidad con un destello en pradera seca, que de ninguna manera se encuentra preparado para enfrentar.

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