Visto en retrospectiva, haría un poco de lógica pensar que lo que ocurrió en el Comité Ejecutivo Nacional de Morena y dentro de su Comisión Nacional de Elecciones, podría haberse tratado de una estrategia de tiempos para presionar a las y los gobernadores guindas, antes de ayudarles a imponer sus candidaturas.

Jugaron con ellos, les negaron cualquier exigencia durante los últimos dos meses, les arrinconaron con las mismas encuestas que luego tiraron a la basura, les cerraron las puertas de cualquier negociación en Palacio Nacional, y en el último minuto, David Monreal Ávila obtuvo lo que no le quisieron conceder durante más de 80 días.

En un análisis serio no caben los agoreros que pregonaron que la fórmula inicial era la que, con firma apócrifa de por medio para quitarse de encima a una rival, siempre planeó el titular de la nueva gobernanza. Verónica del Carmen Díaz Robles, por el contrario, quedó exhibida públicamente a nivel nacional como una aspirante perdedora de encuestas.

Todo porque el Comité Ejecutivo Estatal de Rubén Flores Márquez se compró el pleito con la autoridad nacional, y no desperdició ni una sola conferencia de prensa de Morena Zacatecas para poner en duda el proceso interno con el que luego designaron a Verónica. Lo que en política se conoce como “escupir para arriba”.

Recordemos que, inicialmente, David solicitó cuatro cosas: que la fórmula al Senado sólo la encabezara Morena (sin PT ni PVEM), que el primer lugar fuera apartado para el género femenino, que Mario Delgado Carrillo hiciera suya una lista de rivales a vetar en el proceso, y que no fueran las encuestas, sino el acuerdo, el que prevaleciera.

Una y otra vez, Claudia Sheinbaum le recordó a él y a las y los gobernadores indisciplinados, que sólo las mediciones llevarían a las y los aspirantes a las boletas, y que si querían tener preferencia debían demostrar que sus cuadros en verdad representaban un perfil electoral competitivo.

Nunca se trató de especulaciones. El pleito entre Rubén Flores y Mario Delgado es prueba irrefutable y deja constancia de los tirones que surgieron en aquellos días. Pese a las evidencias de que en Morena los números de encuesta trazaban una ruta coherente, en la última visita de Sheinbaum a Zacatecas ya todo giró en torno a “consensos”.

Uno de ellos fue el que, al igual que Soledad Luévano Cantú, abrió para Ulises Mejía Haro y después desconoció. Con la premisa de que el exedil de Zacatecas había logrado ganarle por pocos puntos a Saúl Monreal Ávila (un empate técnico), la entonces precandidata presidencial le pidió lealtad y disciplina para “bajarse” al Distrito 3 federal. Esa lealtad presidencial nunca se pagó.

A “Chole” sin perdón -ni permiso- de por medio al haber modificado su candidatura y registrarla (sin su firma, o con un facsímil de esta), le sugirió que “ayudaría” más si salía a competir por un distrito que la senadora de Morena nunca ha trabajado. Ahí, quien logró articular ese acuerdo fue Ricardo Monreal Ávila con los ojos puestos en San Lázaro.

Poco a poco, aunque al final de la recta, la campaña de Claudia se convirtió en una red de complicidades que hoy encabeza como coordinador Mario Delgado Carrillo. El mismo que es investigado en Estados Unidos por haber recibido “aportaciones” en efectivo de parte del crimen organizado en Tamaulipas para financiar a candidatos a gobernadores de Morena en las elecciones del 2021 (entre ellos el de Zacatecas).

Con ese nombramiento encima, la campaña de Sheinbaum Pardo comienza a hacer bastante sentido. Las complicidades que unen su proyecto electoral pareciera que son incluso inconfesables, y arrastran el debate a donde centra hoy la atención pública por los vínculos entre el poder político y el poder del narcotráfico.

Cómo fue que Mario Delgado, Claudia Sheinbaum y Citlalli Hernández lograron doblar a David y a Verónica (no al revés, como se especula), y a cambio de qué, son dos interrogantes que no conoceremos pronto. Sin embargo, servirán de ruta para entender cuál es el combustible político de Morena en este inicio de campañas.

De acuerdo con las fuentes del PT, en las mesas de acuerdo entre partidos aliados incluso se escuchó una de tantas amenazas que David llevó, como el “pedir licencia” como (presunto) “gobernador” en caso de que Verónica Díaz no fuera incluida en la fórmula, siempre con el pretexto de que no podría garantizar el triunfo electoral. Ojalá le hubieran tomado la palabra.

Empero, la interrogante sobre qué sucedió es una que ahora debería de plantearse Saúl Monreal. Sometido en el segundo puesto de la fórmula al Senado, no tendrá opinión ni campaña propia, pues deberá consultar cualquier decisión con la jefa de los ejércitos electorales que, o lo puede ayudar o lo puede hundir.

Disciplinarse a la mujer que juró derrotar en la menor oportunidad será el costo que deberá asumir, ya que la espada en el cuello de su aspiración siguiendo una sola: apellidarse Monreal. Y no sólo disciplinarse, también retratar todas sus virtudes en público y convencer a la gente de que, aunque la clase política poco la tolera y la ciudadanía no la conoce, ella es la candidata por quien deben de votar. Pobre Saúl.


#Casualidades: Como resultado de este “cumplir caprichos” en el que estuvieron de acuerdo los jerarcas de Morena y la candidata presidencial, comienza la lista de aspirantes damnificados.

La primera, como suplente de Verónica Díaz, es Gabriela Evangelina Pinedo Morales. A criterio de la delegada del Bienestar, no servía de mucho en un cargo público para que continuara su trabajo en la capital del estado, donde la querían ver “gobernando”.

Julia Olguín Serna llega a la candidatura con poca competitividad, según su partido. Le entregaron el distrito 2 federal como segunda opción de Morena, pues no logró colocarse por encima de las preferencias que coleccionó Lyndiana Bugarín Cortés.

Ulises Mejía Haro y su equipo se debatían entre esperar a que Claudia Sheinbaum le volviera a jugar las confianzas, pese al apoyo económico y de estructura que operó para promoverla como “corcholata favorita”, y pese a haberlo nombrado “representante local”.

Ulises debe entender que su rentabilidad electoral se encuentra en buen momento, pues sólo una traición lo quitó del camino de Morena. Su mayor activo siempre fueron las encuestas y las solicitudes de sacarlo de la contienda por “incumplir” requisitos. Queda más que claro que le estorba a los Monreal donde sea que juegue.

Y, finalmente, Maricarmen Salinas Flores que erró el tiro al confiar de más en sus jefes políticos. Debió de mantener su aspiración al Senado, ya que también rebasaba en las encuestas a Verónica. Solo así podía cerrar un acuerdo por la candidatura del distrito federal 4, con cabecera en Guadalupe, que no le respetaron.

Claro, y los que faltan…

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