No sólo es un asunto público de implicaciones electorales. El esclarecimiento del homicidio de Raúl Calderón Samaniego es, también, una deuda de justicia con sus familiares. Una deuda del Estado con un joven que murió, presumiblemente, a manos de un presidente municipal destituido, desaforado y en fuga.

A escasas horas de concluir el 2023, los Calderón fueron recibidos por el fiscal Christian Paul Camacho Osnaya. Se cumplía el primer año del asesinato de Raúl cuando la Fiscalía les extendió una “reunión de cortesía” que, según se sabe, produjo mejores canales de comunicación de los que se construyeron con Francisco José Murillo Ruiseco, por razones políticas.

El júbilo expuesto en sus redes sociales refería, el 31 de diciembre del 2023, una “esperanza inaudita” en el camino a la anhelada justicia. Y después, el 15 de enero del 2024, la confirmación de que, con Camacho Osnaya, había iniciado una gestión mucho más valiente y exhaustiva a la hora de abordar las aristas del homicidio. Con ambos testimonios, las razones políticas se aislaban de la Fiscalía.

Por ende, esas razones huyeron a resguardarse luego, el 16 de enero, en el cabildo de Guadalupe que designó como tesorero municipal a Gilberto Zapata Castañeda, al tiempo que éste obraba como autorizado “en términos amplios” de los quejosos (Julio “N” y María de Jesús “N”) dentro del amparo 450/2023. En la Fiscalía, en cambio, la investigación intensificaba algunos ángulos antes ignorados.

No es casualidad que las razones políticas se trasladaran también al Consejo General del IEEZ, cuando aprobó la planilla municipal que carga a cuestas José Saldívar Alcalde, con el ejército de incondicionales del presunto homicida que operaron sus directrices personales, políticas y financieras en su administración.

Raquel Ortiz Sifuentes como cerebro político-administrativo del novel político, y María de Lourdes Martínez Pérez, su libro de finanzas personales y gubernamentales. A ella, confirman fuentes cercanas, además se le pidió una suma millonaria para “comprar” un asiento de regiduría en el próximo gobierno.

No sería la única, pues se habla de cifras totales en decenas de millones, con tal de que los inscritos acompañaran a “Pepe” Saldívar en esta travesía electoral, con el objetivo de encubrir el complejo entramado de corrupción en el que se ha convertido el ayuntamiento de Guadalupe.

Un municipio que, según la perspectiva del senador Ricardo Monreal Ávila, administran funcionarios que “tienen las manos manchadas de sangre”. Se refería en particular a esta nueva gama de “políticos” que crecieron complicidades con Julio “N” y María de Jesús “N” en los últimos años.

Empero, el próximo diputado federal de Morena no mantuvo mucho alcance electoral en cuanto a la conformación de la planilla de José “Saldívar”, y lo que se conoce es que incluso dio su anuencia para que Verónica Díaz Robles sustituyera a Soledad Luévano Cantú en el primer lugar de la fórmula de Morena al Senado de la República.

De ahí que la elección en Guadalupe presente una complejidad única en su diseño de boleta. Por un lado, Ricardo y David Monreal preocupados por un eventual triunfo de Roberto Luévano Ruiz, han diseñado un Plan B. Por el otro, Ricardo y Saúl Monreal que hacen lo imposible por arrancar el control absoluto del municipio que mantiene “la secta”.

No obstante, son pocos actores políticos los que han incorporado la fuga de Julio “N” y María de Jesús “N” (que en cuestión de días cumplirá un año) en su narrativa política y electoral. Los más visibles, como era de esperarse en la LXIV Legislatura, son tres: Priscila Benítez Sánchez, Enrique Laviada Cirerol y José Juan Mendoza Maldonado.

La diputada a la que, desde el oficialismo, calificaron de presunta “delincuente electoral” sin señalar por la misma conducta a David Monreal y a Verónica Díaz, los superiores a quienes respondía entonces. Su posición contrasta con el bloque que dice abanderar en el PRI, el exgobernador Miguel Alonso Reyes.

El silencio de los tricolores no es gratuito, tendría que ver con una reunión concertada en el mes de diciembre entre David y Miguel, y solicitada con insistencia por el exgobernador en varias ocasiones durante el 2023. Recordemos que para el “alonsismoRoberto Luévano es un candidato desechable, hasta que las encuestas enciendan alertas.

La incorporación de Enrique Flores Mendoza y Araceli Guerrero Esquivel en la planilla del PRI, y la repartición de buena parte de las carteras de gobierno, fue una condición para que Luévano obtuviera la firma del partido en su candidatura. ¿Su triunfo? Hasta ahora, lo único seguro es que Guadalupe se definirá un día antes de la elección.

Entre tantos intereses, se difumina la gran oportunidad para que el electorado castigue a Morena por haber solapado a un presunto homicida. Veremos cuáles de las y los candidatos aún mantienen silencio en su oferta electoral, y quiénes destapan el enmarañado de complicidades asentadas en Guadalupe.


#Casualidades: Por más intentos que realiza Benelly Hernández Ruedas, el gran problema de su candidatura se encuentra en el arraigo a la tierra que abandonó desde hace años, para irse a vivir a la Ciudad de México.

En medio de otro engrudo de intereses -como en Guadalupe– lo que sucede en Fresnillo es sintomático. Saúl Monreal pocas veces hace campaña con la elegida como su sucesora. Él soltó los hilos del municipio después del homicidio de Pérez Guardado (su operador estrella).

Los representantes de la nueva gobernanza intentan ingresar en un territorio que disputaron electoralmente, desde 2018, entre Verónica Díaz y el “Cachorro” Monreal. Los celos resquebrajaron esas estructuras que hoy conviven aparte.

Saúl no para de quejarse de que, reunión en la que participa, escucha de las y los servidores de la nación inconformes con Verónica, que la delegada dio la instrucción, semanas atrás, de no promocionar de ninguna forma al de Fresnillo.

Entonces, aislado en la soledad de su millonaria camioneta en la que recorre el estado, Saúl ya no es de aquí ni de allá, y permanece un tanto molesto porque a Martín Álvarez Casio lo bajaron del municipio, y ninguno de sus funcionarios alcanzó un lugar en la planilla de Benelly, salvo algunas suplencias.

Sin embargo, toda esta dispersión de grupos políticos y proyectos suele pasar desapercibida por el poder electoral de la marca Morena. No por ello es menos real, y pone en riesgo el triunfo de los guindas en varios municipios y distritos.

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