Cien días han sido suficientes para marcar una tendencia en el “gobierno” de David Monreal Ávila. Más allá de los consensos se privilegian las rupturas a gran escala. Por orden de aparición: magisterio, jubilados, burocracia, sector salud, grescas internas en las corporaciones de seguridad, empresarios, municipios, el poder judicial, los órganos autónomos y la LXIV Legislatura.

No sin obviar las fuertes divisiones al interior de eso que llaman “davidismo”, que recarga parte de la lucha en el distanciamiento entre Verónica del Carmen Díaz Robles, y una Norma Julieta del Río Venegas en merma casi total. Los últimos movimientos también repercutieron en quienes se consideraban “perfiles cercanos”: Mariano Alberto Casas Valadez y Rafael Llamas Sabag.

Y si dentro del estado la clase política, organizaciones, e instituciones parecen confluir hacia la polarización que pregonan algunos guindas como Ernesto González Romo, esa premisa de “la culpa es de los otros” también llegó a tensar la relación con tres gobernadores: Ricardo Gallardo Cardona, José Rosas Aispuro Torres y Martín Orozco Sandoval.

David recurre a un nicho de poder con poco apalancamiento de distintas fuerzas políticas, y que se sostiene únicamente en dos figuras: la delegada de Bienestar y el presidente municipal de Guadalupe. El poder de ambos no traspasa más allá de los cargos que ostentan, como lo han demostrado al concentrarse únicamente en Zacatecas como su zona de influencia.

Eso lo sabe muy bien el “tembloroso” Ricardo Olivares Sánchez, que recién regresó de la Ciudad de México y sigue sin transparentar los gastos “onerosos” de viáticos que dijo David que desaparecerían. A contracorriente, el tlaxcalteca ha utilizado su agenda de conocidos para destrabar recursos, pero topa constantemente con una muralla llamada Andrés Manuel López Obrador.

Lo mismo confirmaron Alfredo Femat Bañuelos, María Soledad Luévano Cantú y Benelly Jocabeth Hernández Ruedas en su conferencia del 21 de septiembre en el Senado de la República, cuando solicitaron con urgencia la atención de la Secretaría de Hacienda. La respuesta de Palacio Nacional, como sabemos, fue contraria a sus esfuerzos.

De mantenerse esa renuencia, no habrá federalización de la nómina magisterial en 2022, y aquellos 2 mil millones de pesos etiquetados como “gestiones por realizar” llevarán pronto al desgaste a Olivares Sánchez. Además, el golpe temprano de la Función Pública a la administración de Jorge Miranda Castro pareciera demostrar que las resistencias crecen y algunos pactos se disuelven.

Todas estas son facturas que deberá pagar Julieta del Río, con cargos a aquellos quienes creyeron ingenuamente que Verónica Díaz no aprendería pronto el juego sucio de la comisionada. Por el contrario, la de Bienestar mantiene una curva de aprendizaje acelerada y comienza a desprender los alfileres con los que cabildeó la del INAI.

Ricardo Olivares ha cumplido con la encomienda y, con ello, dejó de ser indispensable. Entregó un presupuesto a la medida de lo que necesita Díaz Robles (más que el propio David). No olvidemos que la delegada fue la que administró las listas de candidaturas de Morena en la pasada elección. Desde entonces comenzaba a enviar señales de que ella, y no Del Río Venegas, sería el centro de poder.

Empero, el 2022 traerá nuevas líneas de política nacional que modificarán los equilibrios. El cambio en la presidencia del INEGI ahora en manos de la exsecretaria de Economía, Graciela Márquez Colín, le da a López Obrador una herramienta sofisticada para reeditar su Censo de Bienestar. La finalidad: medir la efectividad y penetración de las delegaciones federales.

Él ya lo había adelantado: dejar atrás al Producto Interno Bruto (PIB) y enfocarse en los satisfactores de “bienestar”, o sea, en la cantidad de recursos que llegan efectivamente a la población marginada y que constituyen su base votante. Tendrá en sus manos elementos para descartar a las y los “super-delegados”, y reemplazarlos por estrategas electorales.

Esto no quiere decir que los cambios garanticen algunos lugares en las boletas de la próxima elección. Por el contrario, la propuesta tiene como objetivo generar una purga que permita abrir espacios de control para Claudia Sheinbaum Pardo y Marcelo Ebrard Casaubón. Con evidente preferencia por la gobernadora de la Ciudad de México.

Si David y Verónica tuvieran olfato político hace tiempo habrían buscado la fotografía con Sheinbaum Pardo. En nada afectaría su relación con Ricardo Monreal Ávila, que de cualquier forma está rota. Empero, aún presumen el supuesto favoritismo de Beatriz Gutiérrez Müller, en tanto los cabildeos con la federación dejan en claro el grado de exclusión que viven.

Dos posibilidades se abren en ese escenario: el empoderamiento absoluto de Díaz Robles con los hilos de los programas federales en sus manos, así como el monopolio de los programas estatales en SEDESOL. O bien, el desplazamiento de Verónica al gabinete en la Secretaría General, y el asalto de otros grupos políticos a las delegaciones federales. Un año que define la ruta del 2024.


#Casualidades: De la oposición de papel en Zacatecas poco podrá esperarse a partir de enero. Enrique Flores Mendoza, Noemí Berenice Luna Ayala, Raymundo Carrillo Ramírez, Ana María Romo Fonseca y Claudia Edith Anaya Mota siguen sin fijar postura sobre el presupuesto estatal 2022.

Para la senadora se empieza a quebrar el piso, pues ha encontrado escepticismo entre presidentes municipales, legisladores locales y federales, así como sus rivales internos. Ese bloque comienza a entender que Claudia quiere explotar cualquier escenario de protagonismo.

Lo mismo que intenta construir compromisos que factura a nombre del partido, donde colocó a su administradora financiera de las distintas asociaciones civiles que maneja, Alejandra Sandoval Camacho. Ahora ella se dedicará a mover los dineros del PRI desde la dirección de Finanzas.

En donde encuentra fortalezas y soporte la coalición PRI, PAN, PRD y MC, es precisamente en la LXIV Legislatura. Destacan Gabriela Montserrat Basurto Ávila, María del Refugio Ávalos Márquez, Jehú Eduí Salas Dávila, José Juan Mendoza Maldonado, Karla Dejanira Valdez Espinoza y Enrique Manuel Laviada Cirerol (por encomienda, el objetivo de golpeo de Ernesto González).

Mientras que en San Lázaro nadie debería de perder de vista la influencia que construye Miguel Torres Rosales, como uno de los operadores de confianza de Luis Espinoza Cházaro, Jesús Ortega Martínez y Jesús Zambrano Grijalva (que vino a inaugurar su casa de gestión).

A la par, Miguel Ángel Varela Pinedo creció en activos dentro de la Cámara de Diputados y hoy busca modificar la composición interna del PAN con la candidatura de Verónica Alamillo Ortiz. Por el lado de los naranjas, baste mencionar dos nombres: Amalia Dolores García Medina y Jorge Álvarez Maynez.

En estos actores políticos deberá buscarse la oposición real a la “nueva gobernanza”.

Twitter: @GabrielConV

Nota: Nos leemos de vuelta en enero. Pasen todos y todas unas felices fiestas.

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